Michael Gira de Swans, en entrevista exclusiva: “Intento eliminar la frontera entre la vigilia y el sueño”

Una agrupación generacional que ha ido y venido como las olas que rompen fuerte, limpiando desde los ochentas las memorias colectivas desde la incomodidad, las neuras psicosexualesy muchos rincones inexplorados, Swans construye canciones como nadie, suena como nadie. Por eso se les experimenta (a veces se les padece, pero nadie sube tan alto en su entrega, ese es el precio pequeño a pagar).

La banda nació en 1982, y en sus varias formaciones, a lo largo de tres décadas de brillante intermitencia, su líder y creador Michael Gira va y viene, como esa ola. Hiberna en otros proyectos y solo reconstituye a Swans para derretir modelos. Eso hizo desde 2010, cuando regresó luego de detener la marcha hacia finales de los noventas tras quince años interrumpidos de música y conciertos. Y desde entonces, más allá de una pandemia, eso ha seguido haciendo. Ese ritmo y este arte tienen un costo, no tan pequeño para él, que nos explica en esta charla.

Lo que ofrece Gira con Swans es una misa sónica, una minga distorsionada, una hipnótica y cruda manifestación sin reglas específicas, o con el tipo de reglas que fluyen sobre la marcha, dictadas por lo que brota. Bajo esa vena fluyen sus shows en vivo, particularmente, pero también sus discos.

Nació en Los Ángeles, pero la vida lo ha hecho una especie de desterrado sin fronteras. Producto de una escena neoyorquina post punk, no wave, experimental, creciendo en la sombra inmensa de lo posible en el performance, sonando en paralelo a Sonic Youth pero en su propio plano, Swans acaba de lanzar Birthing, su 17 álbum.

Sobre el material incluido en el álbum, revirtiendo las dinámicas del resto de bandas que componen canciones para grabar y luego salir a tocarlas, la banda lo desarrolló en el transcurso de una gira, entre 2023 y 2024, donde lo tocó, la manipuló y lo llevó a sus extremos para luego grabarlo, orquestarlo y arreglarlo en el estudio. Al respecto del trabajo hablamos con el genio desatado que es Gira, quien a su estilo, sin pelos en la lengua, esto nos dijo.

SEMANA: Esta era está dando a luz algo, al igual que usted está dando a luz a este Birthing. ¿En qué puntos espirituales se cruzan la era y el álbum? ¿O es su música deliberadamente intemporal?

Michael Gira: Sí, esta era está dando a luz algo, sin duda, pero prefiero no pensar en qué es (demasiado terrible para contemplarlo). En cuanto a mi propio enfoque de la música y las letras de las canciones, las hago independientemente del tiempo o de los eventos actuales. Sin embargo, hay una canción, “I Am a Tower”, que escribí hace un par de años y que ahora aparece en el nuevo álbum, que fue inspirada por una visión desafortunada que tuve de Donald Trump en un trío sexual con su antiguo mentor (y a largo plazo Svengali de la derecha) Roy Cohn y Richard Nixon (siendo DT el “Pierre Afortunado”). Estoy cantando desde el punto de vista de Trump en esta canción, mientras su semilla flota por el mundo. En ese marco, ofrezco mis disculpas a toda la humanidad porque el feo hombre-niño de Estados Unidos está estrangulando nuestro futuro colectivo.

SEMANA: Menciona su esperanza de que la música proporcione una atmósfera positiva y fértil para soñar. ¿Qué tan importante ha sido soñar en el arte que hace?

M.G.: Mira mi respuesta anterior respecto a las pesadillas, pero sí, los sueños siempre han tenido una influencia directa en la música que hago. Intento, en lo posible, eliminar la frontera entre la vigilia y el sueño. Idealmente, la vida sería un acto de imaginación, y lo que ahora consideramos trabajo sería una actividad en la que el individuo realiza su potencial a través de la imaginación. De esta manera, la vida de uno sería un acto prolongado de soñarse a uno mismo hasta la existencia… Esto es una idealización, por supuesto, y entiendo que esto es especialmente difícil de lograr si tu ciudad está siendo bombardeada por un agresor invasor.

