Finanzas

El lado flaco del Pacto por el crédito. Así les ha ido a los pequeños negocios que tocan puertas en los bancos

¿A quién está llegando la plata de los préstamos? Bancos y SuperFinanciera coinciden en que la estrategia ha funcionado. Esto dicen los pequeños negocios.

7 de junio de 2025, 5:27 a. m.
Jonathan Malagón, presidente de Asobancaria
Jonathan Malagón, presidente de Asobancaria | Foto: Asobancaria / Cortesía

A Héctor Javier Galindo, vocero de la Mesa Nacional de Tenderos, le pareció sorprendente que, durante tres días, los grandes banqueros y reconocidos financistas hablaran de incertidumbre en la economía colombiana. Para ellos, esa palabra es pan de cada día, pues no tienen otra opción que resolver a diario el reto de rebuscarse para cumplir con las exigencias que les plantea la cotidianidad.

Para él era la primera vez que, como representante de los verdaderos pequeños negocios del país, se codeaba con los timoneles del crédito en una convención bancaria como la que se realizó en Cartagena, convocada por Asobancaria, con una multitudinaria participación, tanto del Gobierno que hace la política pública, como de economistas, presidentes de la gran empresa y aspirantes a las elecciones presidenciales.

Para los grandes banqueros, las preocupaciones ahora ya no son las de tener liquidez y no poder colocar los créditos porque las tasas de interés espantaban a los usuarios. Ahora los trasnocha el nuevo costo de emplear más gente si se aprueba la reforma laboral; o el tener que adelantarle a la Dian una retención en la fuente más alta; o los mensajes que salen desde el Gobierno y al generar incertidumbre están frenando la inversión, como lo mencionó Luis Carlos Sarmiento Gutiérrez, presidente de la junta directiva del Grupo Aval.

Aun con un entorno adverso, según dijo Javier Suárez, presidente de Davivienda, el sistema financiero es, en la actualidad, “altamente solvente, pues está en un nivel de alrededor del 14-16 por ciento por encima del techo regulatorio en solvencia, que es del 9 por ciento. La cartera tiene un repunte de 3,5 por ciento, pero las rentabilidades patrimoniales de los bancos se han reducido”, sostuvo.

Entre tanto, en el medio en el que se mueven los negocios que representa Galindo, los desvelos provienen de la necesidad de adquirir un crédito accesible para adquirir las pacas de arroz que van a comprar a las tiendas los habitantes del barrio, o las cajas de cerveza que deben estar en los estantes el jueves, de manera que puedan venderlas durante el fin de semana, según relató en su testimonio. “Esas realidades no las tiene en cuenta el sistema financiero y son las que llevan a los dueños de pequeños negocios a tener que aterrizar en el gota a gota”.

Fueron esos pequeños negocios que iban a tocar la puerta en un banco buscando plata, pero que para las entidades financieras no cumplían los requisitos o tenían que aceptar tasas más altas por el nivel de riesgo de impago que representan, los que quedaron entre los priorizados en el llamado Pacto por el Crédito. “Estábamos ninguneados. Hablaban de las mipymes en términos generales y allí entraba la pequeña y la mediana empresa, pero la microempresa no, y ese segmento es el 93 por ciento de las unidades productivas del país, para el cual nunca se había desarrollado una propuesta específica que atendiera sus necesidades crediticias”.

En septiembre de 2024, según registra la historia contada en los informes periódicos de la Superintendencia Financiera, se estableció un compromiso entre el Gobierno y la banca comercial para desembolsar 252,7 billones de pesos, que se tendrían que destinar a cinco sectores priorizados durante 18 meses. Implicaba sumar 55 billones de pesos más a lo que ya se irrigaba en desembolsos para ellos. Como resultado, según las estadísticas de Jonathan Malagón, presidente de Asobancaria, “se han desembolsado 102 billones de pesos, un crecimiento anual del 18 por ciento en términos reales, mientras que los desembolsos para el resto de la economía aumentaron en 8 por ciento”.

Aunque las voces desde la banca coinciden con la del superintendente financiero, César Ferrari, en que el Pacto por el Crédito ha sido exitoso, el rezago en el beneficio para los pequeños negocios es persistente. Según Malagón: “Para la economía popular se han movilizado 2,3 billones de pesos, con un crecimiento cercano al 10 por ciento, lo que significa que más microempresarios están accediendo al crédito”.

