Evento
Festival Cordillera: en su cuarto año, en el Parque Simón Bolívar, el árbol sonoro continental sigue creciendo
El evento atraerá la mayor cantidad de público de su historia, honrando su costumbre de sobrecargar su cartel de gigantes que activan el presente y la nostalgia, así como propuestas nuevas y actos trascendentes. Una mirada a su historia y su edición 2025.

No se sabe si fue por coincidencia o acto del destino, pero este evento capitalizó el vacío que dejó una debacle ajena. Porque se puede decir, así sea parcialmente, que el árbol sonoro llamado Festival Cordillera surgió de las cenizas y lecciones del Festival Jamming, un evento de otros organizadores que desde finales de la década pasada amasó (en clima caliente) un interés masivo juntando música en español y géneros variados. El Jamming se acercó demasiado al sol en 2022, con una oferta demasiado ambiciosa que no cumplió. Por eso desapareció en la infamia, dejando a la que iba a ser su sede, Ibagué, y a decenas de miles viendo un chispero.
Pocos meses después, en septiembre, el Cordillera apareció en Bogotá para cambiar la historia, algo que sigue haciendo, edición tras edición, ubicándose del lado opuesto de las malas prácticas. El evento nunca ha estado por debajo del reto de armar un cartel igual de atractivo o mejor que el anterior. En 2025 sigue cumpliendo, y no abandona sus esfuerzos por reducir su impacto ambiental negativo y maximizar el positivo. Como bien lo sabe un escenario vecino como el Foro Vive Claro y como lo ha vivido Páramo Presenta desde que realiza el Estéreo Pícnic en el mismo espacio, no es una conversación ligera. Se la atiende con reducción y reparación.

Las raíces
El Cordillera nació aprovechando oportunidades, pero se hizo icónico en su propia ley. Recogió ese público huérfano del Jamming y sumó miles de interesados con una oferta musical multigeneracional irresistible. Primordialmente cantado y bailado en español, mezclando géneros, épocas y sumando pocos actos icónicos ajenos a la región, el evento también desencadenó al Parque Simón Bolívar, un espacio hasta ese punto cerrado a festivales privados que se adentraban en la noche. Y varias jornadas. Desde entonces, el corazón verde de Bogotá también se ha ratificado como su corazón musical. Y todos gozan, menos los vecinos.
En principio, gestado por Páramo Presenta y Ocesa, ahora liderado exclusivamente por Páramo Presenta, el Cordillera aplicó iniciativas pioneras. Entre ellas, planteó una ola verde que equipara las entradas vendidas con siembra de árboles en la cordillera de los Andes. Y así se hagan escuchar las críticas de greenwashing, la iniciativa deja un legado de 37.000 árboles sembrados, y contando.
El ambiental es un factor importantísimo, pero ha surtido efecto por la tracción musical. En su memorable edición fundacional, Cordillera juntó, como nunca antes, a legendarios como Caifanes, taquillerísimos como Maná, Los Fabulosos Cadillacs, Molotov, Draco Rosa, Piero y Aterciopelados, con voces femeninas de alta vibración como Mon Laferte, Julieta Venegas, un homenaje a Totó la Momposina y voces colombianas hoy protagonistas como Briela Ojeda. La visitaron personas de toda Latinoamérica, y esa sana costumbre solo se ha ratificado (de sus 75.000 asistentes en 2024, 21.000 vinieron de otras ciudades y 9.000 de otros países).
En su segunda edición, en 2023, el Cordillera apeló al star power de Juanes, de Residente, del siempre polémico Andrés Calamaro (que se mareó), así como a actos nacionales y del mundo como Bomba Estéreo y Monsieur Periné. También fueron protagonistas sonidos del continente como Cuarteto de Nos y Claudio Narea tocando Los Prisioneros (para nosotros, un concierto inolvidable). Entre los sonidos nacionales, Margarita Siempre Viva, 1280 Almas y Las Áñez dejaron su arte.
Repasar las ediciones anteriores y navegar el cartel de la actual es una prueba de que este festival abraza el reto del estándar imposible.
Demostrando que no se enmarca en géneros y no teme a los timonazos tonales si le garantizan ecos continentales, el evento reunió en 2024 al rey de merengue y bachata, Juan Luis Guerra; a Hombres G; a Miranda!; Bacilos; Fonseca; Systema Solar y a los Babasónicos. El lado complejo vino de la cancelación de Fito Páez (que este fin de semana cumple con la cita, y fue reemplazado por los Cadillacs). Los sonidos colombianos brillaron con Los Yoryis, con el pop de Juliana y el ska de La Severa Matacera, entre otras propuestas del sur como las de Trueno y Airbag.

Rememorar estos carteles contundentes se hace necesario para establecer el estándar que se ha impuesto el evento, que, además de alto, ha respondido bien ante las cancelaciones, consiguiendo siempre reemplazos de peso. Es cierto que, por cuenta de esas sustituciones, en el curso de estos cuatro años varias bandas han repetido. No es malo porque son excelentes agrupaciones, y en festivales que exigen sacrificios, donde hay que escoger entre dos grandes opciones, una repetición puede ser una revancha. Esto, sin duda, tiene sus límites y el rompecabezas retará cada vez más a los curadores.
Sobre la línea de actos que no provienen de Iberoamérica, pero sin dudas arrastran públicos y ameritan mención de honor, el Cordillera ha traído a bandas como The Wailers, Emir Kusturica & The No Smoking Orchestra, Cypress Hill y The Skatalites, demostrando que los invitados en otros idiomas no son mayoría, pero son de indudable peso. Este año, esa categoría reposa especialmente en UB40 (Feat. Ali Campbell), que seguramente prenderá la máquina del tiempo y transportará a los presentes a su propia frecuencia.

El presente es este fin de semana
La asistencia al evento ha crecido año tras año, pasando de 40.000 asistentes en 2022 a 50.000 en 2023 y a 75.000 en 2024. La edición que tendrá lugar este fin de semana no será la excepción. Será la más grande de su historia. Obedeciendo a lo experimentado el año pasado, cuando el festival demostró estar a capacidad total, esta edición usará la plaza por primera vez. El festival, que fue un pícnic reducido, se creció y está bien actuar acorde.

En 2025, Cordillera redobló sus apuestas con figuras continentales de distintas corrientes como el salsero Rubén Blades, Carlos Vives, Fito Páez y Miguel Bosé, alternados con actos de pertinencia y gracia sonora como Velandia y la Tigra y Frente Cumbiero, además de fenómenos de nicho continentales como 2 Minutos.

El evento ostentará además reunificaciones emocionantes como las de bandas argentinas Serú Girán (por Lebón y Aznar, los dos integrantes que le dan vida a esta versión) e Illya Kuryaki & the Valderramas, que en este país siempre sembró gozo. Colombia aplaudirá también el regreso de Ciegossordomudos.

Al público vale recordarle que las audiencias grandes exigen dos cosas: más paciencia y mayor planeación. Entre tanta gente, la señal de celular falla, los encuentros se hacen más complejos si se dejan a la suerte y las visitas a los baños, más demoradas.
Viajero avisado no peca en este Cordillera, un evento sin hora mala, pero con hora buena: llegar temprano es recompensado con música valiosa y un ambiente más despejado del que se vive en los actos cumbre. Cuando estos llegan, solo obedece dejarse llevar por el sonido.

