Emisor

¿Por qué en el Emisor no consideran adecuado hacerle un préstamo al Gobierno?

El gerente del Banco de la República dice que si bien la inflación está por encima de lo previsto, las expectativas para 2022 están controladas. Agrega que hay que crecer más de 7,5 por ciento para impulsar el empleo.

11 de septiembre de 2021
Leonardo villar  Gerente del Banco de la República
Leonardo villar, gerente del Banco de la República, dice que el nombramiento de Alberto Carrasquilla en la junta de la entidad no afecta su independencia. | Foto: Karen Salamanca

SEMANA: ¿Por qué el Fondo Monetario le dio recursos a Colombia?

Leonardo Villar: El FMI hizo una emisión de Derechos Especiales de Giro, que es la moneda utilizada por ese organismo, por el equivalente a 650.000 millones de dólares. Fue una decisión multilateral adoptada por los gobernadores de los 190 países miembros del Fondo para darles liquidez a sus economías y ayudar en la recuperación. Estados Unidos había vetado el año pasado esa propuesta, pero con el cambio de Gobierno en ese país el proceso se destrabó. Todos los países miembros recibieron una suma en proporción a sus cuotas en el FMI. Las naciones ricas que no necesitan esos recursos los pueden usar para capitalizar un fondo especial que ayuda a los países más pobres con créditos subsidiados. En el caso de Colombia se decidió hacer uso inmediato de los recursos girados.

SEMANA: ¿Esa operación ya se hizo?, ¿ya entró el dinero al país?

L.V.: El 23 de agosto recibimos la proporción que nos correspondía en derechos de giro, por el equivalente a 2.790 millones de dólares. Esas divisas se le vendieron al Gobierno el 30 de agosto a cambio de títulos TES, sobre los cuales había hecho un canje interno por títulos de más largo plazo, lo que le mejoró el perfil de la deuda. Me gustaría resaltar que la construcción de la figura para trasladar la liquidez del FMI al Gobierno es un gran ejemplo de cooperación y coordinación. El Gobierno recibió recursos líquidos que necesita para cubrir sus necesidades fiscales y el Banco de la República, por su parte, recibió títulos de alta liquidez, que puede comprar o vender en el mercado, con los que puede realizar operaciones para su manejo monetario y que ayudarán a mejorar sus utilidades futuras.

SEMANA: ¿Cuáles son las utilidades del Banco estimadas para este año?

L.V.: En el informe que enviamos al Congreso en abril de este año habíamos estimado pérdidas por unos 100.000 millones de pesos para este año, y aunque ese pronóstico se había reducido marginalmente, con esta operación es posible que incluso tengamos utilidades. Para 2022, las utilidades pueden ser de 760.00 millones de pesos. Esto gracias a los intereses que vamos a recibir de los TES que recibimos del Gobierno.

SEMANA: Cambiando de tema, la inflación está en alza y ya supera la meta del Banco, ¿eso qué tanto presiona las futuras decisiones de la junta directiva?

L.V.: Aunque esperábamos que la inflación se ubicara temporalmente por encima del 4 por ciento, en agosto subió más. Definitivamente va a ser un elemento importante en las decisiones de los próximos meses. De hecho, al final de la última junta advertimos que estábamos llegando a un punto en el cual la capacidad del Banco de mantener una política monetaria tan expansiva como la aplicada desde que comenzó la pandemia ya no es tan amplia. Esto no significa que el Banco dejará de tener una política expansiva, sino que su magnitud debería empezar a reducirse gradualmente a lo largo de los próximos meses. La economía está recuperándose más rápido de lo previsto y la mayor inflación que estamos observando por razones coyunturales podría empezar a afectar las expectativas para 2022. Hasta ahora, afortunadamente, analistas e inversionistas esperan para 2022 un retorno de la inflación a niveles acordes a la meta. Para nosotros es fundamental que las expectativas se mantengan alrededor del 3 por ciento para 2022 y los años siguientes.

SEMANA: ¿Qué le preocupa particularmente de la actual inflación?, ¿a qué le hace un seguimiento más cercano?

L.V.: Lo esencial es ver qué tan persistente es el aumento de la inflación y las fuerzas que se han desatado para presionar las alzas. Hay algunos componentes de la inflación de alimentos perecederos que responden a factores de corto plazo y que probablemente se van a devolver o ya se están devolviendo. Sin embargo, hay otros que tienen que ver con la inflación importada por el aumento muy fuerte en los precios de los productos básicos a nivel global y que afecta alimentos como los cereales. No sabemos muy bien cuánto va a durar esa presión externa, que no solo impacta a los cereales, sino también a cadenas agropecuarias como la avícola. Además, se está presentando un fenómeno muy peculiar y es que a nivel mundial los precios de los bienes suben más que los de los servicios. Esto probablemente tiene que ver con el hecho de que los bienes están afectados por dos factores: el auge en los precios de los commodities y las dificultades en la logística internacional. De nuevo, se trata de un tema que debería ser temporal, pero que puede tardar un tiempo considerable en ajustarse. La preocupación es que esas presiones que vienen de tantos frentes empiecen a afectar las expectativas de inflación en Colombia y, por esa vía, los precios de otros productos y servicios.

