Cápsula
¿Se puede prevenir el deterioro de infraestructuras? Alertan reto que enfrentaría la economía colombiana
Según expertos, puentes, puertos y estructuras costeras enfrentan daños acelerados por la corrosión y la falta de mantenimiento.
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Pocos saben que en Colombia el verdadero desafío de las grandes estructuras como puentes, malecones o puertos no radica únicamente en su desarrollo, sino en el mantenimiento a lo largo del tiempo. Detrás de coloridos edificios, imponentes puertos y majestuosas estructuras patrimoniales, se libra una batalla silenciosa y extremadamente costosa contra los elementos: corrosión, fisuras, desprendimientos y cierres que pueden paralizar industrias enteras.
Este problema se agrava en ambientes costeros, donde el clima salino, la brisa marina cargada de cloruros y la humedad constante aceleran el deterioro del concreto, comprometiendo la durabilidad de la infraestructura y, en consecuencia, la productividad de sectores clave de la economía nacional.
Diego Jaramillo Porto, ingeniero civil y gerente técnico de la Cámara Colombiana de Cemento y Concreto (Procemco), explica que se pueden distinguir dos grandes tipos de patologías: las programadas, previsibles por desgaste natural, y las prematuras, resultado de malos diseños o construcciones.
“Construir bien y con durabilidad es un mandato; pero incluso con buenos diseños, las estructuras envejecen y el ambiente marino acelera los procesos de daño”, advierte Jaramillo.

Agrega que el gran reto en Colombia no radica en la falta de normas, sino en el déficit de calidad en la ejecución y en la ausencia de una cultura de mantenimiento. “Y cuando las patologías aparecen, reparar mal puede salir aún más caro”.
El deterioro prematuro del concreto no es un problema exclusivo de Colombia, sino una carga global. Según estudios citados por la Asociación Nacional de Ingenieros de Corrosión (NACE), el costo mundial de la corrosión supera los US$2,5 billones anuales, equivalente aproximadamente al 3% o 4% del PIB global.
En países como Estados Unidos, los puentes viales representan un gasto anual de US$8.300 millones en costos directos por corrosión —incluyendo reparación, mantenimiento y reposición—.
La solución debe partir de un diagnóstico de causas, no solo de síntomas. Es fundamental diseñar reparaciones con criterio técnico: emplear morteros y recubrimientos compatibles, sellos adecuados, sistemas catódicos (ánodos de sacrificio o protección catódica activa, según corresponda) y controlar el ingreso de cloruros mediante barreras o tratamientos de superficie.
