José Miguel Santamaría Uribe

Opinión

Con Trump no se juega

Las últimas movidas de Trump frente a Petro nos han llenado de esperanza.

José Miguel Santamaría
24 de octubre de 2025

Siempre nos han dicho que debemos escoger bien a los enemigos; hay personas con quienes no se debe pelear. Al parecer, este consejo nunca se lo dieron a Petro, que se creyó el cuento de sus bodegas de que era un líder intergaláctico y se fue a pelear contra Trump, la persona más poderosa del mundo.

Cuando Trump llegó por segunda vez a la presidencia de Estados Unidos generó una reacción muy fuerte del establecimiento estadounidense, ya que él no pertenece a esa casta de Washington que lleva tantos años en el poder con su burocracia y con ese olorcito a izquierda que representan Biden, Obama y Clinton, todos ellos, en parte, influenciados por la cultura woke, la ideología de género y por Soros, el gran titiritero del caos.

En Colombia, Petro y Santos, entre otros políticos, son cercanos a este titiritero. Pero no solo ellos: también muchos medios de comunicación y universidades han sido permeados con dineros de Open Society, una ONG de Soros desde la cual impregna, a punta de donaciones por el mundo, esta cultura de destrucción de los valores, de la familia y de la sociedad.

Los colombianos hemos sido tibios frente al poder destructor de Petro. Fue también el establecimiento el que ayudó a que subiera al poder, pensando que la izquierda debía tener una oportunidad. Parte del empresariado, además, se ha aprovechado y ha sacado frutos. Hoy sabemos que Petro ni es de izquierda ni debía haber tenido la oportunidad de gobernar, porque no era competente.

Las últimas movidas de Trump frente a Petro nos han llenado de esperanza. Sabíamos que había sido elegido con trampa, con recursos non sanctos; siempre se rumoró que Venezuela ayudó en su campaña, pero no solo ellos: también los narcos lo apoyaron. Lamentablemente, no se pudo hacer el juicio político a Petro; la Comisión de Acusaciones de la Cámara de Representantes no tuvo la altura para hacerlo, prefirió la feria de contratos y de burocracia que le ofrecieron a cambio.

Hoy la situación es distinta: la posible entrada de Petro, sus familiares y sus principales alfiles a la lista Clinton cambia todo el panorama a futuro. Como dicen en redes sociales, Petro está “a tres Doritos” de tener afiche de recompensa como Maduro.

De todas maneras, Colombia no la tiene fácil de aquí a las elecciones de 2026. Como lobo enjaulado, Petro se ha radicalizado y quiere a toda costa mantenerse en el poder. A sus candidatos más cercanos se les cayó la estantería: Quintero tacó burro y quedó por fuera por vivaracho, y a Cepeda se le vino abajo el tinglado que tenía contra el presidente Uribe, su plataforma de campaña. Solo le quedan Carolina Corcho, la “doctora muerte”, y Roy Barreras, un saltimbanqui, como alternativas. Viene entonces otra vez la estrategia de la Constituyente y la violencia urbana como arma política.

Estoy seguro de que Trump seguirá en su cruzada por acabar con el régimen de Maduro en Venezuela y con todos sus aliados, entre ellos Petro, que cree que pelear contra el imperio le traerá réditos políticos para las elecciones. Yo, personalmente, considero que Petro está tacando burro.

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