Claudia Varela, columnista

Economía

No te quemes

Puede ser que aparezcan unas u otras, pero al final es difícil incluso llegar al autodiagnóstico.

Claudia Varela
15 de junio de 2025

Ser ansioso, tener ataques de pánico, no saber qué hacer y tener un gran vacío en el pecho: situaciones y síntomas recurrentes que hoy vivimos. No sé si antes no pasaba con tanta frecuencia o simplemente aprendíamos a tolerarlo. El tema es que hoy la ansiedad y ese desasosiego están en muchos más humanos que antes.

Normalizamos la ansiedad como algo ordinario, hemos llegado al punto de pensar que vivir con estrés es normal cuando en realidad no lo es. Nos hemos acostumbrado a que el cansancio permanente sea habitual, el dolor de espalda, el dolor de cabeza e incluso la irritabilidad.

Hablamos del síndrome de burnout como algo habitual, como si fuera un resfriado que ‘pesqué’ cuando salí a la lluvia sin protegerme. Alguien podría decir que ¿vive cansado, hiperreactivo y con cara de preocupación? Ni siquiera entendemos si es nuestra personalidad. Es difícil tratar de entender que es una vida balanceada cuando a veces ni siquiera recordamos haberla tenido.

El síndrome de burnout, también conocido como síndrome de desgaste profesional, es un estado de agotamiento físico, emocional y mental causado por el estrés crónico.

Algunos de los síntomas más recurrentes son el agotamiento —traducido como una sensación de cansancio extremo que no mejora con el descanso—, la despersonalización o actitudes negativas o cínicas hacia el trabajo o las personas con las que se trabaja, y la reducción de la eficiencia que se observa como desmotivación y sensación de improductividad.

Puede ser que aparezcan unas u otras, pero al final es difícil incluso llegar al autodiagnóstico. Si llegaste hasta aquí, quizás sí te preocupe tu salud mental. Tal vez conozcas a alguien que tenga estos síntomas y no los reconozcas en ti. La pregunta que muchos me hacen es si puedo tener algún control sobre mi propio burnout.

He leído bastante sobre el tema y les he respondido a varios que lo importante es primero ser consciente de que se está cerca a una crisis que puede llevar a momentos complejos, inclusive con síntomas físicos. Después, o tal vez antes, entender bien las causas para poder combatir el problema.

Está bien hacernos algunos cuestionamientos que hoy les transfiero para esta reflexión: ¿sientes sobre carga de trabajo? ¿Sientes que no tienes control sobre tus decisiones laborales? ¿Crees que tienes relaciones laborales tóxicas o falta de apoyo?, y finalmente, ¿sientes dificultad para balancear tu vida laboral y personal?

A veces no nos damos cuenta de que todo esto nos pasa porque, sencillamente, es la manera en la que estamos viviendo. Es lo que da el sistema. Es lo que hay.

Las consecuencias del burnout pueden ser fatales: si no hay cuidado y consciencia puede llevar a depresión y ansiedad, problemas de sueño que desencadenan en cansancio crónico y baja de defensas, problemas cardiovasculares y disminución del rendimiento laboral.

Es como caer en un eterno remolino de donde no puedes salir. No te das cuenta de que lo tienes, cada vez te cuesta más responder bien, tolerar a otros o simplemente levantarte con ganas para ir a la oficina o conectarte al mundo virtual.

El mundo está un poco patas arriba. Es lógico que estemos bajos de energía, que ese ambiente triste y difícil se respire en el ambiente. Lo que nos pasa como país es tan triste que ni sabemos como expresarlo. Sentimos que nadie nos entiende, que solo nosotros podemos caer en una pérdida de esperanza que no puede comernos vivos. No se puede perder la fe, no podemos caer en la baja energía que gente enferma quiere generar en un país que trabaja, que madruga, que cuestiona y que, a pesar de todo, sonríe.

Hoy mi invitación es a que te cuides, a que no normalices la desesperanza. No te quemes, cuídate, priorízate. No olvides que la vida es un ratico.

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