EDITORIAL
Reactivación: el reto es de todos
Los anuncios de reapertura de aeropuertos y vuelos nacionales, de transporte intermunicipal, de restaurantes y comercios han traído noticias esperanzadoras. Pero hay que tener muy claro lo que viene y a qué nos vamos a enfrentar.
Llegó el momento definitivo para el país. A partir de septiembre se inicia una nueva etapa frente a la pandemia que, a lo largo de seis meses, ha cobrado cerca de 20.000 víctimas en Colombia a partir de más de 615.000 contagios.
Los anuncios de reapertura de aeropuertos y vuelos nacionales, de transporte intermunicipal, de restaurantes y comercios han traído noticias esperanzadoras. Pero hay que tener muy claro lo que viene y a qué nos vamos a enfrentar.
En primer lugar, retomar las actividades productivas y recuperar la tracción de la economía depende de cada uno. El nuevo comportamiento requerirá disciplina personal: lavarse las manos con frecuencia, mantener el distanciamiento social, cumplir las normas de autocuidado y evitar las aglomeraciones. Todo ello mientras aparece la vacuna o un tratamiento contra la covid-19.
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Las cuarentenas y los aislamientos ayudaron a controlar la expansión del virus, pero no pueden durar para siempre. Se convirtieron en el remedio más perverso para la economía y la condujeron al peor comportamiento de su historia, con una caída de 15,7% en el segundo trimestre de este año. Destruyeron más de 5 millones de empleos y llevaron la desocupación a su nivel más alto.
Todo esto en medio de una profunda amenaza al tejido empresarial y a los avances sociales que había alcanzado el país, que podrían retroceder décadas.
Como aparece en el artículo central de esta edición, el BID sostiene que las cuarentenas no han sido tan efectivas en América Latina, en la actualidad la segunda región del mundo con más contagios y muertes. Eso tiene varias explicaciones: desde la limitada capacidad de los gobiernos para hacer cumplir los confinamientos hasta la necesidad de salir a la calle de gran parte de la población que vive en la informalidad y tiene allí la fuente de su sustento.
Pero un nuevo rebrote podría conducir al regreso a los aislamientos estrictos, y estos acabarían con cualquier asomo de recuperación económica.
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En el segundo gran frente estamos no solo ante una grave dificultad económica, sino ante una enorme ausencia de confianza. Y la recuperación, como advierten varios analistas, puede tardar algunos años.
Algunos consideran que solo en 2022 podría empezar a regresar el escenario de 2019. Pero otros creen que podría tardar entre 3 y 5 años, debido a la profundidad de la crisis.
Como menciona la firma de comisionistas Casa de Bolsa: “Las cosas se suelen destruir de una forma más rápida de las que se suelen recuperar. La quiebra de muchas compañías, en especial pymes, demorará un tiempo prolongado y dependerá de cambios estructurales que deberá promover el Gobierno, los cuales se pueden retrasar por entrar al año preelectoral".
Pero una cosa es la reapertura y otra la reactivación. Varios empresarios consideran que todavía lo peor está por venir y habrá que esperar un tiempo para establecer los daños a la estructura económica. Muchas empresas no volverán a ser las mismas y se ajustarán a una oferta más limitada por las restricciones y también por el otro frente de preocupación.
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Hoy el problema está en la demanda. Es necesario reactivarla, reducir la incertidumbre y generar la confianza necesaria para dinamizar el consumo.
Además, es fundamental que las autoridades monitoreen permanentemente las medidas, las políticas y las restricciones vigentes. Hoy muchos sectores no son viables en las condiciones planteadas para la reapertura y los empresarios prefieren mantener cerradas sus operaciones. Hay que dar espacio para la reapertura y mitigar los riesgos de contagio.
La tarea ahora es de todos. No solo en cuanto al cuidado personal, sino en cuanto a recuperar la confianza y retomar la dinámica. Retroceder no es una opción.