Galindo, por su parte, tiene sus reparos con los resultados, pues si bien es un avance que se haya reconocido a la economía popular de los barrios, de manera específica, hay varias tareas pendientes que no dejan fluir los créditos. “Se habla de más de 2 billones de pesos colocados en la economía popular, pero es algo que no está discriminado para qué es. Hasta ahora, el sistema financiero se había preocupado por prestar, sin saber a quién y para qué, y así como un médico tiene que conocer al paciente para saber qué remedio le conviene más, también acá se necesita lo mismo”, afirma Galindo.

El monto promedio de los créditos que estarían beneficiando a los negocios de la economía popular es de 3,6 millones de pesos, según informa la Superfinanciera, con unas tasas de interés promedio ponderado para los desembolsos que “aumentó levemente, de 14,9 por ciento en marzo de 2025, a 15,5 por ciento en abril de 2025”, dice el documento de seguimiento al Pacto por el Crédito de la entidad de vigilancia.

En el caso de la economía popular, el interés es del 57,4 por ciento. Al respecto, la superintendencia señala que “la tasa de interés tan elevada para la economía popular reduce la demanda de los posibles clientes. Parte de esta tasa elevada es consecuencia de la percepción del riesgo que tienen los agentes financieros frente a las poblaciones que demandan o podrían demandar este tipo de crédito”, agregó la entidad.

Ese es justamente otro de los escollos que llevan a Galindo a señalar que el éxito del Pacto por el Crédito en el escenario de los pequeños negocios es parcial. “Como el sector financiero no conoce al paciente, presume que al prestarle se está arriesgando mucho. Pero el pobre es buena paga, cuando logra obtener uno un crédito lo cuida”, sostuvo.

El retrato de lo que está sucediendo en el acceso al crédito para la economía popular evidencia que no hay un sistema de medición que refleje la realidad con nitidez. El presidente de Davivienda hizo cálculos con las mipymes, y, según sus cuentas, los desembolsos promedio para ese tejido empresarial en el que no solo están los pequeños negocios, son de 40 millones de pesos por crédito. Esa cifra la multiplicó por dos millones de empresas en ese segmento y estimó que se habrían irrigado para ellos 80 billones de pesos, cifra a la que le agrega 30 billones de pesos más, que estarían saliendo a través de crédito de consumo. “Ese tipo de crédito no solo es para gasto improductivo, sino que en el 50 por ciento va a ese independiente que, en su mayoría, lo utiliza para comprar una moto que es su herramienta de trabajo, o para dotar de insumos a una peluquería”.

Y desde la perspectiva de Juan Carlos Mora, presidente de Bancolombia, para quien también el Pacto por el Crédito ha sido un éxito, los números de la plataforma Nequi estarían confirmando que el beneficio sí ha llegado a los pequeños negocios. “Tengo una discrepancia sobre la forma en la que se está midiendo el resultado para la economía popular, que aparece con una meta subjecutada. Nequi, por ejemplo, tiene una cartera de un billón de pesos que ha puesto en créditos a más de 500.000 clientes que antes no tenían acceso, con préstamos promedio de 2 millones de pesos, pero la clasificación existente no lo considera como economía popular y son 200.000 millones de pesos irrigados a través de Nequi”.

En el debate de si se requiere o no llamar a los bancos a que pongan más plata, una vez se agoten los recursos iniciales del Pacto por el Crédito previstos en la meta para que la estrategia continúe, José Ignacio López, presidente de Anif, pidió “no romantizar la economía popular”, frase que al representante de los tenderos, Héctor Javier Galindo, le sonó fuerte, pues, en su opinión, no se puede desconocer que es el pequeño negocio el que empujó la economía en el primer trimestre, justamente, porque los grandes empresarios están frenados por la incertidumbre.

Sin embargo, López explicó su posición. “Es cierto que la economía popular somos nosotros. Es el país que somos. Lo que hay que preguntarse es si es ese el país que queremos: una nación de trabajadores del rebusque y del día a día”.

En medio del debate, lo cierto es que Colombia requiere tener una economía creciente, con al menos una expansión del 4 por ciento sostenible, como lo planteó Asobancaria en un libro lanzado durante la convención. Para llegar allí, lo que, sin embargo, todavía no sería suficiente para un verdadero desarrollo, hay que poner el foco en el crédito, como lo dijo el superintendente Ferrari, pues “sin desarrollo financiero no puede haber desarrollo económico”.