Claudia Varela, columnista

Economía

¿Se acabó la diversidad?

Tuve una conversación con un par de amigos que conociendo mi libro y mi gusto por los temas de liderazgo e inclusión quisieron compartir conmigo.

Claudia Varela
16 de febrero de 2025

Cada vez más encontramos discursos ideológicos extremos. No solo en política, sino en general en la sociedad, en grupos de trabajo, en reuniones de amigos y hasta en espacios familiares donde hay temas prohibidos por temor a repercusiones en el ambiente.

Tuve una conversación con un par de amigos que conociendo mi libro y mi gusto por los temas de liderazgo e inclusión quisieron compartir conmigo. Me dijeron que definitivamente el mundo “iba a echar para atrás tanto tema de inclusión” y creo que las cosas sí están cambiando. Acepto que en muchos casos hubo sectores que se excedieron con el tema o no lo entendieron bien, quizá porque el compromiso no era real o porque hay+ mucha pantalla y poco fondo.

Lo que sí es verdad es que con nuevos gobiernos de ideologías recalcitrantes parece no haber espacio para la moderación.

Es claro que el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, declaró la guerra a las políticas públicas de diversidad, equidad e inclusión (DEI en inglés), y en paralelo como señal de respaldo se han sumado grandes empresas. Con su ideología conservadora, Trump firmó una orden ejecutiva para eliminar políticas DEI, dejando sin piso a grupos que históricamente fueron discriminados.

“Trump ha dejado claro que está en contra de las DEI, por lo que muchas entidades se afanan en acabar con ellas u ocultarlas”, dijo Ileen DeVault, experta en políticas de diversidad.

Y si recordamos la historia, Trump en su primer mandato (2017-2021) acabó con unos entrenamientos sobre diversidad en las agencias federales, pero ahora solo llegando, arrasó con todo y argumentó con practicidad que es una defensa a “los derechos civiles” de los ciudadanos.

En nuestra conversación de capuchino recordamos que las políticas DEI en cualquier empresa o país buscan mayor representatividad para todos, mayor justicia, no discriminación ni segregación y garantía de participación de todas las personas. Pero esto no parece ser el foco de Trump, que incluso viene con políticas migratorias muy restrictivas.

Uno de mis amigos nos contó que Disney decidió acabar con los programas DEI y con las advertencias, que se incluyeron en algunas películas, por “descripciones negativas y/o maltrato de pueblos o culturas”. Eso nos hizo recordar que antes de Disney, otras compañías como Amazon o McDonald’s han suspendido la aplicación de estos programas en el espacio de trabajo.

Esto puede llevar a que tanta presión de muchos que han estado más bien silenciosos estallen y se unan a estos comportamientos radicales. Organizaciones de la sociedad civil denuncian el impacto que eso puede tener en mujeres, personas de la comunidad LGTBI o minorías raciales, y están preparando acciones legales. Y es que estos discursos parecieran validar la discriminación como algo justo.

Vimos además que en Latinoamérica tampoco estamos lejos. Un buen ejemplo es el del presidente Javier Milei quien ha tomado varias medidas que han generado controversia en relación con las políticas de diversidad, equidad e inclusión (DEI); por ejemplo, la eliminación del DNI no binario, las evidentes críticas a la ideología de género en el Foro Económico Mundial de Davos y los Cambios en el Día Internacional de la Mujer. En su administración cambió el nombre del Salón de las Mujeres a Salón de los Próceres y reemplazó los cuadros de mujeres emblemáticas por imágenes de figuras históricas masculinas.

Esta conversación entre amigos interesados por saber hasta dónde hay que seguir con el tema en las empresas me llamó la atención. No entiendo por qué, no podemos encontrar un espacio de moderación donde procuremos respetarnos y entendernos como seres humanos, construyendo más armonía socialmente.

Terminé mi conversación con ellos invitándolos a la acción. A ver menos memes, leer menos titulares sin profundizar y entender que los extremos radicales no llevan a nada bueno. Si son líderes (y ellos dos lo son) deberían más bien procurar hacer algo en sus pequeños diez metros a la redonda. Educar bien a sus hijos, no discriminar, desarrollar su gente, pagarle bien a quienes trabajan en su casa, no hablar en malos términos de otros y construir país. Eso no lo decide Trump, ni el presidente local, ni nadie.

Así que para mí existirá la vida que busque más justicia desde la inclusión, los méritos y el deber ser. Eso no debería pasar de moda. ¿Y para ti?