SEMANA: Graba en Berlín, ¿impacta la ciudad en la música? ¿Cómo lo alimentan las fronteras, la nacionalidad, el ser extranjero?

M.G.: Simplemente ocurre que la mayoría de mi banda vive en Berlín, al igual que el ingeniero de grabación con el que más disfruto trabajar. No me siento más o menos extranjero allí que en cualquier otro lugar. Tengo poco sentido real de quién o qué soy, así que me conformo con flotar como una mota de polvo por la vida. Desconfío de mis propias percepciones y nunca estoy exactamente seguro de dónde estoy en el momento presente.

SEMANA: ¿Puede ilustrar la resistencia física y emocional que toma hacer un disco así? ¿Qué tan receptivo es al aporte de sus músicos?

M.G.: Aunque estuve presente en cada paso del proceso, a veces me asombra cómo las canciones crecen y mutan desde las versiones simples que toqué por primera vez solo en mi habitación con mi guitarra acústica. Si pongo mi oído en la boca de la guitarra mientras repito los acordes abiertos, puedo oír el remolino de notas entrelazadas conjurando el futuro, pero el trabajo comienza cuando yo y mis amigos y colaboradores nos reunimos en los ensayos y las canciones mismas nos guían hacia su forma en evolución. Pronto, al interpretar las canciones en vivo, se transforman aún más con cada presentación, hasta que hacia el final de una gira han mutado tanto que solo queda el vestigio más tenue del original.

Aunque yo soy el director del grupo, es un acto colectivo de voluntad, compromiso e imaginación el que permite que la música alcance su forma más completa, a menudo resultando en una pieza de 30 o 40 minutos (en un caso reciente, una pieza se extendió hasta una duración de 82 minutos en concierto). Al final, creo que las canciones nos están guiando, hablando a través de nosotros, y simplemente somos el vehículo que la música está conduciendo. Hacia el final de nuestra última gira, tomamos un breve descanso y entramos en un estudio de grabación en Berlín para grabar la música en ese estado. Más tarde, después de la gira, regresé al estudio y manipulé y bordé aún más las interpretaciones. Eso es lo que se escucha en el álbum final.

SEMANA: ¿Cuán importante fue tocar estas canciones en vivo? ¿Lo volverá a hacer?

M.G.: Dudo que toquemos muchas de las canciones del nuevo álbum. La mayoría del material del álbum ya ha sido exprimido hasta secarse en este punto. Estoy contemplando llegar con algunos acordes y unas palabras a la banda y crear una sola elegía larga para nuestras próximas presentaciones.

SEMANA: Harán una última gira en este formato hacia finales de 2025, y eso es todo, aseguró. ¿Qué lo lleva a cerrar esta época de la banda?

M.G.: Estoy exhausto, y siento como si cada hueso de mi cuerpo hubiera sido roto individualmente, incluso pulverizado por dentro, hasta que al final soy una especie de saco de carne ambulante arrastrando su forma flácida por el mundo… Si decido hacer música nueva, será mucho, mucho más simple.

SEMANA: Desde el sello Young God Records ha ejercido un oído, ha amplificado. ¿Qué artistas fuera del mainstream lo han sorprendido al punto de influenciarlo?

M.G.: Ya no publico música de otros artistas en Young God Records. Es un trabajo ingrato y consume demasiada energía que debería dedicar a mis propios esfuerzos musicales… Una lista aleatoria de artistas cuya música sigo admirando incluiría a Diamanda Galas, John Cale, Nico, Scott Walker, Nina Simone, Alice Coltrane y Led Zeppelin.

SEMANA: Su música presenta una alternativa, un plano distinto, una hipnosis emocional, ¿presume de haber abierto ese camino en sus términos?

M.G.: No tenía otra opción, así que no hay nada de qué presumir. Estoy agradecido de que cierta cantidad de personas en el mundo hayan encontrado algún valor en el trabajo.

SEMANA: ¿Algún consejo para músicos emergentes?

M.G.: ¡Absolutamente no!