SEMANA: El consumo está creciendo rápido, ¿Qué tanto puede generar presiones inflacionarias?

L.V.: La recuperación de la economía se está traduciendo en un aumento del consumo que puede empezar a reflejar presiones sobre los precios y un aumento del déficit de cuenta corriente, que actualmente no es despreciable. En el último informe de política monetaria, el Banco estimó un déficit de cuenta corriente para 2021 de 4,5 por ciento del PIB, que es elevado teniendo en cuenta que este año tenemos unos precios del petróleo, del carbón y de nuestros productos básicos relativamente altos. Incluso algunos analistas ya están proyectando un déficit mayor al 5 por ciento del PIB para 2021 y eso refleja una demanda alta y que la oferta no está respondiendo al mismo ritmo. Eso podría convertirse en un elemento clave en las decisiones sobre la magnitud de la postura expansionista del Banco.

SEMANA: ¿Sigue optimista con el crecimiento para 2021 y cómo ve 2022?

L.V.: Hoy, las expectativas de crecimiento para este año son superiores a las que teníamos en enero o febrero. En ese momento, el equipo técnico del Banco veía un 4,6 por ciento, pero en el último informe de Política Monetaria se proyecta 7, 5 por ciento en el escenario central. Ese cálculo es particularmente llamativo tras la fuerte caída de mayo, como consecuencia del paro. No obstante, es importante destacar que, si se logra crecer 7,5 por ciento, ello apenas nos llevaría a un nivel de actividad similar al de 2019. Eso ayuda a explicar un tema preocupante: el rezago del empleo, que está muy por debajo de lo que teníamos hace un par de años, que se refleja en tasas de desempleo muy superiores a las de 2019 y que afectan de manera particularmente grave a jóvenes y mujeres. Los datos de empleo no han mejorado a lo largo de este año al ritmo que lo ha hecho la actividad productiva, aunque debe destacarse que los datos de julio mostraron una mejoría no despreciable.

SEMANA: En campaña electoral, cada vez se oyen más propuestas que tienen que ver con el Banco, como un posible préstamo al Gobierno. ¿Cómo lo ve?

L.V.: El debate sobre políticas es lo que alimenta las buenas decisiones, pero la posibilidad de que el Banco sea el que reemplace el cobro de impuestos con una emisión para prestarle al Gobierno nos preocupa, pues puede conducir a un grave deterioro en la capacidad del Gobierno de resolver los problemas sociales y de avanzar en una política de gasto sostenible. Los países que lo han hecho han terminado mal. Tenemos un vecino que lo demuestra, que es Venezuela. Otros que lo han hecho de una manera menos radical, como Argentina, hoy tienen sus tasas de inflación por encima de 50 por ciento. Ese es el tipo de situaciones a las que no quisiéramos llegar. Que el Banco de la República financie al Gobierno mediante créditos directos implica poner la política monetaria a depender de criterios fiscales y genera expectativas de inflación que pueden ser muy dañinas para el propio Gobierno. Así, por ejemplo, con expectativas de inflación altas sería muy difícil para el Gobierno emitir deuda en el mercado, tal como afortunadamente lo ha podido hacer en el último año y medio, con todo y los enormes déficits que tiene. Nadie compraría esos papeles si no creyera que la situación inflacionaria se va a mantener acorde a la meta del Banco.

L.V.: Soy un convencido de que las personas que entran a la junta, desde que llegan, son independientes, pues ese es el mandato que les otorga la Constitución. En ese sentido, no veo ningún riesgo de perder independencia y menos con personas que han trabajado en la institución y han mostrado su compromiso con los objetivos del Banco. Por razones fortuitas, en los últimos años varios miembros de la junta han renunciado, lo cual es desafortunado porque reduce la continuidad, que es clave en esta labor. Lo positivo es que los reemplazos son personas con muy altas calificaciones para cumplir las funciones establecidas en la Constitución.

SEMANA: Que la mayoría de los miembros de la junta haya sido nombrada por el actual Gobierno, ¿implica unidad de pensamiento?

L.V.: En lo absoluto. Típicamente siete economistas implican siete opiniones distintas. Afortunadamente, las discusiones se hacen con el apoyo de un equipo técnico muy sólido, lo que permite que se pueda llegar a niveles de consenso y a veces a diferencias que se expresan públicamente y que no afectan los objetivos fundamentales del Banco de la República.