
ECONOMÍA
La mano visible
Cuando la liquidez es alta, el DJ del mercado pone temas como ‘Right Here, Right Now’ de Fat Boy Slim —un ritmo contagioso que hace que la pista se llene—, señalando que es hora de bailar con las probabilidades a tu favor.
Adam Smith nos habló de la “mano invisible,” esa fuerza misteriosa que, según él, guía las acciones egoístas de los individuos hacia un bien mayor, como si el mercado tuviera una sabiduría propia. Pero, ¿y si en los mercados financieros hubiera otra mano, una que podemos ver, medir y sentir? Una mano que no opera en las sombras, sino que se hace evidente en los números y las tendencias. Yo creo que esa mano existe, y se llama liquidez.
La liquidez —la facilidad con la que podemos comprar o vender activos— es la corriente que mueve los mercados. Es como el nivel del agua en un río: cuando fluye abundantemente, los botes navegan sin problemas; cuando se seca, las rocas emergen y el viaje se vuelve peligroso. Hace poco hice un experimento para comprobarlo, y lo que descubrí es que la liquidez no solo afecta cómo se mueven los mercados, sino que literalmente da forma a las probabilidades de lo que podemos ganar o perder. Es la mano visible que decide si las odds están a nuestro favor o en nuestra contra.
El experimento: mirando bajo el capó
Para entender esto, tomé datos de retornos del mercado y los dividí en dos mundos: periodos de alta liquidez y periodos de baja liquidez. Luego, tracé las distribuciones de probabilidad —esos gráficos que nos muestran qué tan probable es obtener un retorno positivo o caer en una pérdida dolorosa—. Los resultados fueron como encender una linterna en una habitación oscura.
En los periodos de alta liquidez, las distribuciones tenían un sesgo positivo. Imagina una curva que se inclina hacia la derecha, con una cola larga y generosa de retornos positivos. El promedio estaba cómodamente en terreno negro, y los eventos extremos negativos eran raros, como si el mercado estuviera diciendo: “Ven, juega, las cosas están a tu favor.” Por ejemplo, en una de las gráficas que tengo —la de retornos diarios del Nasdaq en un periodo líquido—, la distribución es casi una campana simétrica con un pequeño empujón hacia lo positivo, con un retorno promedio de 0.06 %. No es una fortuna en un día, pero multiplica eso por miles de días, y el panorama cambia.
En cambio, en los periodos de baja liquidez, la historia es diferente. La curva se tuerce hacia la izquierda, con una cola fea y pesada de pérdidas extremas.
El promedio se hunde, y los eventos catastróficos se vuelven más comunes. En mi gráfica de retornos anuales del Nasdaq durante un periodo seco, el sesgo negativo es claro: aunque el promedio llega a 15.47 % gracias a algunos años buenos, la sombra de caídas hasta -40 % acecha en el fondo. Y si miramos una década entera con poca liquidez, el mensaje es aún más crudo: “No es una década fructífera,” como dice el refrán. La música se detiene, y quienes siguen bailando lo hacen a su propio riesgo.

Las gráficas: una ventana al alma del mercado
Déjame contarte sobre las gráficas que preparé, porque son como mapas que nos muestran dónde está el tesoro y dónde los precipicios.
⦁ Retornos diarios: aquí la distribución es ajustada y casi simétrica, como una campana bien afinada. Con alta liquidez, el pico está cerca del 0 %, pero con un leve guiño hacia lo positivo (0.06 %). Es el mercado en modo tranquilo: no hay grandes sorpresas, pero las odds están ligeramente a nuestro favor.
⦁ Retornos Mensuales: la cosa se pone más interesante. La curva se ensancha y empieza a inclinarse a la derecha, con un promedio de 1.23%. Hay más espacio para ganancias, pero también para pérdidas. Es como si la liquidez estuviera diciendo: “Te doy más cuerda, pero cuidado con enredarte.”
⦁ Retornos anuales: ahora la distribución se estira como un acordeón. Con alta liquidez, el promedio salta a 15.47 %, y la cola derecha se alarga hacia ganancias jugosas, mientras que las pérdidas extremas se quedan rezagadas. Es el mercado en plena fiesta: cuando hay liquidez, todos quieren bailar.
⦁ Retornos por década: aquí es donde la mano visible se muestra en todo su esplendor. En un periodo líquido, el promedio se dispara a 361.95 %, y la distribución es un grito de victoria: una curva que sube hacia retornos enormes y apenas mira hacia atrás. Las pérdidas extremas son un eco lejano. Es una década fructífera, donde la liquidez mantuvo la música sonando.
⦁ Índice de Liquidez Global: también tengo una gráfica global que me encanta, cortesía del Financial Times y CrossBorder Capital. Muestra el “Índice de Liquidez Global” desde el 2000 hasta proyecciones al 2026. Es una montaña rusa: picos de liquidez cerca de 80 en 2010 y 2018, y caídas brutales a 20 en 2008 y 2020. Y detrás de todo, una línea gris marca un ciclo de 65 meses, como un metrónomo que dicta el ritmo.

¿Qué nos dice esto?
La liquidez es como el DJ del mercado: cuando pone buena música, todos bailan y las probabilidades se inclinan a nuestro favor. Cuando se corta la electricidad, el caos reina y las pérdidas acechan. Mira el 2008, por ejemplo: la liquidez se desplomó, y con ella vinieron las caídas históricas. Compara eso con el boom postcrisis o los años 90, cuando el dinero fluía como río crecido y los retornos sonreían.
Para los inversionistas, esto es una brújula. Si la liquidez está alta —si el índice global está trepando hacia 80—, es hora de arriesgar un poco más; las odds están de tu lado. Si se seca —si cae a 20—, tal vez sea mejor sentarse y esperar a que la música vuelva. Porque esas distribuciones de probabilidad no mienten: son la radiografía de las oportunidades y los riesgos.
La mano que podemos tocar
Adam Smith tenía razón en que hay fuerzas guiando los mercados, pero no todas son invisibles. La liquidez es la mano visible, la que moldea las curvas de probabilidad y decide si el mercado te abraza o te empuja al borde. Mi experimento lo confirma: cuando hay liquidez, el sesgo está con nosotros; cuando no, los eventos extremos nos castigan y las décadas se vuelven estériles.
Así que la próxima vez que pienses en invertir, no solo mires los precios o las noticias. Fíjate en la liquidez. Escucha la música. Cuando la liquidez es alta, el DJ del mercado pone temas como Right Here, Right Now de Fat Boy Slim —un ritmo contagioso que hace que la pista se llene—, señalando que es hora de bailar con las probabilidades a tu favor. Pero cuando la música se apaga, es tu señal para salir de la pista y esperar el próximo set. Porque esa mano visible es la que te dirá si vale la pena entrar a la pista o quedarte en la banca.
Gracias por leer.