
OPINIÓN
La vulnerabilidad del peso colombiano en un contexto de declive del petróleo
A esto se suman sanciones de EE. UU. a Irán, que podrían reducir su oferta, pero el efecto neto sigue siendo un exceso de oferta en el mercado
La historia económica ofrece lecciones críticas sobre la dependencia de recursos volátiles. En el siglo XVI, el Imperio Español acumuló inmensa riqueza a través de los metales preciosos de América, pero su economía, excesivamente concentrada en un solo activo, colapsó cuando los flujos se interrumpieron y las potencias rivales explotaron sus vulnerabilidades estructurales. La lección es clara: una economía que no diversifica sus fundamentos está a merced de fuerzas externas.
En mayo de 2025, los mercados emergentes (EM) se dividen en dos grupos distintos, según un análisis de clustering basado en datos macroeconómicos. Por un lado, economías como Singapur (SGD) y Taiwán (TWD) exhiben superávits en su cuenta corriente (15 % y 12 % del PIB, respectivamente) y niveles moderados de deuda pública (alrededor del 30 % del PIB), con baja dependencia del petróleo.
Por otro lado, países como Colombia enfrentan desafíos estructurales: una deuda pública que se aproxima al 60 % del PIB, un déficit en la cuenta corriente de aproximadamente -5 % del PIB y una alta dependencia del petróleo, clasificada como “alta” en el análisis. Esta combinación posiciona al peso colombiano (COP) como una de las monedas más frágiles dentro del universo EM.

El contexto actual exacerba esta vulnerabilidad. Al 11 de mayo de 2025, el mercado petrolero experimenta una tendencia bajista. Según la Administración de Información Energética de EE. UU. (EIA), el Brent promedió $ 68 por barril a principios de mes, pero los futuros indican una presión a la baja, con proyecciones que sitúan al Brent en $ 59 por barril para 2026. Esta caída responde a un aumento en la producción global que supera la demanda, una dinámica agravada por la decisión de la OPEP+ de acelerar incrementos de producción a partir de junio.
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A esto se suman las sanciones de EE. UU. a Irán, que podrían reducir su oferta, pero el efecto neto sigue siendo un exceso de oferta en el mercado. Más allá de estas variables técnicas, existe un riesgo geopolítico: Arabia Saudita, bajo el liderazgo de Mohamed bin Salmán, podría optar por una estrategia de inundación del mercado, similar a la empleada en la década de 1980, con el objetivo de debilitar a productores de mayor costo como Colombia, en un contexto que recuerda las tensiones de una nueva Guerra Fría económica.

Para Colombia, la caída del petróleo tiene implicaciones directas. Las exportaciones de crudo representan una proporción significativa de los ingresos fiscales y de divisas, y un precio sostenido por debajo de $ 60 por barril podría agravar el déficit fiscal y de cuenta corriente.
Un modelo de proyección de 120 días para el USD/COP, basado en datos históricos y tendencias macroeconómicas, indica que el tipo de cambio, que ha fluctuado entre 3 800 y 5.000 pesos por dólar desde 2022, podría acercarse al extremo superior de este rango si el petróleo continúa su declive. Este deterioro no es abrupto, sino acumulativo: la erosión de la confianza de los inversionistas y la incapacidad de diversificar la matriz económica amplifican la presión sobre el peso.
Herramientas cuantitativas, como el clustering de monedas emergentes y los modelos de tipo de cambio, son esenciales para anticipar estos riesgos.
Estos análisis no ofrecen certezas, pero permiten identificar escenarios críticos: un Brent por debajo de $ 55 por barril, por ejemplo, podría desencadenar una depreciación más severa del peso, mientras que un déficit fiscal creciente limitaría la capacidad del Gobierno para implementar medidas contracíclicas.
La experiencia histórica del Imperio Español subraya la necesidad de diversificación económica como un imperativo estructural. Para el peso colombiano, el camino hacia la estabilidad requiere reducir la dependencia del petróleo y fortalecer los fundamentos fiscales, antes de que las fuerzas externas —geopolíticas y de mercado— impongan un costo aún mayor.