Una nueva exposición sobre el campo colombiano

La muestra Tierra de/por medio, que estará hasta el próximo 15 de julio en el Museo de Arte Miguel Urrutia, Mamu, es un relato sobre un tema que nos ha marcado como país: la complejidad del campo. Presenta cinco instalaciones de la colección del museo que tratan las complejidades del conflicto en Colombia por una tierra que siempre ha sido más campo de batalla que lugar de abundancia.

Resulta imposible hacer una reflexión sobre la tierra en el país sin tratar los asuntos relacionados con el narcotráfico y los cultivos de coca. Miguel Ángel Rojas realiza en Broadway (arriba en la foto) una de las obras más poéticas de su carrera, al crear un camino de hormigas que cargan hojas de coca. El camino conmueve por su belleza y por la sutil manera de aludir a algo más profundo que la cocaína que llega a Nueva York: el producto natural mismo, la hoja de coca que representa no solo a quienes la cultivan, sino también a quienes la usan como parte de un proceso social y espiritual.

La tensión en vilo por las condiciones de trabajo de los cañeros en el Valle del Cauca está latente en la pieza Bamba, martillo y refilón (2010), del artista originario de Barbacoas, Nariño, ganador del premio Luis Caballero en 2011, Fabio Melecio Palacios. Al visitarla, caminamos bajo armas blancas colgadas del techo.

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La instalación Hectárea de heno (1970), de Bernardo Salcedo, plantea de una manera simbólica, en esta pieza pionera de las prácticas conceptuales en el país, las arbitrariedades políticas en la medición de la tierra en proyectos de reforma agraria, al apilar quinientas bolsas numeradas llenas de heno.

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En sus alucinantes telones pintados con carbón, Noemí Pérez presenta relatos visuales sobre los movimientos turbios en la región del Catatumbo, capturada en una red perversa de explotación ilegal, minería y contrabando. Y, por supuesto, con la carga social de la violencia y los desplazamientos de la población que implican el control del territorio.

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José Alejandro Restrepo presenta Musa paradisiaca (1996), que marcó la historia del arte contemporáneo del país. Esta obra viva –los bananos que la componen se van pudriendo durante la muestra– aborda la matanza de las bananeras desde dispositivos tecnológicos en racimos de plátano que desde su flor proyectan imágenes de los medios, que revelan la cruel manera que hay en Colombia de manejar conflictos de interés y proteger jerarquías de poder.

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