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El zapateo se tomó las calles de Villavicencio en el 54 Festival Internacional del Joropo
Miles de personas salieron a la calle de la capital del Meta para ver a diferentes generaciones demostrar sus mejores pasos. Ni la fuerte lluvia interrumpió la jornada.
La edición 54 del Festival Internacional del Joropo, que se realiza en Villavicencio, Meta, representó un renacer cultural. Por eso la presentación en el joropodromo era tan importante tanto para los artistas como para el público en general.
Durante meses las corporaciones y escuelas de joropo se prepararon para el gran día. Luciendo sus mejores galas, las parejas salieron con paso firme a la Avenida 40 de la capital del Meta para bailar con más intensidad.
En las calles, miles de personas se agloparon a lo largo de los dos kilómetros del recorrido para apoyar, animar y aplaudir a los artistas. Los “mayores” recibieron una ovación que llenó la calle, su legado seguía vigente en medio de tantas dificultades.
Con paso firme realizaron los pasos que aprendieron hace muchísimos años, las mujeres movieron sus faldas de colores, mientras que los hombres zapateaban con sus alpargatas lo más fuerte posible en cada movimiento.
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En el clímax de la danza, la multitud enloqueció. Sabían que el esfuerzo con el pasar de los kilómetros era cada vez más fuerte y, desde las barreras, aplaudían para que no desfallecieran.
El siguiente grupo estuvo conformado por los más jóvenes, quienes buscan mantener intactas las costumbres de sus antepasados. Mientras bailaban por las calles, aplaudían con fuerza para hacerse sentir.
El mensaje era claro: el joropo sigue vigente en la cultura del llanero y es misión de casa uno velar para que la tradición siga por muchas más generaciones.
La ternura llegó a su punto máximo cuando los más pequeños salieron a la calle y demostraron con gran agilidad los pasos del baile tradicional. Los seis tiempos que conforman el joropo demostraron que están más que vigentes.
Cada voltereta, pisada y movimiento de los trajes fue aplaudido por cerca de las miles de personas que inundaron las calles. Todo esto mientras el sonido de la característica arpa llanera envolvía el ambiente.
Ni el fuerte aguacero que cayó en la etapa final frenó el baile. Los grupos se las arreglaron para seguir moviéndose en medio de los charcos y las calles que parecían partirse en dos. Sobre una improvisada tarima siguieron mostrando los característicos movimientos.
En total fueron 182 grupos de baile, 3.000 parejas que representaban a los departamentos de Arauca, Boyacá, Casanare, Guaviare, Vichada, Cundinamarca y Meta.