Música
“Este concierto los hará viajar a Egipto; retrata la magia y el exotismo del Norte de África”: Bernardo Santos
Los músicos de la orquesta vuelven a subirse al escenario, y frente a su público le rendirán homenaje a dos compositores, Guillermo Uribe Holguín y Camile Saint - Saëns. Para interpretar una piezas de este último, invitaron al destacado pianista portugués Bernardo Santos. SEMANA habló con él.
El sábado 26 de junio, a las 6pm, los músicos de la Orquesta Filarmónica de Cali se subirán al escenario de la Sala Beethoven del Instituto Departamental de Bellas Artes, y le tocarán a su público las tres danzas del compositor colombiano Guillermo Uribe Holguín. Explica el maestro Jorge Mario Uribe, director asociado de la orquesta, que las obras tienen su raíz en ritmos típicos colombianos como el Joropo, el Pasillo y el Bambuco “en un tratamiento orquestal, armónico y motívico.” Para completar el homenaje, interpretarán una de sus obras más sólidas, su Sinfonía No. 4. La pieza, explica Uribe, “está compuesta por cuatro movimientos que plantean un reto técnico para el conjunto, al tiempo que muestran una exquisita orquestación”.
Para conmemorar el centenario del fallecimiento del compositor francés Camille Saint-Saëns, tocarán su Danza macabra, su Concierto para piano No 5 en fa mayor Op. 103, su Bacanal de Sansón y Dalila, y, de la mano del destacado pianista portugués Bernardo Santos, El egipcio.
SEMANA habló con el pianista sobre la pieza que interpretará junto a la orquesta de Cali, sobre cómo ha vivido este último año y medio de pandemia, y sobre lo que ha descubierto y aprendido investigado las obras de compositores portugueses como Berta Alves de Sousa y Frederico de Freitas.
En el concierto con la Filarmónica de Cali va a tocar música del compositor Camille Saint-Saëns. ¿Cómo describiría la música del francés, en particular El egipcio, la pieza que interpretará este sábado 26 de junio?
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Describiría este concierto para piano como una obra bastante exótica. Es una pieza inspirada en el viaje de Camile Saint-Saëns a Luxor en Egipto. Fue escrita a finales del siglo XIX, un momento en el que en Francia estaba de moda resaltar el exotismo del Norte de África y el Norte Español.
Pero el exotismo también le viene de todas las sonoridades que el compositor explora. El egipcio de Saint-Saëns retrata las ranas del río Nilo, la madre que canta a su hijo. Es una obra que captura temas y sonidos que responden a cómo imaginaba el compositor que sonaba el Norte de África.
Este concierto se caracterizar por su música exótica, pero también fresca. La forma como Saint-Saëns utiliza la orquestación es muy interesante porque explora mucho los vientos, les va cambiando los temas, y eso le da una cierta frescura a la obra, que no es común en otros conciertos románticos contemporáneos de Saint-Saëns o más antiguos.
También se podría añadir que éste es un concierto especialmente virtuoso, tanto para la orquesta como para el piano.
Si pudiera hablarle al público unos minutos antes de tocar El Egipcio, ¿qué le diría?
Le diría que este concierto lo hará viajar a Egipto. En él se retrata la magia y el exotismo del Norte de África.
El primer movimiento representa todo el viaje hasta Egipto. Retrata un barco en las olas del mar, porque tiene un balanceo que hace pensar en eso. Después, vemos muchas escalas, rápidas, y varios artificios basados en escalas en el piano que representan también las olas del mar Mediterráneo.
Hay una parte muy lírica que para mí es bastante nostálgica, y que representa la idea de viajar y dejar nuestros amigos y seres queridos atrás.
El segundo movimiento es cuando Saint-Saëns ya está en Egipto. En él comienza a sonar el norte de África. La orquesta empieza a estar muy rítmica con escalas que nosotros los músicos asociamos siempre con el Norte de África. Este movimiento es el más simbólico, pues el piano entra con notas iguales en ambas manos, dentro de la idea de una danza africana muy rítmica.
También hay momentos más calmados con escalas muy ligeras. Reflejan el paso del viento por las casas, por la orilla del río Nilo. Siempre que toco ese movimiento imagino esas escenas. Siento que en ese momento los sonidos del piano y la orquesta cambian.
