TEATRO
El Festival Iberoamericano de Teatro de Bogotá: las tablas, la emoción, las dudas, los recomendados
Por dos semanas, el Festival Iberoamericano de Teatro ofrece valiosos montajes nacionales e internacionales, pero a la expectativa asociada con el renacimiento de un evento que fue enorme y quijotesco se suman dudas sobre su inestable falta de profundidad. SEMANA pinta la escena.
¿Todo tiempo pasado fue mejor? En lo que respecta al Festival Iberoamericano de Teatro de Bogotá, puede ser el caso, pues nada se comparará jamás con el evento creado por Fanny Mikey, de asombrosa dimensión global y alcance comunitario, tan ambicioso y hermoso que no tuvo cómo sostenerse en el tiempo, menos después de la muerte de su fuerza vital.
No por eso la escena debía quedar suspendida, atomizada, como venía sucediendo hace cuatro años, y menos después de sufrir el coletazo inclemente del cierre por cuenta de la pandemia. Al contrario. Esta edición 2022 tiene innegables lunares y un piso inestable. Por ejemplo, se planearon casi el doble de espectáculos a la hora de ofrecer abonos que los que se presentarán. Pero también está planteado hoy como un espacio que congrega destacadas producciones locales, con temas duros y maneras poéticas, y eso lo hace más valioso que nunca. Las motivaciones y dudas acompañan al evento por las maletas históricas que carga de grandes gestas pero también de grandes deudas; y es importante que exista como espacio y que le vaya bien.
Del 1 al 17 de abril, en 16 escenarios de la capital (al cierre de esta edición) que van de lo galante del Colón a lo íntimo del Arlequín, esta congregación de arte escénico actual de las compañías más grandes de la capital y de una institución de Medellín, como lo es Matacandelas, suma también montajes cautivantes de Estados Unidos, Bélgica, Argentina, Líbano, Reino Unido y España. Estos espectáculos internacionales pueden ser pocos, pero generan expectativa.
Jorge Hugo Marín, director de la compañía La Maldita Vanidad, que presentará El palmeral hasta el domingo 3 de abril en el Teatro Libre del centro, no mira hacia atrás. A esta revista le dijo que los tiempos son otros, que el teatro ha cambiado, y que por eso no se debe vivir este evento con ojos de retrovisor. Para el antioqueño, que en Bogotá deja huella hace más de una década, todos los festivales relevantes tienen el sello de sus creadores. Sobre esta edición 2022, se queda con los hechos: esta es una fiesta de teatro que hay que vivir antes de juzgar. Además, menciona que el evento también se encadena en abril con otros festivales dedicados a las artes escénicas, entre ellos el Festa (Festival de Teatro Alternativo, de la Corporación Colombiana de Teatro) y el Festival Off, que organiza Ditirambo.
Marín no oculta lo que muchos otros actores del ecosistema teatral anotan: hay dudas, hubo demasiadas demoras en definirlo todo, pero expresa fe en este paso y también en los otros festivales que menciona, en los que igualmente participa su grupo. En su obra, El Palmeral, escrita especialmente para La Maldita Vanidad por el dramaturgo español Albert Tola, plantea un caleidoscopio de siete voces que cuentan una dura y pertinente historia a lo largo de 65 minutos. Trata de dos hombres, un poeta y un soldado, cuyo único pecado fue ser homosexuales en el siglo XI, por el cual fueron degollados públicamente en un palmeral. Una alondra que sobrevoló la escena en el momento de la ejecución relata la historia, y entrelaza estas voces para procesarlo todo.
Aparte de su creación, el director recomienda sin titubear varios actos de esta edición: entre ellos, Dos volcanes (y un laberinto), de El Colegio del Cuerpo, que dirige Álvaro Restrepo; Encuentros breves con hombres repulsivos, del muy reputado director argentino Daniel Veronese; Antínoo, de Matacandelas, obra que se destaca como una obligada; y, por último, la producción ¡Ja Ja Ja!, de la compañía Okidok, de Bélgica, el país que considera la fuerza vanguardista en el teatro actual (y que ha crecido por el apoyo y políticas estatales en su favor).
A esta sugerencia del espectáculo clown belga se suma otro creador activo en el teatro capitalino, Johan Velandia. El director colombiano recomienda también Pinoccio, del Reino Unido, un montaje que considera fantástico, y también anota lo gratificante que es ver espectáculos de danza. Velandia presentará, con la compañía La Congregación, Rojo en el Festival (igual que El palmeral, con funciones hasta este domingo en la noche). La obra aborda la macabra situación violenta del país y se concentra en el tema escabroso de las casas de pique, que se vieron primero en Buenaventura y cuya práctica se está implementando en Colombia. Esta creación toca la memoria, la no repetición, también la verdad. “Ese tratamiento artístico pretende llevar a reflexiones más profundas que las que nacen del día a día o las que provoca un noticiero. Ese es el territorio del teatro, el lugar poético de hacer visibles esos lugares difíciles de reflexión y conciencia”, le dijo Velandia a SEMANA.
