Música
El error del ‘Cali Pachanguero’ que no impidió que la canción se convirtiera en himno de la ciudad; esta es la historia
El himno de los caleños celebra 40 años de historia. Gerardo Quintero, autor de ‘¡Ecuajey!’, libro de crónicas de salsa, comparte con SEMANA el relato que recoge la historia de cómo nació la canción que identifica a la ciudad en todo el mundo.
En los relatos de las ciudades hay temas musicales que las inmortalizan. Sus letras y acordes transforman la vida de sus habitantes y ellos mismos se convierten en extensiones de esos discos por donde quieran que vayan. New York, New York, de Frank Sinatra; Georgia On My Mind, de Ray Charles, y Mi Buenos Aires Querido, de Carlos Gardel, son una muestra de esas canciones que se introdujeron en las venas palpitantes de una ciudad y se convirtieron en su propia alma.
Cali Pachanguero pertenece a esa estirpe de composiciones pues logró una conexión especial entre el autor, la letra y ese público que se enamoró con tan solo escuchar por primera vez los acordes de esa interpretación.
Jairo Varela, el más grande músico de la salsa colombiana, partió en dos la historia del Grupo Niche y creó un vínculo eterno entre los caleños y el artista chocoano. Umberto Valverde, muy cercano al músico y quien escribió su biografía, recuerda que cuando Varela decidió trasladarse a la capital del Valle, en 1981, sintió una profunda conexión. Fue un amor a primera vista hacia una ciudad que tenía los ritmos afrocaribeños metidos en su ser.
Eran los años 80 y florecían los grilles: Siboney, El Abuelo Pachanguero, Cañandonga y El Escondite fueron testigos de la sonoridad de Cali y que Jairo conoció de primera mano. El frío bogotano era cosa del pasado y el talentoso músico regresaba a ese calor que le recordaba su Quibdó natal.
El disco que inmortalizó a la ciudad vio la luz en 1984, en el recordado álbum No hay quinto malo: ocho cortes extraordinarios, con sonido fenomenal, donde la percusión y ese toque de campana incesante marcando la clave sorprendieron al bailador caleño. Y el primer corte del lado B sería el estandarte que Jairo elevaría en cuanta rumba de caseta se programara ese año.
Un año después de su llegada a Cali y conmovido con la aceptación hacia el Grupo Niche, Jairo comenzó a componer los primeros acordes del emblemático tema. Fueron dos años de intensa creación y discusiones, de tratar de encontrar la melodía precisa para acompañar un poema hecho canción. Varela contó que la inspiración le nació en Nueva York, en pleno invierno, cuando un joven lo reconoció detrás de un vidrio.
En medio de un frío que congelaba hasta los pensamientos, lo invitaron a pasar para que se resguardara de la terrible temperatura y resultó que el chico era caleño. Casi con lágrimas, relató la pesadilla en que se le había convertido el sueño americano y su migración a Estados Unidos. La historia conmovió a Varela, que escuchaba absorto cómo el joven ansiaba conseguir un tiquete de regreso a su Cali añorada. Fue en ese momento cuando encontró el alma de su canción.
“Es por eso que espero
Que los días que lejos
Cuando dure mi ausencia
Sabes bien que me muero
Todos los caminos conducen a ti
Si supieras la pena que un día sentí
Cuando en frente de mí tus montañas no vi”…
No fue fácil la construcción musical de esta obra. Muchos, al escucharla, consideraban que era sencilla, pero esta tenía un arreglo especial, con marcajes y virajes complejos. Osiel Villada, investigador musical, recuerda que el tema tuvo dos arreglos: uno del pianista Nicolás Cristancho “Macabí”, y otro del trombonista Fernando Martínez, el que finalmente quedó. La leyenda dice que en la parte previa, antes de que comience la interpretación de “Moncho” Santana, “Macabí” sumó un compás para que el tema quedara en clave, pero a Varela no le gustó y le pidió a Martínez, el trombonista, que transcribiera el arreglo como Jairo lo imaginó.
El resultado final fue del gusto total de los bailarines caleños, pero generó una discusión entre los expertos, que advirtieron que el tema quedó fuera de clave: que musicalmente no estaba bien construido y tampoco en la clave correcta.
La explicación del maestro Richie Valdés es contundente: la música, hablando matemáticamente, se rige por fórmulas y estructuras definidas. La alegría y la emoción son importantes, pero la música es ciencia. Y la melodía se escribe sobre el soporte de las claves, una estructura rítmica que puede ser de 3-2 o comenzar en 2-3. El rompimiento de la clave se produce cuando hay una interrupción en la secuencia establecida.
“Si empezaste 3-2, pues así debes terminar”, recalca. En este sentido, cuando se produce un corte y se cambia de clave, es como detenerse abruptamente en la música, afectando la cohesión del arreglo.
Vaya paradoja que el disco más importante de la historia de la ciudad quedó mal marcado, pero la verdad es que, como dice el propio Valdés, al bailador caleño eso poco le importó. El disco, estrenado en diciembre de 1984, ante 50 mil personas, en la plazoleta del Centro Administrativo Municipal, fue un tremendo palo.
