Macroeconomía
Bogotá y Guaviare, los dos extremos de Colombia para la equidad de las mujeres frente a los hombres
Mientras las mujeres se llevan la peor parte, en el otro lado pueden llegar a estar en mejores condiciones.
Con el propósito de visibilizar los avances y las brechas de género, motivar la discusión y fortalecer la capacidad institucional para promover la equidad de género en el país, la Universidad del Rosario y el Consejo Privado de Competitividad (CPC), con el apoyo de Davivienda, presentan el primer Índice de Equidad de Género (IEG) subregional.
Dicho índice analiza los períodos 2023 y 2024, considerando varios pilares fundamentales para la equidad de género, algunas de ellas los accesos a cargos de representación y acceso a mercados.
“La equidad de género es un compromiso colectivo y un pilar del desarrollo social y económico. La falta de políticas públicas efectivas y la ausencia de medidas concretas impiden cerrar las brechas existentes. El IEG debe ser una herramienta de referencia para la toma de decisiones, orientando estrategias que permitan garantizar oportunidades equitativas y construir una sociedad más justa, competitiva e inclusiva”, afirmó Ana Isabel Gómez, rectora de la Universidad del Rosario.
De acuerdo con el reporte, Bogotá ocupó el primer puesto en 2024 con un puntaje de 7,16 y mantuvo su posición de liderazgo con respecto a 2023. Los departamentos que demostraron avances significativos en áreas de infraestructura, empleo y acceso a servicios fueron Atlántico con 6,76 y Cundinamarca con 6,75. Así mismo, Cauca, Córdoba y Sucre demostraron avances en varios pilares.
Los resultados del índice de equidad revelan un panorama diverso y así como se registraron departamentos con un buen desempeño, también está la otra cara de la moneda.
Debido al limitado acceso al empleo y los servicios básicos, según cifras de 2024, los departamentos con alta ruralidad como Guaviare, con un puntaje de 3,07, Guainía 3,62 y Vaupés con 3,66 son los más afectados.
Las barreras que intensifican la inequidad en estas zonas se originan en la carencia de servicios esenciales. Tal como el efecto dominó, donde el suceso inicial desencadena múltiples consecuencias, la deficiencia en el acceso a la infraestructura básica como acueducto, energía y gas fue el detonante inicial.
La consecuencia que se produjo consecutivamente después de la primera reacción fue, según el IEG, el resultado de la falta de acceso a los servicios, pues las mujeres de estas zonas recorren largas distancias para acceder al agua y toda la carga doméstica recae sobre ellas. Finalmente, para terminar con el efecto para que la última ficha cayera fue la acumulación de trabajo no remunerado que sufre la población femenina.
En temas de educación, a pesar de que a lo largo de los años las mujeres han alcanzado mayores niveles de educación formal, las oportunidades laborales siguen siendo pocas.
En el informe se menciona que son las mujeres las que dedican más tiempo a las tareas del cuidado, puesto que 7 millones están inactivas y dedicadas al oficio del hogar. El 23 % de la población entre 18 y 24 años no estudian ni trabajan; de esta cifra, el 62,5 % son mujeres, según cifras del Dane.
El verdadero problema
La precariedad de la acumulación de trabajo y responsabilidades de cuidado no son fenómenos que solo persisten en algunos departamentos; de hecho, son un común denominador en la población femenina.
Según Mía Perdomo, feminista, cofundadora y CEO de Aequales, muy pocas personas entienden la relación que existe entre las tareas del hogar y la equidad de género. En este sentido, la preocupación principal con respecto a la población femenina debería ser su tiempo, el cumplimiento de su trabajo y su correcta remuneración.
Sin embargo, las mujeres no tienen la posibilidad de encontrar un punto de equilibrio en estos ámbitos, pues llegan a sus casas y tienen una doble jornada laboral, trabajan 8 horas adicionales y tienen además que movilizarse tres veces más en medios de transportes que los hombres, porque tienen que cumplir con varias obligaciones antes que los demás.
“Eso es lo que requiere el cuidado del hogar, las mujeres viven exhaustas y se puede decir que no solo tienen pobreza en términos económicos, sino también pobreza de tiempo”, aseguró Perdomo.
