
Opinión
El 7 de agosto del 2026
Todavía no vemos al candidato que pueda derrotarlo a él o a su comodín.
Aunque también celebré los discursos de la oposición el pasado 20 de julio de la senadora Paloma Valencia y la representante Lina María Garrido, no soy tan optimista como la mayoría de los colombianos. Estamos lejos de recuperar al país de la desgracia del mal llamado gobierno del cambio. La retórica no es suficiente.
Cada vez que me ilusiono me acuerdo de lo ocurrido en Venezuela en las elecciones de julio del año pasado. La oposición se organizó, lo que lograron con las actas electorales fue apoteósico, el triunfo en las urnas también. Pero hoy sigue en el poder Maduro ante la complacencia de la comunidad internacional, la ONU, la OEA, y demás organismos que cada día sirven para menos.
Me llevan diciendo hace rato que nosotros no somos Venezuela, que acá no puede pasar eso. Yo desafortunadamente no lo veo así, cada día Petro y su corte se asemejan más a Maduro. La supuesta zona binacional que quieren hacer entre estos dos presidentes es traición a la patria, es la entrega del territorio a las mafias narcoterroristas.
Los dictadores modernos y las tomas del poder por la fuerza han cambiado mucho. Ya no llegan con armas al palacio de gobierno y doblegan al presidente de turno. La izquierda internacional entendió que tienen un discurso mucho más fácil de digerir y de aceptar, la mayoría de los actuales dictadores como Maduro u Ortega llegaron al poder democráticamente, ganaron en franca lid.
Lo más leído
El problema es que no entregan el poder, ahí se quedan, sin balas, sin muertos; simplemente, tuercen la constitución a su acomodo o hacen trampa en las elecciones venideras.
Lo peor, todo con complacencia del pueblo que ingenuamente sigue comiendo cuento y no reacciona a tiempo.
Petro ha logrado consolidar un gran poder, no solo en el Ejecutivo con personajes cada vez más sombríos y con menos escrúpulos. También ha hecho sus buenos pinitos en las cortes y claramente tiene mayorías en la Cámara de Representantes, ahí la mermelada es mucho más eficiente que la ideología. Además, de acuerdo con la última encuesta de Invamer el 38 % de los colombianos todavía lo apoya.
Todavía no vemos al candidato que pueda derrotarlo a él o a su comodín. Esta persona debe aglutinar al 62 % restante y ganar en primera vuelta, esto es fundamental. En la segunda vuelta pueden hacer conejo. Tiene que ser antípoda de Petro, pero también atraer a grupos cercanos a ese progresismo.
Para mí, ese candidato, el día de la posesión, el siete de agosto del 2026, debe por lo menos:
1. Tener listo y radicar los siguientes proyectos de ley con urgencia:
a. Reforma tributaria estructural, más sencilla, que baje impuestos para ser más competitivos, pero que aumente la base.
b. Reforma laboral que cree el trabajo por horas para que los jóvenes puedan emprender y trabajar al mismo tiempo, por tanto, disminuya la informalidad.
c. Reforma a la salud para devolver a los colombianos todo lo perdido estos tres años de malos manejos.
2. Tumbar el adefesio de Puerto Rellena, símbolo de un estallido social chimbo y financiado por la guerrilla.
3. Reanudar la aspersión aérea de cultivos ilícitos, única manera efectiva de disminuir ese flagelo es quitarle gasolina a los delincuentes.
4. Dar orden explícita al Ejército y a la Fuerza Aérea para reactivar los bombardeos a grupos narco terroristas.
5. Acabar de tajo todos los procesos de paz total de este Gobierno, que lo único que han logrado es fortalecer estos grupos y aumentar la violencia.
Como ven para esto no se necesita solamente ganar la Presidencia. Debemos recuperar y tener mayorías en el Congreso, mínimo ese 62 % o si no, no hay cómo sacar adelante a Colombia.