Ese tratamiento artístico pretende llevar a reflexiones más profundas que las que nacen del día a día o las que provoca un noticiero. Ese es el territorio del teatro, el lugar poético de hacer visibles esos lugares difíciles de reflexión y conciencia
Sobre esta edición del teatro, mira hacia atrás y luego hacia adelante. “En manos de Fanny, esa fiesta se hubiera prendido hace rato. Pero hay un intento de retomar esta costumbre, de volver este patrimonio nacional al escenario en el que Fanny lo dejó, regresando al escenario, y eso solo lo hacemos con el impulso y con el talento de los artistas”, sentenció. Según el dramaturgo, las giras con su grupo teatral en festivales de otros países le han permitido ver el lugar importante que le dan al teatro colombiano, y ese espacio importante es el que debe también ostentar en este festival.
¿Primeros pasos o banderas rojas?
A veces se piensa desde el deseo, pero si alguna lección dejó el Jamming Festival es que esa actitud puede acarrear consecuencias duras. En el caso del actual Festival Iberoamericano de Teatro de Bogotá, que Fanny Mikey creó con ambición y sin límites para hacer de Bogotá un referente mundial, es importante aterrizar las expectativas y verlo por lo que es: el intento de un nuevo primer paso que ha tenido su buena dosis de cambios de último minuto.
A cargo de la selección de las obras estuvieron Alejandra Borrero y la gestora cultural Atala Bernal (politóloga de la Universidad de los Andes, bailarina, coreógrafa y docente de la Academia Superior de Artes de Bogotá, y gerente de Danza del Idartes entre 2011 y 2013). Y a ambas las acompañó un equipo multidisciplinario del comité curatorial, integrado por Germán Jaramillo y Miguel Borrás (actores y directores de teatro colombiano), Araceli Morales (exministra de Cultura) y Felipe César Londoño (decano de la Facultad de Artes y Diseño de la Universidad Jorge Tadeo Lozano).
La conversación sobre la trascendencia del evento que fue y el que plantea ser se hace esencial con la llegada de esta nueva edición, impulsada por varios empresarios e inversionistas, entre ellos el exministro Alberto Carrasquilla, que creyeron que valía la pena apostarles a las tablas. Es importante preguntarse si demostrarán con el paso del tiempo el compromiso de largo aliento necesario para armar un festival de teatro internacional, con la profundidad académica y la presencia que exige la industria teatral. Al respecto, Marcela Valencia, del Teatro Petra, le dijo a SEMANA: “Tengo más dudas que certezas. No tanto por Carrasquilla, pero no veo esto como un renacimiento. Hay gente que compró abonos y no sabe qué va a ver. Se publicitaron obras que ya no van a estar. ¿Qué va a pasar ahí?”.
Sobre las funciones centrales de Historia de una oveja, que el grupo de Teatro Petra presentará en el Jorge Eliécer Gaitán y que aborda el desplazamiento, la protagonista afirmó: “Sé que tenemos cinco funciones, del 13 al 17, pero no sabría a quién llamar para preguntar algo”. Por su parte, Álvaro Restrepo, el coreógrafo director del Colegio del Cuerpo, quien trae su producción al festival, aseguró: “No sabemos cómo será esta nueva edición, no conozco a las personas que lo están dirigiendo. Sé que ha habido una curaduría de Alejandra Borrero y más personas, y veremos qué resulta. Esperemos vuelva a caminar firme el festival, que con tanto esfuerzo crearon Fanny y Ramiro Osorio”.
Según planteó Valencia, se hizo un festival sin integrar al gremio (uno que hubiera abrazado su integración), y por eso está prevenida: “Si esto no funciona, yo haría un llamado a qué, no sé, el ministerio o alguien lo coja. Me dolería muchísimo que el festival se acabe, quiero que siga, pero no en las condiciones en las que ha estado. En este momento, uno siente que el artista no es importante. Yo no me siento en una fiesta. Siento que cumpliré unas funciones, que haré con todo el amor porque amo mi obra, pero es distinto un festival a ¿cómo estás, cuánto cobras?”.
Otra discusión profunda aborda lo que se necesita para que un festival teatral internacional se llame así. Valencia considera que el legado fuerte del Iberoamericano era la integración del gremio, de todas las salas posibles y espacios públicos, y del lado de las compañías, los encuentros con productores y compañías internacionales (un logro que atribuye en gran parte a Octavio Arbeláez, hoy director del Festival de Teatro de Manizales). Esos encuentros daban pie a toda una red de cooperaciones y posibilidades de giras y de crecimiento. No hay tal agenda en esta ocasión. ¿La habrá en el futuro? ¿Dependerá de que sea un evento rentable? Todo está por verse.
