
Opinión
Hablemos de Divas
Las divas, además de buscar siempre un culpable, llevan a cabo un proceso constante de negación de su propio ego.
Quisiera tipificar una categoría de personas que existen en nuestro día a día organizacional, social y comunitario. Las famosas divas no son únicamente actrices y actores de Hollywood, sino seres humanos que buscan constantemente el brillo de la luz sobre sí mismos.
He descubierto a varios y varias (hoy la discusión no es de género, sino de humanos) cuya conducta me hace pensar que son divas para sí mismos. No ceden a la tentación de ser reconocidos ni de tener un reflector que los destaque más.
Voy a hacer una reflexión sobre las divas que caminan hoy entre nosotros y que, en realidad, siempre han estado ahí; solo que quizás no eran tan notorias por la falta de visibilidad, que ahora amplifican las redes sociales y las nuevas formas de interactuar y hacer networking.
Te pido que leas con cuidado y antes de pensar en los demás, te mires al espejo: ¿qué tan diva eres tú misma? Esa es justamente la primera señal. Cuando sientes que todos los demás tienen la culpa de todo, que hacen mal las cosas, que te juzgan y no te entienden, te estás encaminando con éxito a la universidad de las divas. Digamos que vas en el primer año de carrera profesional.
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Las divas, además de buscar siempre culpables, llevan a cabo un proceso constante de negación de su propio ego. Siempre se autodefinen como humildes, sencillas, calmadas, enfocadas. Se piensan tremendamente entregadas a los demás y niegan el deseo de ser el centro de atención. Pero, en el fondo, persiguen esa luz a toda costa.
Otra característica de este perfil —tan común en las organizaciones— es que no se dejan ayudar. Su voz es la única válida, y si alguien se atreve a señalarles un error, simplemente dejan de hablarle. Esa persona “solo les tiene envidia”.
Tristemente, las divas no se limitan al ámbito privado. También se camuflan en fundaciones bajo un discurso mesiánico del “vine a salvar al mundo”, aunque en realidad buscan fama, reconocimiento y se apalancan en la victimización.
A las divas les encanta el reconocimiento, los premios, las redes sociales. Mostrarse por uno y otro lado, con cualquier excusa que las haga verse más y ser reconocidas, enmarcando la importancia de las marcas que representan o quizás de sus principales benefactores. Pero aman profundamente que las vean como modelos, como roles que todo el mundo quisiera apropiar. Y por supuesto he visto también algunas que mienten y manipulan para tener provecho lucrativo.
Las divas caminan por el mundo con la verdad absoluta debajo del brazo. Les sonríen a todos los que tengan que sonreírles por un acto más de egoísmo que de verdadera conexión con otros.
Las divas no son conscientes de que son divas y de que muchos se dan cuenta. Pueden usar artilugios de manipulación con el único fin de lograr reconocimiento, de que le digan lo maravillosas (os) que son y cómo el mundo es mejor desde que ellas (os) existen. Por eso se rodean de personas que les suban el ego, que no les lleven la contraria y que, en lo posible, tengan menos poder que ellas.
Por último, las divas modernas son las peores enemigas, es mejor tenerlas cerca. Están tan convencidas de su propia verdad que harían como la madrastra de Blanca Nieves con tal de ser la más bonita(o) del reino.
Los líderes no son divas. La inspiración no está en las divas, sino en los seres de mayor valor genuino. Pregúntate: ¿qué tan diva serías si te cambian de ambiente, de país, de equipo, de posición en la empresa en la que trabajas? No te dejes manipular por las divas corporativas, ni creas todo lo que venden quienes ahora tienen tanta publicidad. Cuando haces las cosas con el corazón, con verdadera convicción, no necesitas esperar aplausos ni agradecimientos.
Los más generosos acostumbran a ser los más humildes. René Descartes.