Carlos Andrés Vanegas

OPINIÓN

“Los impactos en un sistema educativo no se dan de un día para otro”

El exrector de la Universidad Nacional de Colombia, Moisés Wasserman, abre el debate sobre el progreso y desafíos de la educación en el país.

Carlos Andrés Vanegas, Laura Niño Cardona
10 de agosto de 2021

Pocas veces los asuntos educativos habían estado tan en el centro de la discusión nacional dada su importancia en la actual coyuntura. Hoy más que nunca se requiere que la educación del país sea el eje del diálogo nacional como la ruta expedita para salir de esta crisis. Por esto resulta tan oportuno que un académico con el reconocimiento y prestigio de Moisés Wasserman publicara el libro La Educación en Colombia (Debate, 2021), con una mirada amplia y objetiva sobre el desarrollo educativo del país en su historia, retos actuales y proyección a futuro.

En el libro Wasserman realiza una apuesta por construir sobre lo construido, al destacar avances objetivos en cada uno de los niveles de formación de la educación nacional. Esto es evidente, entre otros, en los indicadores de ampliación de cobertura. En 2018 el país logró atender a más de 1.360.000 infantes cuando en algún momento no era la prioridad. Se espera que en el 2022 Colombia alcance dos millones de infantes en un plan de acción integral. Desde hace años las tasas de cobertura en educación media han estado cercanas al 90% y también, aunque en menor medida, ha crecido el acceso a la educación media. Además, en educación superior alcanzamos una cobertura del 53% en 2017.

De todas formas para Wasserman, los logros obtenidos no ocultan los inmensos desafíos pendientes por resolver. Entre varios campos de mejora, destaca asuntos de calidad y amplias inequidades en la educación rural del país. Semana aprovechó la presentación formal del libro en la Universidad Internacional de La Rioja – UNIR en España junto a la exministra de educación y presidenta del Consejo Asesor de UNIR Colombia, Cecilia María Vélez, para conversar sobre el libro y su trascendencia en la actual coyuntura del país.

¿Cómo vivió la experiencia personal de escribir un libro sobre educación en medio de una pandemia?

Es curioso. Por un lado, uno pensaría que la pandemia proporcionó más tiempo. Se suspendieron reuniones que requerían viajes a otras ciudades (o se pasaron a modo virtual), y muchas tareas se postergaron para después de la tormenta. Pero, por otro lado, la pandemia generó una sensación de futilidad de todos los esfuerzos. Como que las cosas perdieron su importancia y mientras escribía me preguntaba si a alguien podía interesarle leer sobre educación, cuando había otras cosas apremiantes y amenazantes, muy inmediatas. Así que fue una escritura un poco autoimpuesta y forzada.

¿Cuál es la tesis central del libro?

El argumento principal del libro es que la educación es el mejor instrumento para construir una sociedad justa y feliz. Además, muy importante, es que esto es posible.

Usted utiliza el simbolismo del vaso medio lleno para evidenciar los avances que ha tenido el país en materia de educación. ¿Por qué a veces se nos dificulta reconocer el progreso de la educación en Colombia?

Creo que vivimos una época de gran escepticismo, infortunadamente no del escepticismo bueno que está en la base de las búsquedas y la investigación, sino uno nihilista en el que nada es importante, nada se ha logrado, no existe el progreso y por tanto su búsqueda es inútil. Eso genera parálisis. Así que me pareció importante reconocer logros evidentes, fácilmente sustentables con hechos. Hacerlo le permite a la gente pensar que es posible progresar más.

Por otro lado, como usted señala, en una historia dominada por las discontinuidades y el cortoplacismo, es importante poner de relieve que hay algunos temas en los que los gobiernos han estado de acuerdo, aunque en la mayoría de sus políticas disientan. Esos temas suelen ser los de gran relevancia social.

Tal vez los desafíos más grandes en calidad y cobertura en educación están en la ruralidad colombiana. ¿Qué nos ha faltado para que la educación rural sea una prioridad nacional?

