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Réquiem por el efectivo, la cultura cashless avanza en el mundo
Ir a un concierto, visitar un restaurante o asistir a un evento cultural y poder comprar todo solo con métodos de pago digitales es lo que se conoce como cultura cashless. ¿Qué ventajas trae y qué está pasando en el mundo?
“No se puede pagar con tarjeta, lo sentimos” es una de las expresiones más comunes en los mercados colombianos. Mientras tanto, cada vez son más los países en el mundo que se interesan por nuevas alternativas al uso de efectivo.
Según datos de la firma PricewaterhouseCoopers (PwC), lo que está en juego en este “tira y afloje” entre el uso de efectivo y otros medios de pago es estratégico, pues se estima que para 2008 el mercado de pagos alternativos ya alcanzaba en el mundo los US$20.000 millones.
Pero más que eventos y sitios que tienen formas de pago digitales son espacios que afianzan gustos y comportamientos que responden a nuevas necesidades de vida de las personas. Se trata de toda una cultura: cashless, una tendencia que se afianza en el mundo.
La base de la cultura cashless es que las personas puedan vivir experiencias en las que el efectivo no sea la base del intercambio económico. Por esto, surgen alternativas de pago a través de elementos contactless como manillas, tarjetas con sistemas NFC o códigos QR.
Además, esta cultura implica dejar de lado preocupaciones asociadas a usar efectivo en eventos masivos, como la pérdida del dinero que se lleva, hacer largas filas para comprar algo de comer o aspectos como los costos variables que se dan en servicios de eventos, al cambiar horarios o días de forma ocasional.
La cultura cashless en Europa
Europa es un continente de contrastes. Así como existen lugares cuya meta es disminuir el uso del efectivo e, incluso, buscar que desaparezca, como en Suecia donde se estima que se paga sin efectivo el 80% de las compras locales, también hay lugares como Alemania, donde aún predomina el uso de efectivo.
Según el Banco Central de Alemania (Bundesbank), “en Alemania, la aceptación de instrumentos de pago que no involucran efectivo, como las tarjetas de débito o crédito, es poco común”.
Otro dato que llama la atención de este país es que “cerca del 40% de las compras más grandes, con valores por sobre los U$40, son realizadas en efectivo”, de acuerdo con el Bundesbank. Incluso, la organización Cash Essentials estima que el 74% de las transacciones se realizan en efectivo.
Y en general, en Europa durante el año 2016, el 79% de todas las transacciones en puntos de venta de la zona euro se realizaron con efectivo, el 19% con tarjeta y el 2% restante con otros medios de pago como cheques, transferencias o dispositivos móviles de pago, según la publicación del Banco Central Europeo titulada “The use of cash by households in the euro area”.
En este escenario, la CGAP (Consultative Group to Assist the Poor) señala que en Europa se puso a prueba muy tempranamente el mercado para estos servicios y en el proceso se cosecharon algunos fracasos notables: “desde las tarjetas inteligentes que sustituían el efectivo, utilizadas en la segunda mitad de la década de 1990 (como Mondex o Proton), hasta las plataformas compatibles de pagos por teléfonos celulares de comienzos de la década de 2000 (como Simpay y Mobipay)”.
Ahora bien, la CGAP también lamenta la falta de incentivos adecuados para que los clientes utilicen en cada transacción el mecanismo de pago más conveniente desde el punto de vista económico.
Esto “perpetúa el uso del dinero en efectivo e impulsa alternativas más costosas, como las tarjetas de crédito, en lugar de promover la aparición de opciones de pago nuevas y de muy bajo costo”, sentencia.
Aún así, Europa es en donde la cultura cashless ha cobrado más fuerza, especialmente por sus afamados “cashless festivals”, eventos musicales y de entretenimiento que duran varios días y en donde se puede vivir la cultura cashless: usando pagos digitales, sin efectivo.
Incluso, se crean monedas propias para cada festival, usando tecnologías contactless como el sistema NFC. Por esto se habla de una cultura, ya que tienen diversos puntos de experiencia para que los asistentes creen una relación emocional con las marcas que comparten su visión de vida “sin efectivo” o cashless, reforzando su sentido de pertenencia por las comunidades que los organizan.
Por ejemplo, en el Tomorrowland de Bélgica, uno de los eventos de música electrónica más afamados, los asistentes acceden a todo un mundo de entretenimiento a través de una manilla cashless.
En España, los amantes del rock se unen con el Ronrías Baixas, un festival que además de integrar sistemas de cashless payment, usa big data para el control de aforos, accesos y conocer a fondo a las personas que se interesan por uno u otro artista.
