Juegos Olímpicos
La historia de Sandra Lorena Arenas, la medallista que le huía al atletismo
La marchista llegó de casualidad al atletismo, gracias a un sacerdote.
Este viernes, la marchista colombiana Sandra Lorena Arenas logró una medalla histórica para el país en la prueba de marcha de 20 km, en la cual llegó al final en la segunda casilla. La marchista nacida hace 27 años en Pereira terminó la prueba en 1 hora, 29 minutos y 37 segundos, siendo la única que le plantó cara a la italiana Antonella Palmisano (1h29:12), que fue contundente en los últimos kilómetros.
La sorpresiva presea nacional fue una de las noticias más relevantes del día, pues nadie tenía en sus planes que en esta disciplina se iba a conseguir una victoria. Para Arenas incluso no estuvo estipulado muchos años atrás, cuando le huía al atletismo, deporte que no le hacía mucha gracia.
La hoy medallista olímpica llegó de casualidad al atletismo, pues muy joven, cuando era acólita en la parroquia de Calarcá, Quindío, programaron una carrera. Sandra Lorena participó y desde allí el mismo padre Jonathan Darío García le vio facultades; sin embargo, a ella no le interesó.
En el año 2009, cuando Sandra Lorena se fue a vivir a Medellín, el mismo sacerdote le insistió para que siguiera practicando ese deporte y se inscribiera en la Liga de Atletismo, ya que apoyaba el deporte, pero sus esfuerzos fueron en vano ya que a Sandra Lorena nunca le vio muchas ganas.
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No obstante, todo dio un giro cuando empezó a estudiar en el colegio Santa Teresa, ya que un día vio a una de sus compañeras con el uniforme del Índer Medellín y le pidió que la llevara a un entrenamiento. Sandra Lorena llegó a la pista de la mano de sus padres a hablar con el entrenador de ese momento, Libardo Hoyos, quien advirtió de entrada que si quería asistir a los entrenamientos debía hacerlo día a día. Sandra Lorena aceptó y arrancó en el mundo del atletismo entrenando en la prueba de los cinco mil metros.
Meses después, en un entrenamiento imitó a uno de sus compañeros que entrenaba marcha y de inmediato su entrenador (Hoyos) la puso a la par de los marchistas e incluso le puso mentor. Su primera competencia en esta modalidad se dio en un clasificatorio departamental donde se llevó los honores, empezando a poner sus primeros pinos.
Años después, Arenas partió a Bogotá con la meta de consagrarse en la marcha, ya que la capital era considerada la cuna de los marchistas. Allí vivió sola y se forjó como la gran atleta que hoy en día tiene a Colombia con una nueva hazaña en las justas olímpicas y con mucho por dar para las próximas.
“Ha tenido un proceso de 12 a 13 años en el atletismo, empezó muy joven bajo la dirección de Libardo Hoyos. Ha venido consolidándose en las dos Olimpiadas anteriores y tuvo participaciones destacadas. En los Panamericanos de Lima fue campeona, ha sido dos veces quinta en el mundo con disciplina, tranquilidad y devoción, que hace para esta práctica de la marcha. Se merece este triunfo y resultado. Fue una carrera perfecta en la estrategia y la dosificación del esfuerzo. Los que la hemos visto crecer y sabemos de su sencillez estamos felices porque es el premio a una vida, un esfuerzo y dedicación total”, le dijo a SEMANA Julio Roberto Gómez, miembro de la comisión Competition World Athletics.
El palmarés de la marchista
Ganó medallas en los Bolivarianos de Perú 2013, los Juegos Sudamericanos de Chile 2014, los Juegos Centroamericanos y del Caribe de México 2014, y los Juegos Panamericanos de Canadá 2015. Con esas preseas abrió la puerta de los Juegos Olímpicos de Río 2016.
Un campeonato en los Juegos Bolivarianos 2017, récords en los campeonatos mundiales de marcha y un oro en los Juegos Panamericanos Lima 2019 le dieron la clasificación a las Olimpiadas de Tokio, 500 días antes de las justas.