En el segundo movimiento hay dos momentos en los que el sonido del piano cambia por completo gracias al ingenio de Saint-Saëns, quien descubrió dos maneras acústicas de modificar el tono del instrumento sin ponerle nada adentro. Son momentos muy cortos, pero que cuando las personas los escuchan se quedan atentas porque el cambio es evidente.
Hay una parte muy emotiva y bastante lírica. Habla del canto de una madre a su hijo pequeño. Es verdaderamente hermoso. Y también hay instantes en los que se oyen los sonidos de las ranas del Nilo. El publico las podrá identificar cuando las escuche.
Finalmente, el tercer movimiento es una descarga de adrenalina para el piano. Inicia con algunos acordes en los bajos que representan los motores del barco que se prepara para regresar a Francia.
Porque seguimos en medio de una pandemia que ha tenido un fuerte impacto en las artes, quisiera preguntarle, ¿cómo ha vivido este último año y medio?
Como artista me he visto bastante impactado. Sin embargo, creo que he contado con bastante suerte, pues tuve el apoyo de mi familia.
Curiosamente, en marzo del 2020 di uno de los conciertos sinfónicos más grandes que ha tenido Brasil con la Orquesta Sinfónica Minas Gerais. En él, interpretamos dos conciertos de Beethoven, uno para piano y orquesta y otro para piano, coro y orquesta. En esa fecha, ya estaba cerrada Europa y Asia y, sin embargo, ese día di uno de los mejores conciertos de mi vida. Fue bastante raro porque después de ese concierto todo cambió.
Mi rutina se alteró bastante. Tuve más tiempo para practicar, pensar y organizarme. Sin embargo, practicaba con distracciones que no tenía antes, pues sentía que practicaba, pero que no podía compartir con nadie lo que estaba aprendiendo. Es difícil ser artista y no poder compartir tu arte con los demás. Más difícil es estar practicando y practicando, pero no poder hacerlo frente al público. Fue complicado mantener una salud psicológica estable, pues eran días de estudio que parecían no servir para nada.
En octubre del 2020 empecé a tener unos pocos conciertos con público limitado, y a partir de ahí todo ha ido mejorando.
Podría definir esta época como una de días complicados porque el futuro es impredecible. No sabemos aún cómo serán los conciertos con público en el futuro. Debemos esperar a que las personas recuperen la confianza en los eventos públicos.
Usted, además de ser pianista profesional se ha dedicado a investigar la música de compositores portugueses. ¿Qué lo motiva a investigar la obra de un compositor, por ejemplo, de Alves de Sousa o de Freitas? ¿Cómo enriquece esa investigación sus interpretaciones como pianista?
En este momento, soy alumno de doctorado de Música Performance en la Universidad de Aveiro en Portugal. He investigado dos obras de los compositores Frederico de Freitas y Berta Alves de Sousa.
La motivación empezó en 2016 cuando recibí una invitación del consulado general de Alemania en Portugal para ofrecer un concierto a varios diplomáticos. Querían que tocara algo portugués, y yo tenía muy poco repertorio de mi país. Quería tocar una obra que fuera importante y significativa para piano, y solo conocía cuatro que eran bastante tocadas.
Casualmente, llegó a mi universidad una obra del compositor Frederico de Freitas que había sido ofrecida a la biblioteca. En ese momento, le pregunté a una maestra si sabía de una obra significativa de este compositor que pudiera tocar. Cuando hablo de obra significativa, me refiero a una larga, interesante y difícil de interpretar.
Frederico de Freitas había escrito un tema y unas variaciones que tenían cara ser una obra bastante difícil, y que estaba escondida en unas cajas. Parecía haber sido tocado en los años 40, pero nunca se había publicado y estaba necesitando un estreno moderno. Así que la publiqué y la toqué para un público alemán. Para mí, esta es una de las obras más importantes del repertorio portugués de la mitad del siglo XX. Luego de ese concierto inicial la he tocado en varias partes del mundo.
Mi tesis de maestría la hice sobre una obra de la compositora Berta Alves de Sousa. Se llama “Alfabeto en música”, está compuesta de 26 piezas y pensada para ser interpretada por un joven pianista. La estudié, la analicé y también la publiqué.
La principal motivación para estudiar estos compositores ha sido por tener un repertorio portugués para piano que no sea lo más tocado. Hasta hace poco tiempo no había mucho acceso al repertorio de mi país y tampoco se conocía. Esto me motivó a empezar a investigar estas obras, no solo para dejarlas en el papel, sino también para interpretarlas.