Libros
Sobre el último mundo distópico de Scott Westerfeld
Famoso por sagas para jóvenes adultos como “Leviathan”, “Zeroes” y “Uglies”, en “Zona de Derrame” presenta una bilogía de ciencia ficción con semejanzas a “Los juegos del hambre.”
Al norte del estado de Nueva York se encuentra la Zona de Derrame, un área restringida y militarizada, epicentro de una misteriosa tragedia. Tras la catástrofe, la joven fotógrafa Addisson Merritt es de las pocas que ha incursionado en su interior para documentar una ciudad plagada de anomalías: cuerpos sin vida que levitan con los ojos explotados de luz, barrios enteros reducidos a dos dimensiones, criaturas que alguna vez fueron ciervos o lobos y ahora son animales de fuego, objetos flotantes dibujando hermosas figuras geométricas en el cielo…
Pero ¿por qué arriesgar la vida en la Zona? La respuesta corta: por Lexa, su hermana menor y única sobreviviente de su familia. Con el dinero que consigue por sus impactantes fotografías en el mercado negro piensa darle una mejor vida lejos de su ciudad natal… Así, tal vez, la pequeña recuperará el habla y dejará su obsesión con esa desagradable muñeca de trapo que la acompaña desde el día mismo del siniestro.
Para los lectores del escritor norteamericano Scott Westefeld estos mundos distópicos no son una novedad, son parte de su fórmula de best sellers. Famoso por sagas para jóvenes adultos como Leviathan, Zeroes y Uglies —esta última publicada en español como Traición por el sello Montena y próxima a ser adaptada para Netflix con la actriz Joey King como protagonista—, Westerfeld presenta en Zona de Derrame una bilogía de ciencia ficción con semejanzas a Los juegos del hambre, por los férreos roles femeninos, o al videojuego The Last of Us, por el peligro inminente al que se expone quien se adentre en lo desconocido. En ese constante romper las reglas de Addie —incluso las autoimpuestas—, con cada ensayo y error donde se juega la vida, el lector conocerá las improbables causas del derrame, de ese choque interdimensional que tiene al mundo al borde de una invasión.
Por su parte, el artista Alex Puvilland lleva la acción a un ritmo vertiginoso gracias a su elocuente uso del lenguaje del cómic: variedad de formas y tamaños de las viñetas, planos imposibles que acentúan elementos clave de la trama, distintos estilos para tratar diferentes niveles o tiempos narrativos, y, sobre todo, colores extraordinarios para marcar las diferencias entre los mundos, es como si experimentáramos la adrenalina de huir de una procesión de animales espirituales a toda velocidad sobre la motocicleta de Addie. Y, aunque es la primera novela gráfica en solitario de Puvilland —anteriormente ilustró los títulos Prince of Persia y Templar en equipo con su talentosa esposa LeUyen Pham—, a nadie debe extrañar su maestría. Puvilland trabaja como animador en Dreamworks, donde ha participado en películas como Shrek 2, Sherman y Mr. Peabody, Un jefe en pañales y varias entregas de Madagascar; de allí la naturalidad con la que dotó de fulgor y singularidad las creaciones fantasmagóricas de Zona de Derrame.
Ahora, volviendo a Addie y Lexa, todo se complica con la aparición del agente norcoreano Don Joe, quien busca a las hermanas, primero, para espiarlas, y luego para ayudarlas, pues conoce los poderes del polvo radioactivo y es quizá el único capaz de develar las fuerzas en pugna próximas a destruir nuestra realidad. De su mano se desencadena una serie de golpes de efecto —sorpresas que pudieron estar mejor sembradas, pero no por ello menos impactantes— con la que se descubrirá al responsable de abrir el portal y las razones tras de su nefasto error. Addie es la respuesta a la pregunta “¿cómo quisieras reaccionar frente a lo inimaginable”.
*Alejandro Villate Uribe es comunicador social y editor.
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