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Cómo saber si se tiene hígado graso y qué cambios en la dieta recomiendan los expertos
Esta enfermedad no presenta síntomas en sus etapas iniciales.

El hígado es uno de los principales órganos del cuerpo, que cumple funciones determinantes para su buen funcionamiento. Se encarga, por ejemplo, de regular la mayor parte de los niveles químicos de la sangre y excretar un producto llamado bilis, que ayuda a descomponer las grasas y las prepara para su posterior digestión y absorción.
Este órgano normalmente contiene algunas cantidades bajas de grasa. Sin embargo, cuando esta sustancia se acumula se genera una enfermedad a la que se le denomina esteatosis hepática o más conocida como el hígado graso.
Según el portal especializado Healthline, demasiada grasa en el hígado causa inflamación, que puede dañarlo y crear cicatrices. En casos graves, es posible que esta cicatrización derive en la insuficiencia hepática.
Si el padecimiento se da en una persona que consume mucho alcohol, a esta afección se le conoce como hígado graso por alcohol.
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¿Cómo saber si se tiene esta afección?
Los especialistas aseguran que detectar el hígado graso no siempre es fácil debido a que los síntomas son escasos en las fases iniciales. En caso de presentarse señales, son principalmente las siguientes, según el instituto Mayo Clinic:
- Cansancio
- Malestar general
- Dolor o molestia en la parte superior derecha del abdomen
- Hinchazón en las piernas
- Inflamación abdominal
- Picazón en la piel
Al respecto, los Institutos Nacionales de Salud de Estados Unidos indican que para diagnosticar esta enfermedad, los médicos se basan en la historia cínica, el examen físico y las pruebas del paciente.
Pueden usar análisis de sangre, pruebas de diagnóstico por imágenes y biopsia del hígado para diferenciarlo del hígado graso alcohólico.
¿Qué hacer con la alimentación?
Los especialistas coinciden en que llevar una dieta saludable con frutas, verduras, cereales integrales y grasas saludables es vital para prevenir esta afección.

De igual forma, es recomendable limitar, entre otras cosas, las bebidas con azúcar, como los refrescos, las bebidas deportivas, los jugos y el té dulce, según Mayo Clinic.
Una dieta rica en grasa saturada, aquella que se encuentra en las carnes rojas y los alimentos fritos, favorece el desarrollo de hígado graso, por lo que es importante reducir su ingesta. En el caso de las carnes es clave la ingesta de cortes magros.
Los expertos indican que algunas investigaciones revelan que el consumo de vitamina C en frutas, vegetales y legumbres se asocia con una menor incidencia de hígado graso. Por tal razón, es bueno ingerir papaya, kiwi, frutas rojas y piña, además de pimientos, brócoli, col rizada y coliflor.
Los Institutos Nacionales de Salud indican que si una persona tiene esta afección, el médico podría recomendarle adelgazar gradualmente en caso de sobrepeso u obesidad.

¿Qué pasa si no se controla el hígado graso?
Esta es una enfermedad que puede generar graves afecciones en el organismo. La formación de cicatrices complejas en el hígado, o cirrosis, es la principal complicación de la enfermedad del hígado graso no alcohólico y la esteatohepatitis no alcohólica, que es una forma más grave de la mencionada afección.
En este segundo caso, el hígado no solo tiene acumulación de grasa, sino que presenta inflamación y daño en las células hepáticas, conocido como esteatohepatitis.
Esto puede ocasionar cirrosis, pues a medida que el hígado intenta detener la inflamación, se forman áreas con cicatrices o fibrosis. Si la inflamación es continua, la fibrosis se disemina y afecta cada vez más tejido hepático, causando efectos irreversibles en este órgano.
De ahí la importancia de prestar atención al desarrollo de esta posible afección y cuidar la alimentación.