Música
‘Intruso’, el viaje vital y musical que Ara Malikian trae en su regreso a Colombia, con paradas en Medellín y Bogotá
Hablamos con el excepcional músico, que ofrecerá lo mejor de su sonido en un espectáculo que toma el nombre de su más reciente disco, pero propone algo distinto. Se presenta el 25 y 26 de octubre, y esto nos dijo.
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Ara Malikian, uno de los violinistas más reconocidos del circuito internacional, nació en Beirut en 1968. De origen armenio y criado en el contexto de la guerra civil libanesa, este excepcional músico convirtió el violín en un refugio para enormes efectos: lo llevó de los sótanos de su infancia a las grandes salas del mundo, del Royal Albert Hall de Londres al Teatro Real de Madrid. Su carrera se caracteriza por un virtuosismo innegable y, sobre todo, por una curiosidad que lo ha impulsado a cruzar fronteras estilísticas: del repertorio clásico a las músicas gitanas, del jazz al tango, del flamenco a lo latino. Ese movimiento constante lo define tanto como su instrumento característico, con el que ha trasegado durante décadas sobre las tablas.
El contraste entre sus dos discos recientes explica bien ese recorrido. Ara (2021) surgió en el encierro de la pandemia, inspirado por la imaginación de su hijo: “Pasé mucho tiempo en su mundo, en sus fantasías, y fue muy bonito inspirar prácticamente todos los temas del disco con las imágenes mentales de un niño de 8 o 9 años”.
En cambio, Intruso (2024) afloró de otro lugar: “Desde que nací, prácticamente me sentía un poco intruso y es la manera con la que mi arte se ha ido desarrollando, a través de ser intruso y, luego, de sentirme a gusto de ser un intruso. Hoy en día, el papel de ser intruso me inspira y me anima. Me siento casi a gusto”.

Ese sentimiento personal conecta, inevitablemente, con la crisis migratoria contemporánea. “Obviamente que mi intención no era política, pero, en la época en que estamos viviendo, es inevitable serlo, porque hay una tragedia del inmigrante, una tragedia que vivimos todos viendo cómo se trata a las personas que vienen de afuera. Yo mismo, cuando tenía 14 o 15 años, he sido un inmigrante y durante muchos años he sido inmigrante. Me siento muy afortunado porque mi historia se ha solucionado después de ser inmigrante y, hoy en día, la inmigración se ha convertido en algo que preocupa a la humanidad”. No es casual, entonces, que el disco abra con “El tango del inmigrante”, grabado junto con Diego Torres.
Las colaboraciones son parte esencial de este álbum. Malikian explica que no se trata de nombres estratégicos, sino de afinidades artísticas: “Cuando hago colaboraciones, mi intención no es contar con alguien conocido, más bien alguien que aprecio. Y, en el caso de Diego Torres, es alguien que aprecio y encima es conocido, así que somos muy afortunados. Pero luego la elección de los otros artistas es porque los admiro, porque me gusta lo que hacen y me inspiran; sentí que, en la música que yo quería hacer, ellos me iban a aportar algo precioso, algo bonito y algo que iba a crecer los temas”. Así, se unen a esta aventura nómada nombres como el del Niño de Elche, Elena Medina, Kelvis Ochoa o Gisella Giurfa.
El violín, nómada por naturaleza, es el vehículo de esa búsqueda. “Quizás lo más reconocido es la parte clásica y los grandes conciertos, y la parte orquestal y sinfónica, pero es verdad que el violín está presente en todas las culturas del mundo, empezando por la gitana, que justamente emigró desde la India. Yo, al principio de mi carrera, era muy clásico. Me gustaba y soñaba con ser un violinista clásico, pero luego la vida me derivó a otros lugares, y mis gustos también me derivaron a otros lugares”.

Ese tránsito de la imitación a la apropiación lo define: “Imitar está bien hasta cierto punto; luego, hay que hacerlo tuyo. Entonces, todo lo que imitaba, al final, me lo robaba para mí y lo hacía mío”. La gira con la que llegará a Bogotá y Medellín en octubre se basa en esa misma idea. Aunque se anuncia bajo el nombre de Intruso, el espectáculo no se propone replicar el álbum de estudio.
“La gira no tiene absolutamente nada que ver con el disco. Hemos creado otro Intruso completamente diferente”
“La gira no tiene absolutamente nada que ver con el disco. Obviamente, hacer una gira del disco era imposible, porque era imposible contar con todos estos artistas maravillosos. Entonces, hemos creado otro Intruso completamente diferente, con temas diferentes, con temas instrumentales para hacer la gira”.
La banda que lo acompaña está conformada por cuatro músicos cubanos, con los que mantiene un vínculo de décadas, capaces de navegar de lo barroco al jazz o lo latino en un mismo concierto.
En medio del viaje de diversidad que propone, la narración que acompaña cada pieza ofrece una inesperada coherencia. “En mis conciertos me gusta siempre explicar los temas; estos siempre vienen con una anécdota que me ha pasado, pues a raíz de esta anécdota los he compuesto. En casi cada obra que tocamos cuento el cuento, siempre con irreverencia, sin tomarme en serio. Así, el público se acerca, se adentra en mi mundo y le es más fácil entenderlo, disfrutarlo y emocionarse con el tema”.

La improvisación también abre la puerta a lo inesperado: “Siempre hay una parte improvisada, por supuesto, aunque los temas están bien definidos, están compuestos, están cuadrados. Pero, para nuestra propia diversión y la del público, dejamos siempre un espacio para las improvisaciones”. Es esa libertad la que convierte cada una de sus presentaciones en una experiencia distinta, un viaje donde la regla es precisamente romper las reglas, y de eso sabe Malikian. “Para crecer, hay que romper las reglas; las reglas están hechas para romperse. Y con todo el amor, con todo el respeto a la historia, a la tradición también, creo que, si uno sigue haciendo lo mismo, siempre se queda un poco estancado”.
“Para crecer, hay que romper las reglas; las reglas están hechas para romperse”
Ara Malikian se presentará en el Teatro Pablo Tobón Uribe de Medellín el 25 de octubre y el 26 en el Teatro Jorge Eliécer Gaitán de Bogotá. Vale saber que sus conciertos no solo muestran a un virtuoso, sino a un narrador que construye un espacio compartido con el público. En Colombia, ese espacio se abrirá una vez más: un viaje entre lo clásico y lo popular, entre la disciplina y el juego, donde la figura del intruso se convierte en una forma de estar en el mundo.