ECONOMÍA
Salario mínimo 2025: un experimento popular demasiado caro
Por: Carlos Arturo Barco Alzate, socio director de Litigios y Formación Álvarez Liévano Laserna.
Quedó definido el salario mínimo para el año 2025 en un acto más popular que público liderado por el presidente de la República. Las nuevas cifras son: $ 1.423.500 como salario mínimo propiamente dicho y $200.000 como auxilio de transporte. Los aumentos, comparativamente, fueron del 9,53 % y 23,45 %.
Esta no es una buena noticia en general, porque no toma en consideración las limitaciones de la economía del país y nuevamente parecieran primar consideraciones populistas en decisiones que deben ser rigurosas y necesariamente técnicas.
Lo primero que se debe destacar en este punto es que el Gobierno nacional no solo en el frente político del salario mínimo anualmente, sino en los diversos debates de la Reforma Laboral que cursa en el Congreso de la República desde 2022, ha insistido en que los ingresos de los trabajadores deben subir considerablemente para reivindicar sus derechos y mejorar su capacidad adquisitiva y, por esta vía, hacer crecer la economía por el supuesto aumento en la demanda agregada.
Dicho de otra forma: si hay más dinero circulante y más capacidad adquisitiva, las personas gastarán más adquiriendo bienes y servicios y, entonces, los ingresos de las compañías empleadoras también mejorarán y habrá crecimiento económico.
Pues bien, este es un experimento no solo demasiado costoso sino absolutamente arriesgado. Además, es como intentar llegar a la luna con un cohete casero.
La economía de mercado - querámoslo o no - supone un equilibrio demasiado frágil en el que la multiplicidad de variables hace que sea extremadamente difícil sostener condiciones de bienestar, estabilidad y crecimiento. Cada variable está estrechamente interconectada con decenas más y un desbalance en tan solo una de ellas puede echar a perder el esfuerzo económico de décadas.
En este caso, el Gobierno nacional, con la clara intención de congraciarse con los sectores menos favorecidos (y muchos de ellos - hay que decirlo - menos técnicos), impuso un incremento en el salario mínimo no solo muy superior al propuesto por los gremios económicos, sino además fundado en cifras que no ofrecen claridad ni tranquilidad en el mercado.
En efecto, el Gobierno tomó como cifras de referencia el valor estimado por el Banco de la República para la inflación del año 2024 equivalente a 5,20 % y la proyección de la inflación para el año 2025, correspondiente a 3,00 %.
Pero, además, adoptó como valor de Productividad por Hora Trabajada la cifra proveída por el Dane de 3,43 % y la contribución salarios al ingreso nacional también entregada por el Dane, equivalente a un 2,00 %.
Sin embargo, desde hace varias semanas un nutrido grupo de docentes, investigadores y técnicos del Observatorio Fiscal y del Observatorio Laboral de la Universidad Javeriana habían solicitado claridad y transparencia en la depuración de las cifras sobre el cálculo de la productividad por trabajador, entre otras variables, puesto que persistían serias dudas técnicas frente a la metodología del Dane y los cálculos y datos usados para proveer las cifras que finalmente tuvo como referencia el gobierno nacional.
Estos mismos Observatorios Laboral y Observatorio Fiscal en un juicioso análisis denominado “Elementos para la Fijación Responsable del Salario Mínimo: Claves para un Impacto Positivo y Equitativo” producido por los investigadores José Mauricio Salazar, Juliana Morad Acero y Daniel López Morales, sobre la discusión del salario mínimo concluyeron que los incrementos en el salario mínimo legal, ello no se ha traducido en “una mejora significativa de los ingresos de los trabajadores ni han impactado positivamente la estructura salarial en el país” y, contrario a ello, el mayor incremento del salario mínimo históricamente terminó por ampliar la brecha de ingresos entre los trabajadores informales en relación con el salario mínimo.
En efecto, dicen los investigadores que en 2013 mientras el salario medio de los trabajadores informales representaba el 93 % del salario mínimo, en 2023 esta cifra se redujo al 78 %. Esta disminución, en su sentir, “refleja que los incrementos en el salario mínimo no solo son insuficientes para mejorar la situación de los trabajadores en la informalidad, sino que pueden acentuar su vulnerabilidad”.
En este contexto, hay que recordar que Colombia tiene un mercado laboral atravesado por la informalidad laboral cercana al 60 %, en el que no solo millones de colombianos están muy por debajo del salario mínimo, sino que muchos empleadores son micro y pequeños empresarios, sin capacidad real de pagar mayores costos laborales.
Esto hace que, contrario a lo deseado, los pequeños empleadores (que son más del 90 % del tejido empresarial) antes de poder sostenerse con los mayores costos, se verán obligados a cerrar sus negocios o a contratar menos personas o, incluso, incurrir en evasiones al sistema u optar por la informalidad laboral como medio de supervivencia empresarial.
En estas condiciones, el experimento gubernamental del salario mínimo para el año 2025, más allá de las verdaderas posibilidades de la economía nacional, puede representar una gravísima situación para cientos de miles de pequeños empresarios cuyo crecimiento, permanencia y conservación de plazas de empleo se verá seriamente amenazada y, además, no será una solución para los informales que se verán más desprotegidos.
Finalmente, hay que aclarar que una oposición a un incremento exagerado del salario mínimo mensual en Colombia - más allá de las posibilidades económicas reales del país -, no es y no puede ser leído como una resistencia a mejorar las condiciones e ingresos de los trabajadores en el país.
Por el contrario, para poder aspirar a mejores salarios y mayores ingresos no se necesitan incrementos más altos por decreto, sino más empleadores sólidos que tengan la capacidad de pagarlos. Al final del día, la economía, como la vida, no se dicta por decreto.