Claudia Varela

Opinión

Tool Kit

Que vivan las nuevas generaciones y su ímpetu de aprendizaje y competencia.

2 de octubre de 2022

Estaba conversando con Camila, ex coachee y feliz ejecutiva de una compañía nacional. Tomando un café me repetía con insistencia que necesitaba empezar a estudiar. Acabas de terminar tu segunda maestría, le dije, por qué no esperas un poco para la próxima. No puedo esperar, me dijo algo ansiosa, me falta la más importante. Me quedé con cara expectante mientras me quemaba con el capuchino los labios y me veía obligada a no opinar por más de un minuto.

Camila se distrajo mordiendo alguna suerte de nuez de macadamia recetada por su última Health Coach y me dijo con sonrisa resplandeciente que ahora si iba a tomar un diplomado de liderazgo donde iba a aprender cómo manejar tantos líos con las personas.

Llevada por mi lógico prejuicio y experiencia, por un momento me quedé pensativa. Ya el tema no era el quemón, sino la prudencia que poco a poco aprendo como coach. Pensé en qué momento podía Camila ver la vida real si llevaba cinco años además de su carrera especializándose en cosas técnicas y ahora esperaba recibir el perfecto manual de cómo ser líder.

Pensé en los líderes que conocía y me inspiraron en algún momento y me dí cuenta de que seguramente jamás leyeron un manual. Pensé en las madres ejemplares y tampoco me imaginé leyendo un libro de como ser mama, y al final tengo tres hermosos sobrevivientes a mi insensatez e inexperiencia, mis hijos.

Seguí escuchando a Cami porque me parece una mujer muy inteligente y me ayuda un montón a entender las nuevas generaciones, que, aunque amo, a veces me cuesta entender.

Le pregunté de nuevo por qué no paraba un rato. Me respondió que no podía por que Juanpis, Marce y Caro ya estaban en su tercera maestría. Ella se sentía atrasada. Dándome un poco por vencida, quise explorar qué era lo que esperaba aprender en este nuevo curso.

Me respondió tomando su capuchino en leche de coco que tenía que aprender comportamientos, perfiles psicográficos e incluso algo de arquetipos. Ahora sí me entró más expectativa. Creo que ella tenía un interés enorme en aprender sobre gente. Quería saber como se comporta la gente para poder liderarlos, pero eso si a través de manuales, reuniones virtuales con cámara apagada y ojalá un tool kit.

Me dijo, ahora sí muy convencida, que había decidido el programa porque tenía un manual al final de cómo manejar gente y comportamientos diferentes al tuyo. Es decir, tenía un claro tool kit donde daban los tips básicos de management, aunque ni siquiera tuvieras contacto humano con ellos.

Me dijo que le diera un consejo y que la ayudara a escoger la universidad. Le dije con todo el cariño que antes de un tool kit o un manual para entender al mundo, necesitaba el propio conocimiento para gestionarse y luego observar el mundo real para poder conectar con los demás y generar relaciones, no contactos.

Se quedó pensando y me respondió lo que todos los chicos de su edad responden… ‘Sí, yo sé'. Se quedó callada un rato y luego me cambió de tema. Hablamos felices de perritos y de su aporte a la fundación de Rocky. Terminamos nuestro café y no sabía si reír o llorar. Al final no entendía si iba a estudiar su tool kit de liderazgo, si iba a trabajar en ella, si me ignoraba o si “ya sabía”¿Pero, ya sabía qué?

Me fui a mi casa y al otro día recibí un mensaje por IG. Gracias Clau, entendí que tengo que conocer un poco más el mundo real antes de meterme por más conocimiento, ya no quiero solo un tool kit, quiero ver lo que me rodea. Igual me tomo un tiempo y luego me ayudas a elegir lo que estudiaré. Gracias mi Clau, te quiero infinito. Att Cami.

Y pues sí. Que vivan las nuevas generaciones y su ímpetu de aprendizaje y competencia. Y que viva la sabiduría que nos dan los años para entender que no hay un tool kit para la vida.