FOTOLIBRO

‘El Caballero del Páramo’, de Tatiana Aristizábal: “Cuando la herida es colectiva, la sanación debe ser colectiva”

La fotógrafa y artista caleña hilvana en este trabajo un relato de catarsis humana que oscila entre lo íntimo y lo colectivo, abordando la memoria personal, la historia de un país marcado por la violencia y un planeta en crisis. Hablamos con ella.

Alejandro Pérez Echeverry
22 de marzo de 2025, 4:00 a. m.
Fotolibro - El Caballero del Páramo / Tatiana Aristizábal
'El Caballero del Páramo' de Tatiana Aristizábal ya está disponible en preventa en la página oficial de Raya Editorial. | Foto: Tatiana Aristizábal

La familia de la fotógrafa y artista Tatiana Aristizábal es una que, como cientos de miles en el país, ha vivido en carne propia el secuestro de un ser querido. De todos los días posibles, el yugo de la angustia les llegó el Día del Amor y la Amistad del año 2000, cuando el ELN se llevó a su hermano mayor. A diferencia de tantos otros secuestrados en este conflicto interminable (iniciado por ideologías y totalmente poseído por el narcotráfico), su hermano regresó a la libertad 42 días después, pero solo para dejar Colombia luego del traumático episodio. A los 12 años, Tatiana vivió ese capítulo de su vida; a los 18 años, impulsada por sus padres, empezó otro al irse a vivir con su hermano.

Fotolibro - 'El Caballero del Páramo'
'El Caballero del Páramo' se nutre de muchas fuentes fotográficas y documentales, compiladas, producidas e intervenidas por Aristizábal. | Foto: Tatiana Aristizábal Zuluaga / Raya Editorial

Por fuera del país estuvo 16 años, la mayoría en Estados Unidos. Pero un año largo en Madrid resultó esencial para empezar a desarrollar la historia (personal y, a la vez, de todos los colombianos) que presenta en El Caballero del Páramo. En este fotolibro que lanza con Raya Editorial, cuyas publicaciones transgreden formatos desde su hechura única, Aristizábal hilvana su historia personal, familiar, de país, con una sensibilidad y sensatez medioambiental que enfoca en la figura frágil y absolutamente fundamental del frailejón y del páramo. Sobre el libro, sus inspiraciones y métodos, hablamos con ella. Respondió desde Cali, que hace dos años volvió a ser su casa.

Tatiana Aristizábal Zuluaga nació en Cali en 1988 y, luego de ires y venires, algunos forzados y otros no, regresó en 2022. Es su casa, una vez más.
Tatiana Aristizábal Zuluaga nació en Cali en 1988 y, luego de ires y venires, algunos forzados y otros no, regresó en 2022. | Foto: Montaña Gama Vilallonga

SEMANA: Una vez exiliada, ¿siempre exiliada?

Tatiana Aristizábal: Ojalá no. Tanto tiempo por fuera me separó mentalmente de Colombia y ahora el proceso de reconectar con esta tierra sigue en construcción.

SEMANA: ¿Cómo lee este momento en el país, en el mundo?

T.A.: Creo que nos estamos dejando polarizar cada vez más. Es importante que en la mesa se pueda hablar de política sin que eso nos divida y que cultivemos más empatía para entender las historias y heridas del otro.

SEMANA: ¿Se supera el secuestro de un ser querido?

T.A.: Es más como cuando uno se corta la piel. La cicatriz está ahí para recordarla siempre; lo que uno hace es aprender a vivir con ella y cuidarla para que sane.

SEMANA: Este libro es la historia de un secuestro desde el prisma de su sensibilidad, pero también mira a un país entero, a un planeta. ¿Cómo lo define y qué etapas recorrió hasta llegar a ser el libro que es?

T.A.: El caballero del páramo hace un paralelo entre la tierra y el ser. La tierra, a partir del frailejón y su amenaza de extinción; el ser, a partir de mi experiencia con el conflicto armado.

Esta historia se viene gestando desde hace muchos años, pero en 2019 volví a Colombia para reconectar con la tierra que había dejado atrás y con las montañas que tanto añoraba, pero que, al mismo tiempo, me asustaba visitar. Fue en ese viaje cuando, por primera vez, vi y entendí qué era un frailejón. Quedé fascinada con su capacidad de capturar el agua y con la magia del páramo. Lo primero que hice al regresar a la ciudad fue investigar más sobre ellos, y en ese mismo momento supe que estaban en crisis por el cambio climático, la ganadería a gran escala y el extractivismo.

