ECONOMÍA
Nueva guerra fría: Estados Unidos, China y el reto de un nuevo liderazgo para Colombia
Colombia necesita más cambio tecnológico, menos ego ideológico. Un nuevo liderazgo.
Estamos inmersos en una nueva guerra fría, una competencia feroz entre Estados Unidos y China que abarca la hegemonía monetaria, ‘los commodities estratégicos´ y el liderazgo en inteligencia artificial. En este contexto, las tarifas comerciales se han convertido en un arma clave, usada por líderes como Donald Trump para avanzar en sus intereses políticos y económicos.
En medio de esta pugna global, Colombia parece estar perdiendo el rumbo. El presidente Gustavo Petro, con su enfoque en el ego ideológico, ha puesto en riesgo el futuro de 52 millones de colombianos al no entender las reglas del juego geopolítico. Su confrontación con Estados Unidos, especialmente en temas como la política migratoria, lo ha convertido en un chivo expiatorio, una advertencia clara para aquellos que no cooperen con los intereses estadounidenses.
Mientras tanto, otro frente crítico de esta guerra fría se despliega en la tecnología. Durante años, se asumió que Estados Unidos tenía una supremacía absoluta en inteligencia artificial, liderada por empresas como NVIDIA. Sin embargo, la irrupción de DeepSeek, una solución china, ha demostrado lo contrario. Su modelo, menos dependiente de procesadores avanzados y más enfocado en aplicaciones específicas como salud, infraestructura y movilidad, ha sido descrito por Marc Andreessen, de a16z, como el “momento Sputnik” de la inteligencia artificial.
Este panorama exige un nuevo tipo de liderazgo, especialmente para países como Colombia. Es hora de dejar atrás el ego ideológico y reconocer que el futuro no se construirá sobre viejas narrativas, sino sobre la capacidad de adaptarse a un mundo en el que la tecnología redefine las reglas del juego.
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Colombia necesita líderes que entiendan que el verdadero poder hoy radica en posicionarse estratégicamente dentro de esta transformación tecnológica global. En lugar de alimentar discursos que aíslan al país, es fundamental centrarse en preparar a la nación para competir en un mundo definido por la inteligencia artificial, las cadenas de valor dinámicas y la innovación.
La lección es clara: el liderazgo del siglo XXI no se mide por ideologías, sino por la capacidad de conectar a las naciones con los motores del cambio global. Ignorar esta realidad no solo sería un error estratégico, sino una traición al futuro de Colombia.