Música

Giovanni Pierluigi da Palestrina: 500 años del nacimiento de “un genio para 13 papas”

Cambió el rumbo de la música en Europa y fue decisivo en la instalación de Italia como la primera potencia musical de su tiempo y los siglos que siguieron.

Emilio Sanmiguel
22 de febrero de 2025, 4:00 a. m.
Nació en 1525 cerca de Roma, en la localidad de Palestrina. Algunos dicen que en febrero, pero nada lo corrobora. Por eso, se festejan 500 años del Divino Palestrina.
Nació en 1525 cerca de Roma, en la localidad de Palestrina. Algunos dicen que en febrero, pero nada lo corrobora. Por eso, se festejan 500 años del Divino Palestrina. | Foto: Getty Images

El Exilio, o, si se quiere, el Cautiverio de Aviñón, duró casi 70 años. Su origen fue político, y los siete papas de esa época fueron franceses. Gregorio XI regresó a Roma el 17 de enero de 1377, no por razones religiosas sino estratégicas; aunque estaba casi resuelto a darle fin a ese exilio, fue santa Catalina de Siena, quien lo persuadió de la necesidad de volver a la antigua sede de los papas. Fue el último papa francés de la historia.

El asunto no fue tan sencillo, porque se produjo un cisma. En Aviñón seguían eligiendo papas o antipapas, y en Roma ocurría lo propio.

Lo que para el caso interesa es que ese regreso supuso un cambio por la llegada de lo que se llegó a calificar como ‘la invasión de los flamencos’, que desplazaron a los italianos de los cargos más importantes de la vida musical.

La verdad es que, en los asuntos polifónicos y contrapuntísticos típicos del Renacimiento, los flamencos –una denominación que por igual abarcaba compositores franceses o de Flandes– habían conseguido hacer de la música un asunto virtuosístico, casi científico, que aventajaba por mucho a los italianos.

Manuscritos de Palestrina. Se conservan en archivos de Italia y el resto del mundo. Son materia de estudio para entender la técnica compositiva del Renacimiento.
Manuscritos de Palestrina. Se conservan en archivos de Italia y el resto del mundo. Son materia de estudio para entender la técnica compositiva del Renacimiento. | Foto: -

Los ‘invasores’ tuvieron la astucia de entender que su música necesariamente tenía que aclimatarse al gusto italiano y se esforzaron por unir su ciencia con la agilidad melódica de los latinos.

A su vez, los italianos aprendieron de los invasores y, poco a poco, fueron sentando las bases para la edad dorada que hizo de Italia la capital musical de Europa.

El primero en lograrlo, de manera contundente, fue Giovanni Pierluigi da Palestrina, nacido cerca de Roma en la localidad de Palestrina. Algunos creen que en febrero de 1525, pero nada lo corrobora. Allí se hizo cantante de coro y organista, pero tuvo la suerte de que su talento llamara la atención del cardenal Giovanni Maria del Monte, quien se convirtió en su protector. Del Monte, entre su interminable lista de privilegios, ostentaba el obispado de Palestrina. Cuando regresó a Roma, llevó consigo al muchacho, en 1537. Allá vivió hasta su muerte, el 2 de febrero de 1594.

Como para los papas la música era mucho más que una manera de enaltecer el culto y las ceremonias, y personalmente solían ocuparse de ella, la vida de Palestrina estuvo directamente ligada a ellos.

Clemente VII (1523-1534)

El Médici reinante durante la infancia del compositor. Pese a su temperamento indeciso, le tocó enfrentar la Reforma protestante mientras Palestrina estudiaba música y se desempeñaba como organista y corista de la iglesia de san Agapito.

Paulo III (1534-1549)

Al papa Farnesio le tocó convocar el Concilio de Trento en 1545, sentar las bases de la Contrarreforma y excomulgar a Enrique VIII. Sus cuatro hijos ilegítimos no opacan su condición de mecenas: protector de Copérnico, encargó a Miguel Ángel la Basílica de San Pedro y supervisó la terminación de El juicio final, en tanto Palestrina se desempeñaba como uno de los Querubines cantores de la Basílica de Santa Maria Maggiore y, se cree, estudiaba con los franceses Rubino Mallapert, Firmin Lebel y, seguramente, con Jacques Arcadelt.

