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Así transformó el papa Francisco el banco del Vaticano tras sus revolucionarias reformas
El finado pontífice buscó incrementar la transparencia, fortalecer el control financiero y combatir la corrupción en las finanzas de la Iglesia.

Durante décadas, las finanzas del Vaticano fueron sinónimo de misterio y escándalos. Sin embargo, tras una serie de reformas polémicas, incómodas y revolucionarias, impulsadas por el papa Francisco, comenzó un proceso de transformación hacia la transparencia de esta institución.
A pesar de que el banco del Vaticano opera de manera diferente a los bancos tradicionales, se puede decir que cumple la función crucial de sostener económicamente la Iglesia. Bajo este contexto, la constitución del Estado de la Ciudad del Vaticano sentó sus bases en dos instituciones financieras principales: la Administración del Patrimonio de la Sede Apostólica y el Instituto para Obras de Religión (IOR).
La Administración del Patrimonio de la Sede Apostólica (Apsa) funciona como un banco central y le corresponde la gestión de los bienes inmuebles de la Santa Sede.
Por otro lado, el segundo, mejor conocido como el banco del Vaticano, no es un banco como tal, pues no tiene oficinas fuera de la Ciudad del Vaticano y se encarga de brindar servicios financieros a un grupo selecto de clientes como instituciones rligiosas, diócesis, embajadas acreditadas ante la Santa Sede; además, no ofrece préstamos o hipotecas.
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Sin embargo, hace poco obtuvo un Iban (International Bank Account Number), que es un código alfanumérico que identifica de forma única una cuenta bancaria a nivel internacional. Esto, después de que la Santa Sede entrara en la Zona Única de Pagos Europea.
Esta institución financiera fue fundada en 1942 por el papa Pío XII y su objetivo principal no radica en la obtención de ganancias como los bancos comerciales tradicionales, sino en la gestión de fondos destinados a obras religiosas de caridad.
Su funcionamiento está basado en tres pilares importantes, la administración de cuentas, la gestión de inversiones y la custodia de activos. Cabe resaltar que los fondos que maneja esta institución provienen mayormente de donaciones, legados y patrimonios de instituciones religiosas, cuya función es preservar y multiplicar recursos mediante inversiones éticamente responsables.

En 2023 se publicó el informe anual sobre las actividades del Instituto, el cual informa que su beneficio neto fue de 29,6 millones de euros (en comparación con los 18,1 millones del año anterior), utilizados exclusivamente para la función de “gestor patrimonial” y depositario del patrimonio mobiliario de la Santa Sede y de las instituciones vinculadas.
La IOR ha enfrentado múltiples desafíos para encontrar el reconocimiento de instituciones extranjeras como contraparte fiable, pues ha sido objeto de críticas por su opacidad y sus escándalos financieros repartidos entre casos de corrupción, lavado de dinero y manejos dudosos.
Las nuevas reformas
Bajo el pontificado del papa Francisco, la IOR encaró reformas para transparentar y modernizar sus operaciones. Los cambios que implementó el recién fallecido pontífice incluían auditorías internas y externas, cierre de cuentas que no cumplían los requisitos éticos o legales, y la publicación anual de sus balances financieros.
Desde su elección en 2013, el papa Francisco se enfrentó a las complicadas finanzas de la Santa Sede y creó específicamente un Secretariado para la Economía en 2014, que supervisa las inversiones y las actividades del banco del Vaticano.

Dicho Secretariado se anunció seis semanas después de la condena por el tribunal penal del Vaticano de un cardenal italiano de alto rango, monseñor Angelo Becciu, a cinco años y medio de prisión, tras un vasto proceso en torno a operaciones financieras en la Santa Sede, un tema que afectó la imagen de la Iglesia.
Bajo este contexto, el papa Francisco también aplicó un marco para las inversiones, se tomaron medidas anticorrupción y ordenó el saneamiento del banco del Vaticano, con el cierre de 5.000 cuentas.
*Con información de la AFP.