INDUSTRIA

Nuestras esmeraldas deben tener una denominación de origen

Así lo cree la Federación Colombiana de Esmeraldas, que trabaja para lograr ese reconocimiento; y también para formalizar el sector minero verde y fomentar la inversión social en los municipios.

6 de agosto de 2018
Por cada gema vendida al exterior, los exportadores pagan un parafiscal del 1% de su valor al Fondo Nacional de la Esmeralda. | Foto: León Darío Peláez

En Colombia se ha oído hablar mucho de las esmeraldas, pero en realidad se conoce muy poco de ellas, así como de sus instituciones”, afirma Óscar Baquero, quien lleva una década en la presidencia de la Federación Colombiana de Esmeraldas. Y lo dice porque muchos desconocen que desde hace tiempo la entidad desarrolla proyectos para mejorar las condiciones de vida en los municipios esmeralderos y para promover la formalización del sector, que solo el año pasado registró ingresos por 134 millones de dólares.

Fedesmeraldas nació en 1998 como resultado de la unión de tres asociaciones: Aprecol, Asocoesmeral y Acodes, que representan, en su orden, las fases productivas, de comercialización y de exportación de esmeraldas. La institución, a su vez, se encarga de administrar el Fondo Nacional de la Esmeralda, con el que se financian proyectos productivos en beneficio de las comunidades; y el Centro de Desarrollo Tecnológico de la Esmeralda Colombiana, que es el más avanzado en su campo en América Latina.

Cada vez que se vende al exterior una gema, los exportadores de esmeraldas pagan un parafiscal del 1 por ciento de su valor al Fondo Nacional de la Esmeralda, lo que representa entre 3.000 y 3.500 millones de pesos anuales. A la fecha, el fondo ha recaudado 35.000 millones de pesos que ha destinado, entre otras, a la remodelación y construcción de colegios en Quípama y Chivor, así como a la ampliación del Hospital de Pauna y la construcción de un centro de salud en el corregimiento de Zulia. “De esta manera hacemos nuestra contribución a los municipios”, afirma Baquero.

Apoyo tecnológico

Por su parte, en el Centro de Desarrollo Tecnológico de la Esmeralda Colombiana (Cdtec), que nació hace diez años, se estudia a fondo esta piedra preciosa y se presta apoyo tecnológico a la industria para que sea más eficiente, como lo explica Gabriel Angarita, director del Cdtec. La organización investiga cómo funcionan los patrones geoquímicos donde se producen las gemas. “Dicho de una manera más fácil, así se sabrá dónde están las esmeraldas”, afirma Angarita. De esta forma se reducirá el tiempo de búsqueda de las vetas. Además, el centro también presta el servicio de certificación de origen y calidad de gemas (esmeraldas, rubíes y zafiros).

Hoy, Fedesmeraldas trabaja por lograr la denominación de origen de las esmeraldas colombianas, que permitirá comercializarlas como auténticas gemas nacionales y ayudará a velar por la calidad del producto. Porque, como recuerda Baquero, las piedras preciosas colombianas enfrentan una competencia desleal, “usted va a las Bahamas, por ejemplo, y ve una tienda que se llama Colombian Emeralds, pero las que le venden son de Zambia”.