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David Marín, autor de ‘Perdida en el fuego’, sobre el Palacio de Justicia: “No me gustó saberme engañado”

En su libro, publicado por Planeta, el antropólogo lanza una investigación exhaustiva sobre lo sucedido en la toma y retoma del Palacio de Justicia, haciendo hablar al edificio como nunca antes. Esto nos dijo al respecto.

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Revista Arcadia
11 de octubre de 2025, 4:00 a. m.
Antropólogo, documentalista, planner e investigador, David Marín García nació en 1979 en Bogotá. Investigó y produjo el pódcast Arcanos y Reyes, que antecede este libro.
Antropólogo, documentalista, planner e investigador, David Marín García nació en 1979 en Bogotá. Investigó y produjo el pódcast Arcanos y Reyes, que antecede este libro. | Foto: Camilo George Jimeno

SEMANA: Cuéntenos sobre el título del trabajo…

David Marín García: El libro es la segunda salida de una investigación muy grande acerca del Palacio de Justicia. La primera salida fueron, hasta el momento, 14 episodios documentales de una hora, que cuentan las primeras 12 horas de la toma. Para la música del documental escogimos una canción de un grupo argentino que se llama Los Espíritus, “Perdida en el fuego”. Y funciona como un acertijo o como una carta del tarot. Creo que el lector puede coger y proyectar sobre el título lo que él considera que se perdió en el fuego. Algunos dicen: “La que se perdió en el fuego fue Ana Rosa Castiblanco”; otros dicen: “La que se perdió en el fuego fue la justicia”.

SEMANA: ¿Qué lo lleva a emprender este camino del documental y de presentar esta segunda entrega?

D.M.: Cuando se hizo el documental, no había caído en cuenta de que es una locura lo que hice y sigo haciendo alrededor del palacio... una respuesta sencilla es que no me gustó darme cuenta de que había sido engañado. Cuando aparecen los restos de Cristina del Pilar Guarín, para mí fue muy evidente que la historia que nos habían contado era paja, no podía ser verdad.

“Cuando aparecen los restos de Cristina del Pilar Guarín, para mí fue muy evidente que la historia que nos habían contado era paja, no podía ser verdad”

Soy muy tajante en eso, porque no fue una sola vez, ni fue una sola versión, o una sola respuesta la que nos dieron acerca del paradero de ella y, a través de ella, de los demás empleados de la cafetería. Había una respuesta diferente y busqué información que me permitiera llegar. Terminé encontrando el expediente. Y si a usted le gusta armar un rompecabezas y encuentra un expediente, no va a parar. Me ha tomado ya casi diez años intentar parar.

SEMANA: ¿Qué tan pesado ha sido a nivel personal y psicológico?

D.M.: Este país sigue siendo ese mismo país de amenazas y de pensar: “Usted está de pronto metiendo la nariz donde no le corresponde”. Inicialmente, es preocupante. Solo en una ocasión las cosas escalaron a un nivel miedoso, pero ya habían pasado años y circunstancias de saberse observado, y uno coge un poquito de callo. Si uno es colombiano, sabe que esas cosas pasan. Destapé una caja de espantos y cosas empezaron a pasar. Psicológicamente, lo más duro es matar a esa gente centenares de veces y preguntarles. Porque de eso se trata: coger y decir: “Señor Gaona, ¿usted cómo murió? ¿Quién le disparó?”. Y volver a pararlo, decirle: “Párese ahí, quédese quieto. ¿Será que usted se agachó? ¿Será que usted dio un paso? ¿Será que usted volteó a mirar? ¿Será que le dispararon desde atrás? ¿Será que le dispararon desde adelante?”.

“Hemos empezado a ver la respuesta de los familiares. Ayer mismo alguien me decía: “Creo que es la primera vez que alguien me cuenta en detalle cómo murió mi papá”

Y necesariamente usted termina viendo y reviviendo N veces la escena. Tenía que matarlo, ver la bala entrar y salir, y verlo caer. Eso tiene un componente macabro que uno tiene que superar para hacer el trabajo. Eso me causó conflicto. Pero hemos empezado a ver la respuesta de los familiares. Ayer mismo alguien me decía: “Creo que es la primera vez que alguien me cuenta en detalle cómo murió mi papá”.

En este trabajo, el edificio ofrece un contexto que ilumina los testimonios. | Foto: ARCHIVO PARTICULAR

SEMANA: Cuéntenos de la metodología...

D.M.: En arqueología, lo que se hace es destapar las capas de un ponqué de arriba hacia abajo. Y usted va leyendo capa por capa. El proceso judicial no hace eso. La manera en la que la Justicia resuelve los acertijos no es así de contextual. Y en este caso, no utilizaron el edificio. Si usted no utiliza el edificio, es como sacar de esa milhoja arqueológica la jarrita, el cuerpo, los tres pedazos de mazorca, echarlos en una bolsa, sacudirlos y luego tirarlos en una mesa y decirle a un juez: “Ahí está lo que sacamos del palacio”, pero, ¿el cuerpo estaba con las mazorcas o con la jarra?, ¿estaba cerca del fuego?