Julio III (1550-1555)

Su protector en Palestrina. Uno de los encargados de organizar el Concilio lo suspendió en 1552. Protagonizó uno de los escándalos más sonados de la historia del papado por su relación pueribus amoribus implicitus con el cardenal-sobrino Inocencio Ciocchi. Sin embargo, nombró a Palestrina maestro de la Cappella Giulia y seguramente patrocinó la publicación de su Libro I de misas, dedicado a él. El 13 de enero de 1555 lo nombró cantor de la Capilla Papal.

Como para los papas la música era mucho más que una manera de enaltecer el culto y las ceremonias, y personalmente solían ocuparse de ella, la vida de Palestrina estuvo directamente ligada a ellos. | Foto: -

Marcelo II (1555)

Su papado apenas duró 22 días, pero tuvo la suerte de que Palestrina le dedicó póstumamente su obra más famosa: la Misa del papa Marcelo, sobre la que se tejió la leyenda de ser la salvadora de la música religiosa del Renacimiento.

Paulo IV (1555-1559)

Tan austero que resolvió prohibir cantantes casados en San Pedro. Como Palestrina había desposado a Lucrezia Gori y tenía dos hijos, tuvo que dimitir. Como ya era famoso, un mes más tarde fue nombrado director del coro de la Cappella Pia Lateranense. Renunció en 1560; al año siguiente estaba como maestro de la Basílica de Santa Maria Maggiore. Todo parece indicar que su famosa Misa del papa Marcelo es de esta época.

Pío IV (1559-1565)

Reanudó el Concilio de Trento, que en esta época fijó las normas de la música religiosa en Roma, seguramente inspirado por la de Palestrina, quien resultó nombrado maestro del recién creado Seminario Romano. Para este momento, su fama le valió ofertas de trabajo en las cortes de Mantua y Austria, que rechazó.

Pío V (1566-1572) y Gregorio XIII (1572-1585)

Pío V pasó a la historia porque, en su empeño de renovación y austeridad, prohibió bajo pena de excomunión perpetua las corridas de toros. Obligó a los miembros de la Guardia Suiza a casarse con sus concubinas, atacó el juego, la ropa suntuosa, las bodas extravagantes, la astrología y la brujería. Declaró hereje a Isabel I de Inglaterra y autorizó, sin éxito, su asesinato. Lo grave fue que encargó a Daniele da Volterra cubrir las figuras desnudas de El juicio final, de Miguel Ángel, y por poco le pone barba al Cristo del fresco. A Palestrina le permitió regresar a la Cappella Giulia.

A Gregorio XIII le tocó el problemita de la Noche de San Bartolomé en París y, en su obsesión por destronar y mandar asesinar a Isabel I, casi arruina la Santa Sede. Durante su papado, en 1580, Palestrina quedó viudo, pidió ser ordenado sacerdote y solicitó la tonsura, que le fue concedida; pero prefirió casarse nuevamente, esta vez con Virginia Dormili, una viuda romana muy rica, que había heredado una próspera peletería. El compositor mostró una nueva faceta de hábil y astuto negociante, que le permitió, hasta el día de su muerte, disfrutar de holgura económica y seguir componiendo.

Sixto V (1585-1590), Urbano VII (1590), Gregorio XIV (1590-1591), Inocencio IX (1591) y Clemente VIII (1592-1605)

Los cinco papas del final de la vida de Palestrina, aparte de lidiar con las intromisiones de Felipe II de España –dos de ellos apenas ocuparon el trono de San Pedro por pocos días– vieron cómo Palestrina se convirtió en el compositor más famoso del mundo, dejando un legado musical de 105 misas, más de 300 motetes, magníficats, letanías, lamentos, madrigales, ofertorios, y cambiando el rumbo de la música italiana. Mientras tanto, en Venecia se cocinaba el auge de la música instrumental. Pero esa es otra historia.