Seguramente la inequidad educativa con el sector rural es el reflejo de algo más general. No hemos logrado darle la relevancia que merece un sector sobre el cual no solo está soportada la seguridad alimentaria sino posiblemente el futuro desarrollo del país. La educación es un hecho relevante pero no es el único indicador de esta inequidad. La solución no es fácil plantearla en pocas palabras, seguramente se podrían obtener logros por rutas distintas, pero lo que es evidente es que esa inequidad constituye uno de los retos más importantes (si no el más importante) del país para el futuro cercano. Mejores vías, mejor infraestructura, mayores ingresos en la producción agraria atraerán a jóvenes maestros, mejorarán los atractivos para permanecer en el campo, en fin, una cadena de beneficios.

Por supuesto esta es una respuesta “sobre un pie”, hay muchos estudios sesudos que proponen vías de desarrollo integral. La Misión de Sabios 2019 propuso que el país se embarcara en una gran Misión de Bioeconomía, que podría lograr un desarrollo como el descrito.

El libro presenta un análisis muy completo de la realidad del docente en Colombia. ¿Cómo mejorar las condiciones de los docentes, y al mismo tiempo, elevar la calidad particularmente en la educación básica y media?

Efectivamente es una realidad compleja. Por un lado, hay que reconocer el excelente trabajo de muchísimos maestros y su buena intención. También hay que reconocer sus avances académicos, el porcentaje de profesionales y posgraduados entre ellos. Por otro lado, es muy preocupante el hecho de que a pesar de un aumento de esfuerzos por parte de ellos y del sistema en general, los indicadores de aprendizaje estudiantil permanecen estáticos. Algo pasa y por supuesto los maestros no pueden ser indiferentes a eso ni declararse ajenos al problema.

Creo que un problema serio es que la evaluación de su labor esté divorciada de los resultados finales y de los objetivos últimos, es decir del aprendizaje de los estudiantes. No es posible que haya maestros bien evaluados con estudiantes que no aprenden; algo falla lógicamente ahí.

Por otro lado, hay cantidad de diagnósticos que señalan el hecho de que es necesaria una revisión seria al sistema de formación de maestros, a su educación fundamental y a la continua.

Gran parte de los casos de éxito presentados en el libro tienen que ver con iniciativas exitosas en ampliación de cobertura. ¿Cómo proyecta el rol de la educación virtual para mejorar la cobertura en la educativa superior del país?

Hay muchos ejemplos de éxito que radican también en mejoras de calidad y de pertinencia. También los hay de formación integral. La educación virtual es una realidad avasallante, sin duda. Si algo ha hecho la pandemia es acelerar procesos que habían comenzado y uno de ellos es la utilización de instrumentos virtuales. En algunos casos pueden hacer una enorme diferencia. Imagine lo que puede ser la labor de un maestro rural que tiene en su aula estudiantes de todos los niveles si cuenta con la ayuda de computadores y material de enseñanza interactiva bien sofisticada.

Dicho esto, debo señalar que no pienso que la educación presencial sea reemplazada por la virtual, sino complementada. Es muy importante el contacto personal profesor alumno, y nada menor en importancia la interacción entre pares, entre los estudiantes. Es un hecho que muchas veces las dificultades de aprendizaje son más rápidamente resueltas por un compañero que acaba de pasar por esas.

Finalmente, el libro deja un deseo en el lector de poder avanzar con mayor rapidez en mejorar la educación del país ¿cómo podría Colombia dar un salto exponencial? ¿qué se requiere para acelerar la velocidad de transformación de su sistema educativo?

Es muy raro el país en que el cambio educativo llegó en forma de revolución. Hay muchos ejemplos de éxito en el mundo, logrados por diferentes vías. Tenemos que encontrar una de ellas y ser constantes. Los impactos en un sistema educativo no se dan de un día para otro y posiblemente la peor táctica es cambiar frecuentemente de táctica. Hay problemas que hemos diagnosticado con seriedad. Hay que abordarlos con soluciones puntuales y específicas. Sobre todo, hay que ser optimistas y hay que estar cargados de ánimo y buena voluntad para ser exitosos en esta empresa social.

Por: Carlos Andrés Vanegas

Fundación Universitaria Internacional de La Rioja UNIR – Colombia