Los recomendados
Estas obras y las que completan el programa (se puede consultar en la página oficial) están confirmadas en el Festival Iberoamericano de Teatro de Bogotá. A las producciones imperdibles que protagonizan actrices como Maribel Abello (en el monólogo Yo, Meira del Mar: a nadie doy mi soledad) y Marcela Mar (en La más fuerte, una obra que borra líneas entre teatro, gastronomía y público), se suma el espectáculo de danza escenificado por Juanita Acosta (El perdón). Destacamos estas funciones.
Antínoo
Teatro Matacandelas /Juan David Correa y Cristóbal Peláez González / Medellín, Colombia
Una adaptación del poema dramático del portugués Fernando Pessoa, escrito originalmente en inglés. Se enfoca en el supuesto suicidio de la figura del joven amante del emperador Adriano, el profundo dolor que este vive y en medio del cual eleva a su amante a la categoría de nuevo dios por mandato imperial. En su montaje, Matacandelas enaltece ideas de belleza y amor, mezcla en el texto canciones interpretadas en vivo y un coro que acompaña, comenta y canta el lamento desgarrador del poderoso monarca.
El coronel no tiene quien le escriba
Teatro Colón y Fábrica de Teatro Popular /Adaptación y dirección: Verónica Triana y Jorge Alí Triana
Con Germán Jaramillo, Laura García (quien estrena libro), Santiago Moure y John Álex Toro al frente, esta producción da vida a la historia de un coronel obsesionado con la llegada de su pensión, la cual lleva 15 años en un proceso burocrático sin solución. Reducido a la miseria, su único contacto con el mundo exterior es su visita cada viernes a la oficina de correos, con la esperanza de encontrar una carta con la noticia esperada. Una historia sobre la dignidad, la esperanza y la resistencia, que trasciende cualquier temporalidad.
La canción del norte, The song of North
Fictionville Studio / Hamid Rahmanian / Estados Unidos
Un espectáculo a gran escala que combina el arte manual de las sombras chinas con la animación. Son 258 marionetas las que cuentan la historia de la valiente princesa Manijeh, una heroína de la antigua Persia que usa sus superpoderes para evitar una guerra y rescatar a su amado. Adaptada de Shahnameh, el libro de los reyes de Persia, escrito hace más de 1.000 años, ofrece un espectáculo visual exquisito creado por el ganador de la beca Guggenheim en 2014, con partitura original de los compositores iraníes Ramin Torkian y Azam Ali.
Dos volcanes (y un laberinto)
El Colegio del Cuerpo / Álvaro Restrepo, Cartagena, Colombia
Esta instalación coreográfica rinde homenaje a Álvaro Mutis y a Gabriel García Márquez, partiendo del relato de El último rostro (1978), de Mutis, y de El general en su laberinto (1989), de García Márquez, obras encadenadas que abordan la figura de Simón Bolívar. Restrepo inicia la representación con una breve “conferencia”, y su voz se intercala con la de los hijos de los autores. Luego, propone un laberinto escénico a partir de nueve cuadros que invitan a sumergirse en los textos desde lo abstracto y no literal; desde la poesía de la danza y del cuerpo.
¡Ja, ja, ja!
Compañía Okidok / Xavier Bouvier y Benoit Devos / Bélgica, teatro físico
En el escenario, dos divertidos personajes con nariz roja nos recuerdan a los payasos de Europa del este. La tradición se une aquí con un innato sentido de la comedia y una sobresaliente técnica acrobática. Todos estos elementos conforman un espectáculo fantástico, un universo misterioso de un dúo de payasos que está en la frontera entre los dibujos animados de Tex Avery y el teatro de objetos. Sus dos acróbatas convertidos en payasos enfrentan una sucesión de situaciones tan inverosímiles como hilarantes.
Encuentros breves con hombres repulsivos
T4 Producciones / Director y dramaturgo: Daniel Veronese / Argentina
Esta adaptación, que el reconocido director argentino hizo de la novela de David Foster Wallace, ofrece dos personajes: A y B. Los dos actores que los interpretan, Francisco Reyes y Marcelo Alonso, intercambian roles en ocho breves encuentros que exploran la condición masculina contemporánea que aparece ante el encuentro con una mujer —en el amor, en el sexo e incluso en la pérdida—. Son conversaciones íntimas y sin testigos, muchas veces incómodas, que se convierten en una lupa sobre la falta de comunicación entre géneros.