Sin embargo, no fue hasta 2022 que logré conectar esta historia con la de mi hermano. Cuando fue secuestrado en el kilómetro 18, tuvo que recorrer los Farallones de Cali y atravesar páramos hasta llegar cerca del río Naya, en el Pacífico. Durante esos 42 días, la situación fue precaria: dormían en carpas hechas con costales y plásticos, y la comida era escasa. Sin embargo, el musgo, el mismo que retiene el agua del páramo para liberarla lentamente en los ríos, muchas veces les sirvió de colchón o de fuente de agua al exprimirlo para hacer arroz.

Parto de esto para hablar de la ausencia, usando el musgo como hilo conductor. Y gracias a Santiago Escobar-Jaramillo, de Raya Editorial, con quien publiqué el libro, materialicé esta historia.

"Con este proyecto, y con la energía que tenía guardada por tantos años, las palabras y las imágenes dejaron de ser suficientes".
"Con este proyecto, y con la energía que tenía guardada por tantos años, las palabras y las imágenes dejaron de ser suficientes". | Foto: Tatiana Aristizábal

SEMANA: Háblenos sobre la fotografía expandida, sobre las posibilidades que ofrece como medio de expresión y su incursión en ella.

T.A.: La fotografía expandida me da la posibilidad de llevar lo que está en mi corazón directamente a la materia. Con este proyecto, y con la energía que tenía guardada por tantos años, las palabras y las imágenes dejaron de ser suficientes.

En un punto en el que quería dar cierre a la investigación, que ya llevaba tres años, empecé a quemar, rasgar, arrugar, sumergir bajo el agua y bordar las fotografías en un acto de catarsis para liberar esa energía estancada. Esto me dio una nueva forma de expresión y un lenguaje propio para hablar de la memoria.

SEMANA: Con el libro físico en sus manos, ¿algo le sorprende del resultado?

T.A.: Cómo las personas se conectan con él. Esta historia, que aparentemente es tan propia, nos toca a los colombianos de norte a sur, sin importar la ideología o la crianza.

Fotolibro - 'El Caballero del Páramo'
Para su autora y creadora, 'El Caballero del Páramo' nos toca a los colombianos "de norte a sur, sin importar la ideología o la crianza". | Foto: Tatiana Aristizábal Zuluaga / Raya Editorial

SEMANA: Apela a su propio archivo fotográfico y familiar, y aplica varias técnicas, entre ellas la de “transferencia de imágenes en biomateriales”. ¿Hay intenciones asociadas a las técnicas?

T.A.: La gran pregunta que tenía al iniciar este proyecto era: ¿cómo abordar algo que pasó hace tanto tiempo? ¿Cómo hablar de los páramos sin caer en imágenes repetitivas?

Cuando la idea de unir estas dos historias surgió, aún vivía por fuera de Colombia. Fue esta mi motivación para volver y empezar a indagar. No llevaba ni un mes en el país cuando las cosas empezaron a alinearse: mi mamá encontró un cuaderno con las transcripciones de los mensajes que le enviábamos a mi hermano a través del programa de radio Las voces del secuestro, así como las camisetas que mandamos a hacer junto con otras familias de secuestrados.

"Empecé a quemar, rasgar, arrugar, sumergir bajo el agua y bordar las fotografías en un acto de catarsis para liberar esa energía estancada. Esto me dio una nueva forma de expresión y un lenguaje propio para hablar de la memoria".
"Empecé a quemar, rasgar, arrugar, sumergir bajo el agua y bordar las fotografías en un acto de catarsis para liberar esa energía estancada. Esto me dio una nueva forma de expresión y un lenguaje propio para hablar de la memoria". | Foto: Tatiana Aristizábal

Meses después, me reuní con Marcela, una de las secuestradas, y me entregó una carpeta llena de recortes de revistas que su familia había recolectado. En paralelo, empecé una investigación sobre los páramos, el musgo y los biomateriales, hasta encontrar una fórmula para crear lo que llamo cuero de musgo, un material que parte de la gelatina e integra trozos de musgo. A partir de ahí, comencé a explorar con diversas técnicas de transferencia fotográfica, un proceso que sigue en desarrollo.

SEMANA: ¿Cómo estableció esa línea entre lo íntimo y lo colectivo? ¿Qué tan orgánicas se hicieron estas decisiones?

