
ECONOMÍA
La economía popular, simplemente otro nombre para la informalidad
Aunque hemos visto que el desempleo ha venido disminuyendo, el empleo formal no crece.
Las personas que vivieron en países bajo el yugo comunista durante tantos años, crearon un mercado negro para sobrevivir, conseguir productos no permitidos, por fuera de las leyes y de las normas vigentes.
Algo parecido se está creando y fomentando en Colombia: una economía paralela que no paga impuestos y que no es vigilada, que el Gobierno llama economía popular, ancestral, o artesanal cuando en realidad no es más que informalidad aliada y conectada en muchos casos con la delincuencia organizada.
Colombia ha sido uno de los países de América Latina con mayor informalidad, como también con un mayor índice de desempleo, siempre rondando el 10 %. Cuando entramos a mirar las razones de esto nos encontramos con diferentes factores. Unos de regulación como los costos laborales y de tramitología para ser legales que alejan a la ciudadanía y otro de delincuencia. Esto dando a entender que los grupos al margen de la Ley que son muchos (guerrilla, narcos, contrabandistas) fomentan estas economías ilegales, ya que es un vehículo para lavar sus recursos.
Aunque hemos visto que el desempleo ha venido disminuyendo, el empleo formal no crece. Lo que crece es la informalidad, acordémonos que la métrica para el desempleo son las personas que están buscando trabajo. Lo que está pasando en Colombia, es que las personas se están aburriendo de buscar trabajo y, por tanto, se dedican a otras labores no formales.
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El Gobierno Petro ha venido promocionando lo que él llama la economía popular, que es simplemente otro nombre para la informalidad. Esto tiene un gran problema: esta economía no genera empleos formales, por lo tanto, no paga seguridad social, no cotiza ni a pensiones ni a salud, tampoco es una economía ni vigilada ni supervisada por el Estado. Son todos los colombianos que viven en el día a día, los vendedores ambulantes, los que venden almuerzos o desayunos por las calles, etc.
Adicionalmente, Petro con la política de acabar con los hidrocarburos y con la minera ha abierto un camino a que aumente la ilegalidad en estos sectores. En el subsuelo hay mucho recurso que, si no se explota legalmente, termina haciéndose ilegalmente con el agravante de que la minería ilegal es diez veces más contaminante que la legal.
No entregar un contrato de explotación de oro a una compañía grande y establecida o a una multinacional, abre la puerta a que muchos ilegales terminen explotando esos terrenos. Además, esto termina siendo la puerta para la llegada de grupos criminales e ilegales que, según datos del mismo Gobierno, hoy en día les genera a estas organizaciones más ingresos que la misma coca y el narcotráfico.
Claramente, vamos por el camino equivocado. El Estado debe fomentar las economías formales: las que generan empleos dignos, con seguridad social, con cotización a salud y pensiones, que paguen impuestos para que estos se puedan redistribuir en beneficios para el resto de la sociedad.
Para esto se deben reformar muchas normas que hacen muy difícil que se logre. Debemos hacer una Reforma Laboral que ayude a generar empleo, no que lo destruya. Adicionalmente, las microempresas y pequeños negocios deben tener facilidades para su creación, se debe revisar la cantidad de costos que se tienen siendo legales, que terminan “espantándolos”.
A ninguno de nuestros precandidatos presidenciales se la ha ocurrido mirar a nuestros pares. Es decir, a los países a donde está llegando inversión extranjera, en donde el desempleo es menor, donde la informalidad no es un problema y entender a qué se debe, cuáles factores han hecho eso posible.
Creo que por ahí es el camino.