Si yo le quito el escenario, las posibilidades se vuelven necesariamente infinitas. Cualquiera pudo disparar desde cualquier parte a cualquiera de las víctimas. Exactamente lo opuesto pasa en un proceso que en arqueología se llama inductivo, que implica ubicar las piezas en su lugar y con las piezas en su lugar, todas: tiempo, lugar, la trayectoria balística, las trazas del incendio en los cuerpos, etcétera. Y plantear, ¿cómo se ve esta escena? Por ejemplo, esta escena solo se puede ver así porque aquí había una pared que le impedía al Copes (comandos especiales) disparar hacia el lugar donde estaban los rehenes. No puede haber fuego cruzado.

“Si usted no utiliza el edificio, es como sacar de esa milhoja arqueológica la jarrita, el cuerpo, los tres pedazos de mazorca, echarlos en una bolsa, sacudirlos y luego tirarlos en una mesa y decirle a un juez: ‘Ahí está lo que sacamos del palacio’”

Si yo descarto la posibilidad de fuego cruzado, entonces me queda resolver por qué termina el principal rehén de la toma con un tiro que le atraviesa el pecho, muerto por esa herida… ¿En qué circunstancias pudo pasar eso? Lo que yo hice fue reconstruir ese contexto, porque accedí a los planos. Cuando usted arma el edificio, los testimonios cobran todo el sentido realista: usted sabía que desde la puerta solo se podía ver o el cielo raso o un pedacito de la oficina 401 y 402, no más. En este pequeño pedazo, ¿qué pudo haber sucedido? Ese fue, realmente, el cambio metodológico que hace revolucionarios los hallazgos de la investigación y que, aún hoy, sigue dando frutos.

SEMANA: En ese sentido, ¿fueron fallos miopes los de la Justicia?

D.M.: No creo en teorías de conspiración, decir que “torcieron el reparto y consiguieron que un juez fallara”. De pronto en la Justicia Penal Militar, por como funciona, pero en la justicia ordinaria no. Pero es que, además, la justicia ordinaria nunca consiguió llegar a esos alcances porque el presidente de la república dijo: “Pare, justicia ordinaria, entregue todo lo que han hecho hasta el momento, la recolección de testimonios, de pruebas, etcétera, y entrégueselo a estos tres sabios de la primera Comisión de la Verdad”. Entonces estos tipos tenían que coger este mamotreto de 40.000 páginas que tenía toda la información y evaluar, de nuevo, con ese sistema procedimental de la Justicia, qué había sucedido para ellos, y sacar una narrativa oficial de los hechos.

"Así se saldó la muerte de Reyes Echandía, con el famoso fuego cruzado, el famoso uso excesivo de la fuerza que mi investigación derrumba definitivamente", explica el antropólogo. | Foto: ARCHIVO PARTICULAR

En 1988, la Justicia dijo: “El Estado es culpable a través de las Fuerzas Armadas de uso excesivo de la fuerza”. Así se saldó la muerte de Reyes Echandía, con el famoso fuego cruzado, el famoso uso excesivo de la fuerza que mi investigación derrumba definitivamente. A pesar de que sucesivas sentencias han dicho “no puede ser”, aquí es evidente, por otros miles de circunstancias, que las Fuerzas Armadas no solamente utilizaron excesivamente la fuerza, sino que entraron en una operación de aniquilamiento que no puso primero o por delante la vida de los rehenes.

Aquí es evidente, por otros miles de circunstancias, que las Fuerzas Armadas no solamente utilizaron excesivamente la fuerza, sino que entraron en una operación de aniquilamiento que no puso primero o por delante la vida de los rehenes.

La precisión en el detalle que permite la modelación que hice permitió conocer la escena precisa de cómo murió el presidente de la Corte. La escena: “Aquí estaban estas personas, aquí estaban estas fuerzas, unos aquí, otros acá, unos ya se habían entregado”, etcétera. Ese detalle no lo había contado nadie.

Desde las pantallas, una película como 'Noviembre' y una serie que pronto estrena Netflix, también abordan lo sucedido hace 40 años. Cada una desde su propia perspectiva. | Foto: Burning

SEMANA: Va contra la narrativa oficial, pero lo blinda lo exhaustivo…

D.M.: Lo más fácil que tiene la narrativa oficial es controvertir mi trabajo, a pesar de que sea exhaustivo, porque en pocos días, en unas dos o tres semanas, va a salir la serie de Netflix, y en ella va a pasar lo de la serie de Pablo Escobar, en la que se dijo que él había financiado la toma del Palacio de Justicia. Y si usted le pregunta al ciudadano común y corriente que fue impactado por esa serie, ese ciudadano no tiene la menor duda de que eso fue así.

“El señor De Roux me dijo que “sabían que yo era un agente de los militares que quería infiltrarme en la investigación de la Comisión de la Verdad para torcerla”. Y descartaron todo esto, que es evidencia oficial”.

En la serie del palacio se va a contar que el señor mesero salió vivo, a pesar de que su cuerpo fue encontrado y ya se sabe cuándo fue encontrado, en qué momento fue bajado del cuarto piso. Esto, a pesar de que la esposa de ese muerto, en privado, le va a decir a usted: “Yo sé que él no salió vivo”, pero en público, a Netflix le dirá que sí, y eso va a quedar escrito en piedra. Por su parte, la Comisión de la Verdad descartó el ofrecimiento mío de información y de trabajar en conjunto porque, me dijo el señor De Roux, “sabían que yo era un agente de los militares que quería infiltrarme en la investigación de la Comisión de la Verdad para torcerla”. Y simplemente descartaron todo esto, que es evidencia oficial.