MAURICIO BOTERO

Opinión

¿Los países se enriquecen con el libre comercio o con aranceles?

El comercio internacional es un tema extremadamente delicado y técnico. Cuando se agrega el factor ideológico, el fracaso está casi garantizado.

Mauricio Botero Caicedo
14 de mayo de 2025

Durante siglos, los economistas y los políticos han debatido una de las preguntas más fundamentales del desarrollo económico: ¿los países se enriquecen protegiendo su producción local mediante altos aranceles o abriéndose al mundo a través del libre comercio? La respuesta es que no hay una receta única: la ortodoxia económica actual favorece el libre comercio, mas la realidad es más ambigua y matizada. Dependiendo del momento histórico, ambas estrategias han sido utilizadas, muchas veces con éxito, otras con rotundos fracasos. Es la estructura relativa de la economía lo que al final del día determina la estrategia que un país debe seguir.

Las grandes potencias actuales no se enriquecieron con el libre comercio, sino bajo políticas proteccionistas agresivas. A lo largo del siglo XIX y buena parte del XX, Estados Unidos, Alemania, Japón y Corea del Sur, protegieron agresivamente a sus industrias nacientes con aranceles, subsidios y control estatal. “Los países exitosos no nacen libres comerciantes, sino que se vuelven libres comerciantes cuando tienen algo que vender”.

  • Estados Unidos, tras su independencia, adoptó el modelo proteccionista propuesto por Alexander Hamilton. Durante más de un siglo, impuso aranceles superiores al 40 % para proteger su industria frente a las manufacturas británicas.
  • Alemania combinó tarifas con educación técnica e inversión estatal. Su desarrollo industrial no hubiera ocurrido sin barreras arancelarias.
  • Japón y Corea del Sur aplicaron estrategias similares en el siglo XX: protegieron industrias clave, desarrollaron conglomerados (keiretsu y chaebols) y solo abrieron sus economías cuando estaban listas para competir.

Si bien las políticas arancelarias pueden tener algunas ventajas a corto plazo en un pequeño número de sectores e industrias, los aranceles por sí solos no generan ni riqueza ni competitividad: se necesita innovación, inversión en infraestructura, productividad, incentivos tecnológicos y mano de obra calificada y disponible para que pueda funcionar.

Por otra parte, Petro se encuentra en la China con el objetivo de ingresar en la Ruta de la Seda. ¿Cuál es la meta de dicha iniciativa? Crear una red de puertos, carreteras, trenes, parques industriales y conexiones digitales que posicionen a China como el centro del comercio global.

El enorme riesgo que puede correr Colombia es que el ingreso a esta iniciativa conlleve riesgos de dependencia, deuda y tensiones geopolíticas, principalmente con Estados Unidos. Adicionalmente, puede haber la posibilidad de que la China obtenga control sobre sectores claves como son los puertos, la energía y las telecomunicaciones. Algunos países que se han unido a la Ruta de la Seda han terminado altamente endeudados con China como Sri Lanka y Zambia, y en menor grado Ecuador y Bolivia.

Dicho lo anterior, Petro sí podría negociar la entrada de los chinos en dos temas claves: 1. La conexión vial Pacífico–Orinoquía que uniría a Buenaventura con Puerto Carreño, y muy especialmente en los tramos de Puerto de Buenaventura con Lobo Guerrero, y en Puerto Gaitán con Puerto Carreño. Una segunda ayuda de los chinos puede ser el solucionar de inmediato los dos cuellos de botella de la vía Ibagué–Cajamarca y el tramo de Villeta a Guaduas.

El comercio internacional es un tema extremadamente delicado y técnico. Cuando se agrega el factor ideológico, el fracaso está casi garantizado. Reemplazar a Estados Unidos por China no es un proceso automático ni económicamente viable a corto plazo; y se debe buscar un equilibrio en nuestro comercio exterior, teniendo en cuenta que un viraje total sería complejo y arriesgado.

La inmensa mayoría de las exportaciones colombianas son del sector minero–energético, que, indistintamente, haya o no haya Ruta de la Seda, tiene acceso a todos los mercados mundiales. Otras exportaciones muy concretas, como el café, las flores y el banano, difícilmente se podrán abrir camino a corto plazo en mercados diferentes al de Estados Unidos. Un alza drástica de los aranceles en Estados Unidos para estos sectores implicará la quiebra de la mayoría de los productores.

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