Arte
El Victoria and Albert de Londres ofrece acceder por pedido a objetos de su depósito y revoluciona la museografía
Bajo el concepto de obras de arte accesibles para su apreciación cercana, este museo le abre camino a un futuro distinto en la relación del público con el arte.

El Museo Victoria and Albert de Londres acaba de inaugurar un espacio interactivo inédito que permite a los visitantes acceder “por pedido” a miles de objetos de su depósito.
“¡Es fantástico! Y mucho mejor que un museo ordinario”, comenta Jane Bailey. Esta profesora jubilada de Física no puede apartar la mirada de la batería de Keith Moon, el legendario percusionista del grupo de rock The Who, activo entre los años 1960 y 1970.
“Me gustaría resucitarlo para que pudiera tocarnos una canción, sería fabuloso”, dice, señalando la impresionante batería negra y roja colocada sobre un palé, que a su vez descansa en una estantería metálica.
A su lado, decenas de objetos valiosos —cerámicas, cuadros, juguetes del período de los Tudor...— conviven en este espacio con aspecto de almacén comercial.
Lo más leído
Este lugar es el “Storehouse” de este conocido museo londinense de artes decorativas, que abrió sus puertas el 31 de mayo. Recientemente, recibió la visita de la princesa Catalina, madrina de la institución.
Ubicado en el antiguo sitio de los Juegos Olímpicos de 2012, en el este de la capital, alberga unas 250.000 piezas procedentes del almacén del museo, distribuidas en cuatro plantas, lo que representa una quinta parte del total de su colección.
Algunas piezas, como Le train bleu, un impresionante telón de doce metros de largo realizado para el ballet del mismo nombre y pintado a partir de un cuadro de Picasso, prácticamente nunca fueron expuestas.
Aquí no hay vitrinas protectoras y todas las obras son accesibles al público, los siete días de la semana y de forma gratuita.
Pero lo más llamativo es que hay miles de piezas que pueden reservarse en la página web del museo.
Una vez realizada la reserva, las piezas se ponen a disposición del visitante, que puede manipularlas con guantes proporcionados por la institución. Todo esto, bajo la atenta supervisión del personal del museo.
Obras visibles y accesibles
Con este proyecto, el museo busca eliminar barreras y acoger a todo tipo de públicos, incluidos los jóvenes.
“Nuestra colección pertenece a todos, y todos deben poder acceder a ella libremente”, explica a la AFP Georgia Haseldine, una de las conservadoras del Victoria and Albert, asegurando que la iniciativa es “una primicia mundial”.
En un primer momento, el proyecto inquietó al personal por si la colección resultaba dañada. “Pero una vez que explicamos el proyecto, insistiendo en la necesidad de abrirnos y mirar hacia el futuro, esas preocupaciones desaparecieron”, afirma Haseldine.
Según ella, “el hecho de poder estudiar la parte trasera de un objeto, mirar dentro de un vestido... todas esas cosas contribuyen a nuestra forma de entender la cultura material”.
Este proyecto es “bastante inusual”, destaca Kate Hill, investigadora especializada en la historia de los museos en la Universidad de Lincoln, Inglaterra.
Si bien los grandes museos comenzaron a ofrecer “visitas guiadas” a su depósito, estas suelen limitarse a simples recorridos junto a obras altamente protegidas. “Son visibles, pero inaccesibles”, resume Haseldine.
A diferencia de un museo tradicional, aquí casi no hay carteles explicativos. En su lugar, se colocaron códigos QR a lo largo del recorrido, que remiten al catálogo digital, permitiendo al visitante obtener más información sobre la pieza que acaba de ver.
“Puedes ver un objeto que no conocías hace cinco minutos, pero que llamó tu atención, y de repente quieres saber más. Es maravilloso”, comenta Jane Bailey.
Para la historiadora Kate Hill, abrir el depósito es una manera de convertir al visitante en actor y no simplemente en un receptor pasivo del conocimiento impartido por los expertos.