ENTREVISTA

Sergio Trujillo: de Cali a las estrellas

En esta entrevista el coreógrafo caleño, ganador de un premio Tony, le cuenta a Vanessa de la Torre todo lo que vivió antes de convertirse en una leyenda de Broadway.

Vanessa de la Torre*
8 de septiembre de 2019, 12:00 a. m.
Sergio Trujillo ganó el premio Tony por la coreografía que hizo para el musical ‘Ain't too proud’. | Foto: AFP.

El día que Sergio Trujillo recibió el Premio Tony en Broadway (por la obra Ain‘t too Proud), que reconoce lo mejor del teatro estadounidense, comparable con un Óscar, sus palabras hicieron eco desde Nueva York hasta Cali, donde nació hace 55 años y de donde salió con su familia huyendo de la pobreza y la violencia de la década del setenta. Era un muchachito larguirucho, amante de las tablas –vaya uno a saber por qué–, en una sociedad donde vivir del teatro le resultaría imposible.

“Para todos los que estén escuchando en este momento, quiero que sepan que si yo, Sergio Trujillo, nacido en Cali, Colombia, pude llegar a tener este momento, tú también lo podrás tener”, dijo el 9 de junio de 2019 ante un público que lo ovacionaba de pie.

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Su historia se remonta a Cali y luego a Toronto, Canadá, donde llegó con su familia en 1976. Allí se las arregló para estudiar y terminó en Los Ángeles y luego en Nueva York haciendo lo que nació para hacer: estar sobre un escenario. Es el único vallecaucano que ha ganado un premio de esas dimensiones en Broadway. Es disciplinado, amable y generoso con su tiempo. Ya no habla con acento caleño, pero no olvida esa ciudad donde dio sus primeros pasos y en medio de tantas necesidades puso los primeros ladrillos de un enorme proyecto que lo llevó a la meca del teatro mundial.

Vanessa de la Torre: ¿De dónde sale ese mensaje que le escuchamos el día que recibió el Tony, cuando dijo que usted es una demostración de que los sueños son posibles?

Sergio Trujillo: Mira, yo creo bastante en lo que soy desde que nací y he aprendido y suspirado por las personas con las que crecí: mis amigos, mi familia, mi gente caleña. Nací en un barriecito sin muchos recursos, el Panamericano de Cali, pero con fortaleza para pelear y seguir adelante. Mis padres siempre han trabajado muy duro y hecho muchos sacrificios para que pueda alcanzar este sueño. Somos una familia pequeña: mis papás, un hermano que falleció hace ocho años, y una hermana. Pero con muchos primos, primas, tíos y tías.

V.D.L.T.: ¿De qué murió su hermano?

S.T.: Fue una muerte fatal. Es algo que a todos nos causa mucho dolor. Lo mataron en Cali. Es muy difícil hablar de eso, prefiero no hacerlo.

V.D.L.T.: Entiendo y lo lamento muchísimo. Me conmueve que una familia que haya huído de la violencia en Cali tuviera que enterrar a un hijo por causas ligadas a ella. Lo siento.

S.T.: Gracias.

V.D.L.T.: ¿Qué hacían sus padres en Cali?

S.T.: Mi mamá cosía vestidos, era modista, y mi papá estaban en unos laboratorios. Cuando nos fuimos para Canadá trabajaban en fábricas. Nada glamuroso. Trabajaban duro.

V.D.L.T.: ¿Cómo fueron esos primeros años en Canadá?

S.T.: Llegamos como visitantes y después estuvimos como ilegales cuando la visa expiró. Mis padres se regresaron a trabajar a Colombia y yo me quedé con mis tías. Imagínate, a los 12 años mis padres dejaron que tomara mis propias decisiones y fue emocionalmente duro estar lejos de ellos, pero sabía lo que quería hacer. Comencé a asimilar la cultura canadiense inmediatamente. No dejé de ser latino, pero aprendí inglés muy rápido y eso me ayudó mucho.

V.D.L.T.: ¿Por qué se fueron de Cali?

S.T.: Nos mudamos para Toronto porque en los años sesenta uno de mis tíos se fue a Canadá, donde era más fácil radicarse. En algún momento la vida de una ciudad o de un país se puede poner muy difícil y aunque desconocía lo que estaba pasando en Cali –en ese momento no tenía más de 12 años– todo se puso muy peligroso y a mi familia le dieron la oportunidad de irse a un país en donde podía hacer una mejor vida.

V.D.L.T.: En esa época, ¿usted ya bailaba?