Valdés, amigo de Varela, cuenta otra anécdota que engrandece la historia de Cali Pachanguero. Una vez en el estudio, mientras “Macabí” tocaba los reconocidos acordes del piano de la canción, no encontraban una vuelta que pudiera sorprender sin perder el hilo del tema y por allí pasó el trombonista Ismael Gómez, conocido como “Yayita”, quien al escuchar el sonido del piano les dijo: “Oye, allí quedarían bien unas trompetas potentes, antes de la melodía central del mambo”. La idea le encantó a Varela, la introdujeron al tema y esos vientos potentes se convirtieron en el advenimiento de que algo poderoso estaba por llegar.
El escritor e investigador musical Medardo Arias fue testigo excepcional de la primera vez que “Cali Pachanguero” se escuchó públicamente. Todo sucedió en Cartagena, durante el cubrimiento del Festival de Música del Caribe: “Cada tarde, el Grupo Niche ensayaba debajo del flamboyán, hasta el momento de trasladarse al Circo de Toros, a la Serrezuela, nombre de la vieja plaza donde el reggae cada noche levantaba una fenomenal polvareda. Estaban ahí, en la arena, Larry Harlow, Paco de Onís, Alejandro Obregón, entre otros, dándose tragos de ron Tres Esquinas”.
A Varela lo desvelaba la música. Después del Circo de Toros, el ensayo continuaba en las noches del hotelito de Marbella; las voces, con acordes de trompetas, llegaban hasta las habitaciones: “De romántica luna/ el lucero que es lelo (…) si supieras la pena / que un día sentí/ cuando cerca de mí tus montañas no vi…”.
Medardo lo escuchó desde su habitación e intuyó que se trataba de una monumental composición. Medardo recuerda que Tarry Garcés, sobrino de Petronio Álvarez, tocaba el saxo en el grupo. En varias ocasiones, Medardo se acercó para ver la partitura del tema que le deparaba ya tres noches de insomnio: “Le pregunté a Tarry, y me dijo que se trataba de un homenaje a Cali, una canción que no dejaba dormir, tampoco, a Varela, en esos días de 1983″.
“En el grupo de músicos —recuerda el poeta bonaverense— estaba siempre un norteamericano, sin camisa. Sudaba a mares; nunca supe si era arreglista, representante de orquestas. Tampoco su nombre. La verdad es que de esa criba musical en Cartagena y otros desvelos en Cali, nació en 1984, Cali Pachanguero”.
La voz detrás del éxito
El nombre de Luis Alfonso Peña Sánchez les dice muy poco a los rumberos, pero si hablamos de “Moncho” Santana, sabemos que es la voz que inmortalizó la creación de Varela. “Moncho” solo grabó un LP con Niche, pero eso bastó para que quedará eternamente en la historia de Cali.
La destacada cronista caleña Lucy Lorena Libreros habló hace un tiempo con el artista, quien en su momento se alejó de Niche aduciendo que no se sentía bien tratado: “No me fui de Niche porque tuviera cáncer, porque fuera un ‘tomatrago’ o porque me hubieran echado. Simplemente estaba seguro de que no se me pagaba lo justo, porque me prometieron regalías y nunca me cumplieron. Yo sabía que se estaban lucrando con mi voz y me sentí desilusionado; por cuenta de esos comentarios se me cerraron muchas puertas”.
Con la nostalgia a cuestas, “Moncho” confesó: “La música me ha negado muchas cosas, pero me dio una muy grande: haber cantado Cali Pachanguero. Ser su intérprete representa mucho para mí, es saber que con esa canción puedo mover los sentimientos de gente que algún día ha estado igual que yo, alejado de la ciudad que ama. Por eso, “Moncho” Santana dice que le gusta más interpretar la canción cuando está fuera del país, porque en el exterior se juntan las alegrías, las nostalgias, los recuerdos, y por eso se siente más en el corazón. Y con una mezcla de inocencia y sin falso orgullo, le terminó soltando a Lucy Lorena una de esas frases que todos los periodistas esperamos que nos digan en algún momento porque proviene del alma, sin filtros: “A veces, cuando paso por algún lugar donde suena el ‘Cali Pachanguero, me provoca decir: ‘Ese disco lo canto yo’”.
Pero la verdad, querido “Moncho”, es que ese disco ya no es tuyo, ni siquiera de Jairo, ese disco es ya de todos los que lo cantamos y por eso el corazón de los caleños se hinchó de orgullo cuando hace dos años en el Teatro Dolby, de los Ángeles, donde se realizaba la edición 92 de los premios Óscar, se escuchó este himno salsero.
Mientras la actriz mexicana Salma Hayek y el actor guatemalteco Óscar Isaac caminaban hacia el escenario para presentar el premio a Mejor edición de sonido, esos pocos segundos de acordes inconfundibles para los caleños bastaron para que el himno de la ciudad le diera la vuelta al mundo y confirmara porqué es una de las
Petrit Baquero, historiador y experto musical, no duda en afirmar que se trata del éxito más grande que tuvo Varela en su historia. Y es una de las tres canciones más importantes de la salsa colombiana, junto a El Preso, de Fruko y sus Tesos, y Rebelión, de Joe Arroyo. Así que Jairo, que todo el mundo te cante, una ciudad entera te adoptó como uno de sus hijos más amados. Tu historia musical será eterna.