Cultura
¿Cómo pedirle a Dios por la bendición de un nuevo hogar?
La oración es un acto clave en la religión.
Una vez que el ser humano atraviesa novedades en su vida, como lo pueden ser cambios de ciudad, o de hogar, puede ser altamente importante que cada ser humano cuente con ciertos apoyos, los cuales fortalezcan su fe, y su conexión con el plano espiritual de forma general, por lo que dentro de estos elementos, juega un papel clave la religión.
Los cultos religiosos han formado parte clave de la sociedad en el día a día del ser humano, esto a causa de que son numerosos la cantidad de feligreses pertenecientes a ciertos cultos, así como también, la cantidad de religiones que han sido instauradas durante el último tiempo.
Cabe mencionar, que a pesar de estos cambios y novedades que se han presentado a través de distintos paradigmas, la gran mayoría de las religiones han mantenido sus bases, a partir de la devoción hacia una deidad de manera concreta, y el respeto hacia algunas escrituras sagradas las cuales rigen ciertas puntualidades en lo que se refiere a los cultos religiosos.
De esta manera, el ser humano suele apoyarse en este tipo de creencias, con el fin de así poder contar con apoyo divino ante las situaciones de cambio previamente mencionadas, especialmente si se trata de un cambio de vivienda, ya que de esta forma se pueden alejar algunas vibras negativas que se encuentren en este nuevo espacio donde el ser humano pasará su día a día.
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Dentro de estos elementos, es necesario mencionar a la oración, como una práctica religiosa bastante usual, especialmente a la hora de buscar conectar con Dios, esta suele constar de distintas peticiones realizadas de manera conjunta, y dirigidas hacia alguna figura de manera especial para poder obtener ciertas protecciones en asuntos económicos, de salud o de prosperidad.
Es por esto, que en este tipo de casos, es clave poder tener en cuenta este tipo de situaciones puntuales, para así poder recibir estos beneficios en un nuevo hogar.
¿Cuál es esta oración?
“Bondadoso Señor, una vez más me dirijo hacia ti con la intención de que atiendas mis súplicas. Solo tú conoces lo que pasa en mi vida, en mi familia, en mi hogar, es por ello que en estos momentos abro mis labios hacia ti y te pido de todo corazón que entres a mi casa y la bendigas con tu poderosa mano; que seas tú quien habite en ella, que bañes con tu luz cada rincón y pueda sentirse tu presencia brillar en cada espacio de este lugar.
Amado Dios, lleno de misericordia y compasión, hoy te abro las puertas de mi casa, de aquel lugar que tú me concediste para vivir junto a mi familia y seres queridos y te pido que laves cada una de sus paredes con tu agua bendita y purificadora. Que seas tú, quien se pasee libremente por cada pasillo, por cada habitación y saques de ella todo espíritu de maldad, todas las angustias y todas las tristezas, que donde haya oscuridad, tú pongas la luz que nos ilumine para siempre.
Entra en cada rincón, Señor mío, que cada espacio de este, mi dulce hogar, quede repleto de tu bendición, pues eres tú, mi Dios misericordioso, el único que tiene el poder de ungir cada pared, puerta y ventana de este lugar y llenarlos de tu presencia maravillosa, para que nada ni nadie pueda dañarnos, para que todos los que vivamos en esta morada quedemos protegidos por tu inmenso amor.
Pues así como dice en tu Palabra te digo yo ahora, mi adorado Señor: «Dígnate a bendecir la casa de tu siervo para que permanezca por siempre en tu presencia, pues tú, mi Señor, has hablado y con tu bendición la casa de tu siervo será eternamente bendita.» (Samuel 7, 29).
Protege esta vivienda, Señor, báñala con tu infinita misericordia; líbrala de todo peligro, de las malas intenciones del enemigo, líbrala de robos, accidentes domésticos y desastres naturales. Ayúdanos, bendito Señor, a mantener esta morada como tu lugar protegido, pues con tu protección, nada hemos de temer.
Te pido a ti, mi Dios incomparable, que cuides de mi casa y de todos los que habitamos en ella. Que reine en mi familia el amor, la comprensión, la salud y la prosperidad. Que cada vez que salgamos de esta casa seas tú quien vele por ella y la proteja de las amenazas de este mundo. Permítenos volver a ella cada día con la certeza de saber que todo está puesto en tus santas y preciosas manos, mi Señor.
Te pido, mi Padre bueno, que con tu bendición esta casa solo sea testigo de innumerables muestras de amor. Aleja de ella y de todos sus habitantes los pleitos, discusiones y toda clase de malentendidos. Permítenos ser personas felices en quienes reine la paz y la unidad.
Sella con tu preciosísima sangre la entrada de mi hogar, cada una de sus paredes, puertas, pisos y ventanas, para que la acción del enemigo no tenga cabida en este lugar, para que cada vez que se presente una adversidad, podamos salir adelante y seguir tranquilos con nuestras vidas. Que toda aquella persona que entre a este lugar sea ungida por ti, bendito Señor.
Revístenos de tu amor, Señor eterno, a mí y a todas las personas que bajo tu amparo encomiendo nuestras vidas en esta oración que te elevo con mucha fe y esperanza. A ti te entrego mi casa, Padre bueno, para que seas tú quien la tome entre sus manos y nos ayude a progresar, a abrirle las puertas a la abundancia y a la prosperidad, pues tú, mi Dios bendito, eres bueno y tu piedad verdadera se extiende a lo largo de mi casa.
Desde ya, sé que estás obrando porque confío en que recibes mi oración hecha con fe y con la confianza puesta en tus manos, porque sé que si tú estás conmigo, si tú estás en mi casa, no hay nada ni nadie que pueda perturbar mi paz y mi tranquilidad.
Quédate, Señor bendito, a vivir bajo este techo, quédate a vivir junto a mí y a todos los míos, porque sé que no hay mejor lugar que estar a tus pies, que estar en tu presencia que todo lo mejora, que todo lo puede y que todo lo dispone para bien. Quédate en esta casa, Señor de señores, y llénala de tu bendición.
Gracias amado Señor porque recibes el clamor de este siervo tuyo. Confío en que tu manto protector bendito cubrirá mi casa y a todos los que habitamos en ella, porque tu amor es grande y tu misericordia dura para siempre, en el nombre incomparable de Jesucristo, nuestro Señor. Amén.”