S.T.: No había encontrado aún el amor que le tengo al baile. Para mí no era más que un hobby, pero con esa pasión que tenemos los caleños al baile. Desde niño fui muy inquieto haciendo shows, teatro, circos por mi barrio; convenciendo a mis padres que me dejaran hacerlo.

V.D.L.T.: ¿Alguien de su familia tenía algún vínculo con la danza o el teatro?

S.T.: No. En mi familia les encanta el baile, la música. Creo que hace parte del afecto cultural de nacer en Cali. Allá a todo el mundo le gusta celebrar y eso siempre lo tuve a mi alrededor. Pero al baile lo fui encontrando escuchando esa vocecita, el alma que a veces nos guía, el destino que uno tiene.

V.D.L.T.: ¿Qué quería hacer cuando grande?

S.T.: Al llegar como emigrante a Canadá tenía la responsabilidad de hacer una carrera para ayudarle a la familia. Ingresé a la Universidad de Toronto a estudiar ciencias, hice bioquímica y después quiropráctica, pero durante todo ese tiempo lo que quería era bailar. Siempre tuve el conflicto de bailar o hacer una carrera. Durante mi segundo año tomé un año sabático. Les dije a mis padres que iba a probar si tenía talento para ser bailarín y me vine a Estados Unidos.

V.D.L.T.: ¿A Nueva York?

S.T.: Sí. Un salto enorme que di ya hace 30 años, en agosto de 1988. Llegué a tomar clases de baile, a estudiar, a hacer audiciones. Quería saber si podía, si tenía talento. Estudié ferozmente, pero nada me resultaba. Entrenaba, iba a audiciones y no me escogían. Entonces decidí irme a Los Ángeles. Quería bailar en los videos de Michael Jackson, en televisión, en propagandas, en películas. Hice una audición para un show de Broadway y resulté elegido. Eso me cambió la vida.

V.D.L.T.: ¿De qué vivía en ese tiempo?

S.T.: Cuando se me empezó a acabar la plata del año sabático viví momentos muy difíciles. En Los Ángeles necesitas carro para moverte y, claro, yo no conocía a nadie. Entonces rentaba uno y dormía en él con mi cajita de ropa. Comía solo yogur y banano con un poquitico de granola. Hice lo mismo aquí en Nueva York. El sacrificio era comer o entrenar y entrenar era lo más importante.

V.D.L.T.: ¿Con quién andaba en esas peripecias de la vida?

S.T.: Solito. Cuando uno tiene una meta y quiere alcanzarla hay que concentrarse mucho y mantenerse siempre enfocado. Ese era mi sueño, la única oportunidad que tenía y el tiempo se iba pasando. No podía estar acompañado.

V.D.L.T.: Supongo que cuando entra a Broadway ya no hay quien lo baje de esas tablas…

S.T.: ¡Imagínate! Esa fue la primera señal de que eso era lo que tenía que seguir haciendo. Me fui para Nueva York, comencé mi show en Broadway y tuve una carrera de bailarín durante diez años allá y en Los Ángeles, entre 1989 y 1999. Ya después decidí que era importante volverme coreógrafo. Ahí comencé otra vez el trabajo duro para comprobar que tenía talento suficiente para serlo.

V.D.L.T.: ¡Y terminó ganándose el premio más importante del teatro de Estados Unidos! Usted es una inspiración para este país que tanto la necesita.

S.T.: Es muy importante para mí que los colombianos, especialmente los jóvenes, sepan que las cosas sí se pueden lograr, que todo es posible. Hay que trabajar duro y hacer muchos sacrificios, proponerse metas más grandes de lo que uno puede soñar.

V.D.L.T.: Hoy, con la política de inmigración de Estados Unidos, quizás no habría podido ser lo que es…

S.T.: Si yo no hubiera podido entrar aquí indocumentado y no hubiera tenido el apoyo de tantos productores que creyeron en mi talento, nunca habría cumplido mi sueño. Por eso quiero que sepan que hay que tener fe, que todo puede cambiar y hay que seguir luchando.

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El padre de Sergio, Reynaldo, murió hace 20 años sin poder ver a su hijo convertido en lo que es hoy. Su hermano, también llamado Reynaldo, regresó a Cali a los 53 años y fue asesinado hace dos. Sergio tiene un hijo adoptado con su pareja en Nueva York y comparte sus triunfos con su madre, Sara, una caleña orgullosa a quien su dura vida de trabajadora le permitió acompañar a su hijo y verlo convertido en uno de los coreógrafos más importantes del mundo.

*Periodista y presentadora.