OPINIÓN

La buena cara de ser colombiano

Por inercia y desencanto solemos citar a la violencia, la ilegalidad y la picardía, como las señas particulares de nuestra identidad. Estos cinco invitados rebaten esa teoría.

14 de junio de 2020
De izquierda a derecha: Giuseppe Caputo, Fabio Rubiano, Carolina Guerrero, William Ospina y Francia Márquez.

Giuseppe Caputo, escritor

“La berraquera debe permanecer, pero entendida como fuerza colectiva para cambiar todo lo que empobrece la vida. La idea de ‘berraco’ como una persona que tras mucho esfuerzo logra lo que se propone, contribuye a una de las grandes falacias del neoliberalismo: que todo, absolutamente todo, depende de uno, aunque el orden social y económico sea profundamente desigual. También resalto la exageración, tan común en la costa Caribe de donde soy. Como diría Alfonso Reyes, esta no es una distorsión sino una suerte de lupa porque ayuda a mirar mejor. Y ese pacto de la exageración en el habla del Caribe me gusta justamente porque hace visible algo pequeño que no estamos pudiendo ver”.

Carolina Guerrero, directora ejecutiva y cofundadora del proyecto Radio Ambulante

“La resiliencia y el trabajo duro son dos de nuestros valores que no hace falta preservar, si naciste en Colombia, estos siempre van a formar parte de tu vida, son necesarios para tu propia supervivencia. Pero la cualidad que aprecio entrañablemente por ser colombiana es la hospitalidad. Nos la inculcan nuestros padres desde que nacemos. A todos nos han marcado esos pequeños actos generosos y amables de nuestra familia, de nuestros vecinos, profesores y amigos. Aprendimos que ser colombianos significa atender al prójimo, al desconocido, y hacerlo sentir siempre como en su propia casa, con esmero y una sonrisa. La hospitalidad también significa asistir a quien lo necesita. Y lo hacemos en cosas simples como ayudar a empujar un carro varado, recoger heridos en un accidente, cargar las bolsas pesadas de algún transeúnte o transportar gente que camina largas distancias”.

Fabio Rubiano, cofundador de Teatro Petra

“Hay dos elementos esenciales que deben permanecer en la vida de todas las personas que nacimos aquí. El primero es la capacidad de tener siempre la mesa lista para los que llegan. Una costumbre muy arraigada en la cultura popular, que consiste en ofrecerle algo a quien nos visita, sin importar la condiciones en que vivamos: un café, una sopa, una silla para sentarse, una aguapanela. Así ha sido y seguirá siendo en mi casa. Lo segundo es el humor. Aun en las condiciones más dolorosas, aparece. Y es malo y es bueno; también contradictorio. Pero es imborrable”.

Francia Márquez, activista y defensora de derechos humanos

“Como colombianos debería identificarnos la necesidad de cuidar la vida. El planeta se está destruyendo y debemos pensar en cambiar esa cultura de consumo y de acumulación que lo único que ha hecho es contribuir a su deterioro. También debería unirnos la necesidad de construir solidariamente entre pueblos y comunidades, de vernos como hermanos desde las diferencias para dejar de promover discursos de odio y de violencia que lo único que han logrado es desangrar al país”.

William Ospina, escritor y columnista

“Colombia es un país muy fragmentado que tiene identidades regionales fuertes, pero que no ha logrado definir unos rasgos que lo identifiquen totalmente. La línea de la cultura europea central hostilizó los elementos indígenas y de origen africano que fueron tan indispensables –y lo siguen siendo– en la definición de la cultura nacional. Si no fuera porque la cultura introdujo el ritmo africano, el pensamiento mágico de los indígenas y la sensualidad de los litorales, su vitalidad y fuerza, los habríamos perdido. Por eso tal vez la tarea más urgente es seguir el rastro de lo que han hecho las artes para encontrar esos rasgos comunes y la manera de poner a dialogar las diferencias”.

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