EDITORIAL

Tragedia social

El Pulso Social, el estudio del Dane sobre el impacto de la situación generada por el coronavirus, revela cifras tan dramáticas como las de las entregas anteriores.

12 de noviembre de 2020
| Foto: Karen Salamanca

El Pulso Social, el estudio del Dane sobre el impacto de la situación generada por el coronavirus, revela cifras tan dramáticas como las de las entregas anteriores. No solo se trata del pesimismo de los encuestados frente al desarrollo de la economía y de las dificultades que tienen para acceder a productos básicos. La encuesta deja ver en su extensión una trágica realidad: el hambre toca a la puerta de muchos hogares en Colombia.

Antes de la cuarentena, cerca del 90% de las familias en Colombia podía comer tres veces al día, pero en septiembre la cifra bajó al 70%. Además, hay ciudades con resultados muy penosos, en especial en la Costa Caribe.

En Cartagena, el porcentaje pasó del 81% al 40,5%, es decir, cayó a la mitad el número de familias que hace las tres comidas. En Barranquilla pasó algo similar, al descender del 82% al 44%, y en Santa Marta, del 93%, se redujo a cerca del 46% en el periodo.

La pandemia se ha ensañado con los más pobres. El aumento desmesurado del desempleo, el crecimiento de la pobreza y la vulnerabilidad de las familias que lograron llegar a la clase media ponen al país frente a una realidad muy compleja. Hoy, uno de cada tres colombianos vive con menos de $11.000 diarios y en las zonas rurales la situación es todavía más dramática.

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Como advirtió recientemente Marcela Eslava, decana de la facultad de Economía de la Universidad de los Andes, la vulnerable clase media está en la cuerda floja. La crisis puede causar que el país retroceda una o dos décadas en sus avances sociales. Fedesarrollo prevé que este año podría terminar con cerca del 49% de los colombianos en situación de pobreza.

El 10% de hogares reportó cero ingresos laborales en el segundo trimestre, lo que sembró las semillas para un incremento en la desigualdad. De acuerdo con el informe del Dane, al comparar la situación económica de septiembre de 2020 con la presentada hace un año, el 78,7% de los jefes de hogar manifestó no tener mayores posibilidades de comprar ropa, zapatos, alimentos, etcétera. En tanto, el 86,9% aseguró que hoy no podrían adquirir elementos para el hogar como muebles, televisor, lavadora y otros aparatos electrónicos, entre otros.

Por otra parte, el 89,1% de las personas en las 23 ciudades y áreas metropolitanas dijo que ellos o algún miembro de su hogar carecerá de dinero disponible para salir a vacaciones en los próximos 12 meses, y el 65,9% sostuvo que no tenía, en el momento de la encuesta, posibilidades de ahorrar algo de sus ingresos.

El impacto del coronavirus en lo social y económico puede generar muchas más muertes que la pandemia misma. Los indicadores sociales se fueron al traste y ya algunos empiezan a decir que el país nunca debió haber parado la economía. Esta es la peor crisis en la historia y es hora de enfrentarla con decisión e instrumentos.

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Mucho han hablado de la ortodoxia en el manejo de la economía y propuestas sobre que el Banco de la República emita dinero han generado un profundo debate. Paralelamente, el país está a la espera de una decisión sobre el crédito del Fondo Monetario Internacional.

Sin duda, el Gobierno tiene recursos limitados. Pero, mientras piensa en cómo dinamizar la economía, recuperar empleos y darle impulso al aparato productivo, miles de familias en el país la están pasando muy mal. Para que este ciclo de medidas tenga efectos sociales, pueden pasar muchos meses, e incluso años. Es hora de actuar con decisión. Para circunstancias extraordinarias, soluciones extraordinarias.

La economía tiene un objetivo final: la gente, su bienestar, prosperidad y desarrollo. Hoy, eso está en riesgo y habrá que buscar más recursos para atenderla directamente. No somos un país desarrollado como Estados Unidos o los europeos, que pueden dar mayores subsidios e inyectarles recursos directamente a las familias. Sin embargo, tenemos que pensar cómo entre todos podemos evitar una tragedia social.

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