Claudia Varela, columnista

Opinión

¿Se perdió la magia?

La facilidad con la que podemos acceder a bienes y servicios ha cambiado nuestra percepción del esfuerzo.

Claudia Varela
16 de marzo de 2025

Vivimos en una época donde la tecnología ha simplificado muchos aspectos de nuestra vida diaria. Desde la entrega de comida a domicilio hasta la automatización de tareas laborales, parece que todo está diseñado para hacernos la vida más fácil. A mi juicio la magia se pierde muchas veces cuando ya ni siquiera los alumnos le creen a un profesor que investiga para preparar su clase, porque solo una pregunta por IA los lleva a saber más.

A mi modo de ver, esta comodidad también tiene un costo: la falta de motivación, la búsqueda de la plata fácil, del cuerpo delgado sin ejercicio, de los cargos altos solo porque me lo merezco, no porque lo he trabajado.

La facilidad con la que podemos acceder a bienes y servicios ha cambiado nuestra percepción del esfuerzo. Antes, conseguir información requería horas de investigación en bibliotecas; hoy, una búsqueda rápida en internet nos da respuestas inmediatas. Este acceso instantáneo puede llevar a una mentalidad de gratificación instantánea, donde el esfuerzo prolongado y la paciencia se ven como innecesarios.

Soy profesora y el mundo de la educación me apasiona y encuentro que los estudiantes ahora tienen acceso a resúmenes de libros, tutoriales en video y respuestas a exámenes en línea. Aunque estas herramientas pueden ser útiles, también pueden fomentar la pereza intelectual y la falta de profundidad en el aprendizaje.

En el ámbito laboral, la automatización y las herramientas de inteligencia artificial han reducido la necesidad de realizar tareas repetitivas. Si bien esto aumenta la eficiencia, también puede disminuir la sensación de logro personal y la motivación para mejorar habilidades. Me preocupa mucho que parece que cada vez hay más pereza por pensar, analizar, reflexionar.

Y si nos vamos a la vida personal, las aplicaciones de citas y las redes sociales han cambiado la forma en que interactuamos. La facilidad de conexión puede llevar a relaciones superficiales y a una menor inversión emocional. Siento que cada vez hay menos compromiso. Con todo y con todos.

No es que no crea en la importancia de la tecnología, el avance, la globalización; pero la moderación no existe, no se busca. La inteligencia artificial (IA) promete llevar esta tendencia aún más lejos. Con la capacidad de realizar tareas complejas sin intervención humana, la IA podría llevarnos a un punto donde el esfuerzo humano sea mínimo. Por ejemplo, los asistentes virtuales pueden gestionar nuestras agendas, responder correos electrónicos y hasta tomar decisiones financieras.

Es cierto que esto suena bien desde no llevarse al límite máximo y los excesos de trabajo, pero también plantea preguntas importantes sobre el valor del esfuerzo humano. ¿Qué sucede cuando todo se vuelve tan fácil que ya no necesitamos esforzarnos? La falta de desafíos puede llevar a una vida menos satisfactoria y a una disminución de la creatividad y la innovación. No habría un paso adicional para el desarrollo tecnológico.

La tecnología y la IA tienen el potencial de mejorar nuestras vidas de maneras inimaginables. Sin embargo, es muy importante encontrar un equilibrio. Debemos recordar que el esfuerzo y la dedicación son componentes esenciales del crecimiento personal y la satisfacción. En lugar de buscar siempre el camino más fácil, deberíamos valorar los desafíos y las oportunidades de aprendizaje que nos permiten crecer y desarrollarnos como individuos.

Busquemos que nos motiva, que nos mueve el corazón, preguntémonos en qué momento miramos hacia adentro para encontrar las respuestas. Que no se pierda la magia y el amor por buscar mayor armonía entre todos los que hacemos parte de un mundo que nos da todo y que a veces queremos desbaratar. Y a ti qué te mueve.

Que no se pierda la magia del esfuerzo y el logro personal.

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