Cómo
El misterio detrás de las moscas que flotan siempre en el mismo sitio bajo el balcón
Este comportamiento está vinculado a un fenómeno biológico específico, que se repite cada vez que aumentan las temperaturas.

A plena luz del día, frente a un portal, bajo un balcón o en la sombra de un patio interior, es posible observar una escena que se repite con frecuencia: un pequeño grupo de moscas revolotea en círculos, flotando en el aire como si estuviera hipnotizado. No se posan sobre alimentos, ni persiguen restos orgánicos, ni se acercan a las personas. Simplemente, parecen danzar, suspendidas en el mismo punto, día tras día.
Es posible que muchos transeúntes no se hayan percatado de este fenómeno o, si lo han hecho, no hayan buscado una explicación. Sin embargo, ese comportamiento peculiar responde a un fenómeno biológico muy concreto, que se repite con el aumento de las temperaturas, y que no es fruto de la casualidad. Según explica la empresa madrileña de control de plagas Biodal, especializada en tratamientos ambientales, esta curiosa danza tiene una finalidad bien definida: el cortejo.
Lo primero que se debe aclarar es que no se trata de las típicas moscas domésticas que suelen perseguir la comida en verano. En la mayoría de los casos, el insecto en cuestión es la mosca doméstica menor (Fannia canicularis), una especie más pequeña, que apenas mide cinco milímetros, y mucho menos invasiva. A pesar de esto, su ciclo de vida también transcurre sobre materia orgánica en descomposición, como restos de comida o residuos animales.

Una vez alcanzan su fase adulta, adoptan un comportamiento muy característico: comienzan a volar en círculos, frecuentemente en lugares resguardados del sol, como portales, patios, pasillos o techos de viviendas y locales. Y, contrariamente a lo que podría parecer, no lo hacen por azar.
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El vuelo en círculos, realizado por los machos en un punto fijo, recibe el nombre de “lek”, un término de origen sueco utilizado en zoología para describir los comportamientos de exhibición de ciertos animales, especialmente machos, con el fin de atraer a las hembras.
En este caso, como señala Biodal, los machos de Fannia canicularis eligen un punto de referencia —una farola, un marco de puerta, una esquina sombreada— y, desde allí, comienzan su danza aérea para atraer a posibles parejas. Las hembras, por su parte, observan y deciden en función de esta exhibición.
¿Por qué eligen el mismo punto?
Este comportamiento se repite en el mismo lugar, ya que los machos regresan sistemáticamente al mismo punto de referencia para continuar con su exhibición. En interiores, Biodal explica que es común ver este fenómeno cerca de luces artificiales, debido a la atracción que muchos insectos voladores sienten por ciertas frecuencias de luz. Así, los machos se acercan por debajo y giran alrededor de ese “marcador” invisible, como si fuera una pista de exhibición.
Aunque estas moscas no suelen posarse sobre alimentos ni representan un riesgo sanitario directo, como sí ocurre con otras especies más invasivas, su presencia constante en bares, restaurantes o tiendas de alimentación puede resultar incómoda o generar una imagen poco higiénica.

Por ello, los expertos recomiendan implementar medidas de control pasivo, como la instalación de mosquiteras, mantener las puertas cerradas el mayor tiempo posible y utilizar trampas de luz ultravioleta, especialmente en zonas comerciales o de atención al público.
Si la proliferación se presenta en viviendas o negocios, es aconsejable revisar la posible presencia de fuentes de materia orgánica en descomposición, como cubos de basura, trasteros o sistemas de ventilación mal mantenidos. Para evitar una presencia continua, lo más eficaz es recurrir a servicios profesionales de control de plagas.
*Con información de Europa Press.