La cultura cashless en Asia
De acuerdo con el estudio Cashless cities report, publicado por Visa en 2017, Oriente Medio, Rusia e India se encuentran en tránsito a una cultura digital, siendo Bangkok una de las ciudades más representativas de esta transformación en los medios de pago que se usan en Asia.
Uno de los datos que menciona este estudio es la “disponibilidad moderada para la adopción” de estos sistemas de pago distintos al efectivo, panorama que cambia un poco cuando se habla de los países del territorio Asia-Pacífico.
En especial China y los países del Sudeste Asiático, se consideran en maduración digital e, incluso, algunas ciudades como Seúl, Singapur y Tel Aviv, que presentan poca población no bancarizada y se consideran como digitalmente avanzadas.
África también acoge la cultura de vivir sin efectivo
Este es un continente de sorpresas y contrastes. Por un lado, sigue estando en el último lugar en cuanto a la incorporación de métodos de pago distintos al efectivo, por otro, las mediciones de los comportamientos de aceptación de estos instrumentos de pago online superan algunas cifras de otros lugares del mundo.
Según el estudio de la PwC titulado Medios de pago, paisaje en movimiento, “hay una relación directamente proporcional entre el desarrollo de una economía y el uso de medios distintos del efectivo. A mayor desarrollo, mayor empleo de las tarjetas, las transferencias, las domiciliaciones y los cheques”. El estudio establece que “África, con un 99% de empleo de efectivo, y Norteamérica, con un 51%, serían las regiones en los extremos de la escala”.
En este mismo estudio se señala que “África es el mercado menos avanzado, con abrumadora preponderancia del uso de efectivo (tiene tasas cercanas en muchos países al 100%) y donde todavía perviven fórmulas primitivas de pago, como el trueque. Además, solo el 25% de la población adulta está bancarizada”.
En contraste, se enfatiza también que en algunos países de África “sus ciudadanos se han pasado directamente a los pagos móviles, que no requieren necesariamente una infraestructura bancaria”.
Esto hace que las cifras sean sorprendentes. De acuerdo con el estudio, “el 52% de los pagos a través de móviles de todo el mundo se hacen desde África y el 16% de los adultos han pagado, enviado o recibido dinero alguna vez a través del móvil, cuando en el resto del mundo el porcentaje es del 5%. Es lo que podríamos llamar el efecto M-Pesa, el sistema de pago a través del móvil creado en Kenia y que ha sido exportado a otros países de la zona”.
¿Cómo está Latinoamérica en cultura cashless?
Colombia aún se encuentra en proceso de conocer y adaptar la cultura cashless a su sistema financiero y cultura. Sin embargo, en otros países como Argentina o Brasil se ha avanzado más en la posibilidad de tener alternativas de vida y entretenimiento que no pasen por el uso de efectivo.
En Colombia, aunque en el Plan Nacional de Desarrollo 2014-2018 se contemplaba disminuir el indicador de uso de efectivo, todavía los desafíos en esta materia son muy grandes, por lo que no se podría hablar de la existencia de una cultura cashless; los estudios que existen al respecto del uso del efectivo en el país giran en torno al comercio electrónico.
En ese sentido, la Comisión de Regulación de Comunicaciones, en su informe de 2017 El comercio electrónico en Colombia, afirma que una de las principales barreras para el desarrollo del comercio electrónico es “la existencia de normas jurídicas legadas que no se corresponden con el actual entorno digital y tienen como efecto prohibir o restringir la comercialización electrónica de bienes o servicios”.
También en 2017, Asobancaria publica un diagnóstico del uso del efectivo conocido como Proyecto F, el cual explica que las barreras microeconómicas que existen para adoptar los métodos de pago electrónicos en Colombia tienen que ver con “el régimen tributario, los costos financieros, la falta de educación e información financiera, los comportamientos culturales que le dan una alta valoración al uso de efectivo y los hábitos de pago”.
En ese sentido, Asobancaria afirma que en Colombia “las barreras para la masificación de los MPE (Medios de Pago Electrónico) han impedido desarrollar un ecosistema de pagos moderno y que propenda por el crecimiento y la estabilidad económica”.
Entre tanto, en otros países como Argentina, Brasil y México, es donde la cultura del pago sin efectivo está más avanzada.
El Lolla Cashless fue la moneda creada para la versión brasilera y argentina del icónico evento norteamericano Lollapalooza, que fue retomado desde 2003, viéndose fortalecido de nuevo en el mercado de la música al incorporar tendencias digitales de gran importancia, entre ellas, la cultura cashless.
En México, el Festival Vive Latino incorpora el sistema de pago cashless desde el año 2018, a través de una cartera digital para la cual, los organizadores sugieren tres pasos: recoger el dispositivo que la persona portará para pagar, recargar el dinero y comprar, buscando reducir, al mínimo, los pasos de compra o interferencias en el disfrute de los asistentes a eventos.