T.A.: Muchas partes de mi discurso en El Caballero del Páramo las construí a partir de la escucha. Me di cuenta de que mi sentir no era único: esa luz de la que hablo en el libro, la que siento que me arrebataron cuando el ELN secuestró a mi hermano, se la han arrebatado, y siguen arrebatándosela, a otros niños en Colombia. Esa frustración de ver un país tan violento no es solo mía.

Algo que aprendí durante una conmemoración del Juneteenth en Estados Unidos es que, cuando la herida es colectiva, la sanación debe ser colectiva. Esta herida que el conflicto armado ha dejado en Colombia solo puede sanarse de manera colectiva.

Fotolibro - 'El Caballero del Páramo'
Rasgar como un acto expresivo, expuesto desde la portada misma. | Foto: Tatiana Aristizábal Zuluaga / Raya Editorial

SEMANA: ¿En qué trabaja estos días? ¿Hacia dónde mira su cámara sensible?

T.A.: El Caballero del Páramo no termina con el fotolibro. Sigo explorando el biomaterial y mi visión es materializarlo en una exposición durante la conmemoración de los 25 años del secuestro el próximo semestre. Planeo involucrar en el proceso de creación a las mismas víctimas del secuestro usando su archivo fotográfico para intervenirlos. Por otro lado, mi mirada comienza a dirigirse hacia el origen de todo: mi padre. Su historia, aunque personal, es también un reflejo de una realidad compartida por muchos en este país.

SEMANA: Cuéntenos de sus inspiraciones y caminos en la fotografía, que la han llevado a varias geografías. Háblenos también de trabajos anteriores suyos y de los temas que la han marcado profesionalmente.

T.A.: Mi trabajo ha sido siempre una búsqueda interior, tratando de entenderme a través de otros. Uno de los primeros proyectos que realicé en Estados Unidos exploraba la identidad latina en el centro del país, y cómo nos aferramos a nuestras tradiciones en un entorno donde incluso encontrar nuestra propia comida es difícil (en las fotos, Katarina Hoskins).

'Identidad Latina' exploraba la identidad latina en el centro del país, y cómo nos aferramos a nuestras tradiciones en un entorno donde incluso encontrar nuestra propia comida es difícil (en las fotos, Katarina Hoskins).
'Identidad Latina' exploraba la identidad latina en el centro del país. | Foto: Tatiana Aristizábal

En Madrid, tuve la fortuna de conocer a Alex, con quien creé Banami (Bana = él, Mi = ella). Alex, debido a su identidad de género, tuvo que huir de Camerún y atravesar el norte de África hasta Marruecos, donde cruzó el estrecho de Gibraltar para llegar a España. Enfrentó todos los estereotipos de un refugiado, pero luchó para romper con ellos. Puse mi cámara a su disposición, para que pudiera representarse tal y como quería, y no como los medios le mostraban.

En Madrid, junto con Alex, creó a 'Banami' (Bana = él, Mi = ella). Debido a su identidad de género, Alex tuvo que huir de Camerún. En España. Enfrentó todos los estereotipos de un refugiado, pero luchó para romper con ellos.
En Madrid, junto con Alex, creó a 'Banami' (Bana = él, Mi = ella). Debido a su identidad de género, Alex tuvo que huir de Camerún. En España. Enfrentó todos los estereotipos de un refugiado, pero luchó para romper con ellos. | Foto: Tatiana Aristizábal

SEMANA: ¿Qué películas, discos, obras, performances, fotografías, series, pinturas, esculturas alimentan su vida en 2025?

T.A.: Soy muy fan de las obras que se crean desde la honestidad y la curiosidad. Aftersun, de Charlotte Wells, fue la última película que me llegó directo al corazón. Las fotografías de Ana Mendieta, Duane Michals siempre han sido un gran referente, pero siempre busco lo que se hace en mi ciudad y en mi país. Por ejemplo, el trabajo Huele a lluvia de Natallia Ortiz Mantilla, habla del agua y el territorio usando clorofila como medio de impresión. Cindy Muñoz y la incansable búsqueda de su madre, Estela, a través del performance y la intervención en Altares para Estela. O Mal de Tierra, de Paula Solarte, que usa el barro para hablar de la memoria y el duelo.

Estas obras me inspiran porque, de una manera muy íntima, cuentan historias personales que resuenan con la realidad de nuestro país. Conectan la memoria, el ser y el territorio a través de procesos experimentales, expandiendo mi exploración artística.