Exposición

Tejidos de paz desde Mampuján

En la Universidad Externado se inauguró la exposición “Mampuján entretejido: un camino estético para la paz” que desde el 29 de septiembre hasta el 30 de noviembre, da una nueva mirada a una de las tantas masacres cometidas por las A.U.C..

Sergio Rodríguez
29 de septiembre de 2016
Gledys López Maza, Juana Alicia Ruíz y Marta Posso, durante la inauguración de la exposición de las Tejedoras de Mampuján. Foto: Carolina Corredor

El 10 de marzo del 2000 los paramilitares del bloque Héroes llegaron a Mampuján. Sacaron a todos a la plaza, aproximadamente 245 familias, 1.300 personas. "Nos dijeron que la orden que tenían era realizar una masacre -como lo habían hecho el 28 de febrero en el Salado-, que iban a violar a las mujeres, cortar cabezas y jugar fútbol con ellas. La gente rezaba y esperaba", cuenta Juana Alicia Ruíz, una de las tejedoras de Mampuján y víctima del desplazamiento. "A uno de esos teléfonos satelitales les llegó una llamada: ‘no toquen a nadie, la comunidad es inocente, pero se deben ir‘. En ese momento nos entró mucha angustia, porque escogieron siete hombres para que les sirvieran como guías para ir a Las Brisas. En ese momento persona que las A.U.C se llevaba, jamás volvía" terminó Ruíz. 

Un día después, el 11 de marzo, llegaron a Las Brisas, vereda de San Juan Nepomuceno en el Bolívar, las A.U.C..

"Entraron por Mampuján y fue un día sábado. Sacaron a los hombres que estaban en la vereda: 12 hombres, entre los que estaba mi padre y dos hermanos, fueron torturados, masacrados ese día. En Las Brisas no sólo tuvimos la masacre, también hubo desplazamiento, que nos trajo un dolor muy grande. Se rompió el tejido social que teníamos en la comunidad" cuenta Marta Posso García, sobreviviente de la masacre y docente.

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En la biblioteca de la Universidad Externado se exhiben 11 tapices, que 15 mujeres de Mampuján y Las Brisas -en los Montes de María- cosieron y tejieron desde el 2008 como catarsis del dolor que habían sufrido años antes. Las tejedoras de Mampuján, ganadoras del Premio Nacional de Paz, presentaron la exposición Mampuján entretejido: un camino estético para la paz el 28 de septiembre. 

Las telas narran desde la vida cotidiana en África hasta la masacre de 12 campesinos de la vereda de Las Brisas y el desplazamiento de cientos de personas de la población de Mampuján. La muestra amplía la mirada de las tejedoras con la exhibición de nueve dibujos del pintor de San Juan de Nepomuceno, Rafael Posso; una fotografía del Árbol de Tamarindo, "único testigo viviente de la Masacre", del artista Juan Manuel Echavarría y la proyección de la película "Tela sobre tela", dirigida por Gabriel Ossa.

Los bordados, de gran formato no solo narran la memoria de los dolorosos hechos asociados al conflicto armado colombiano, sino que develan un valioso patrimonio cultural y natural. Emerge como refinadas y pequeñas piezas que representan animales, flores, arquitectura y prácticas ancestrales de la población del Caribe colombiano. 

Durante la conferencia inaugural, que contó con la presencia de Marta Posso García, Juana Alicia Ruíz, Gledys López Maza, víctimas y creadoras de los tapices, Rafael Gustavo Posso Parra, dibujante y víctima de la masacre en Las Brisas, cantó: "Mi corazón se pudo reconciliar y esas personas pude perdonar / Grande es la gloria porque de nuevo mi alma pudo cantar / hoy por mi vida corren vientos de paz y un gran ejemplo a patria puedo dar / y un gran ejemplo a mis hijos puedo dar".

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Gledys López Maza dice que es tejedora de sueños, constructora de sabores de paz y víctima de Mampuján. Cuenta que "después del desplazamiento llegamos a un lugar diferente aunque conocido. Duramos en María La Baja aproximadamente tres años viviendo en albergues provisionales, compartiendo con gente de todo tipo. Tiempo después un sacerdote -ya fallecido- nos consiguió una tierra y nos la regaló para que tuviéramos un asentamiento. Después llegó una persona de una fundación y nos recomendó a una sicóloga norteamericana que llegaba de El Salvador. Esa señora llegó a Mampuján queriendo trabajar con nosotros". Le dijeron que querían construir su historia de desplazamiento "así nos doliera mucho". Así se fueron organizando y con ella hicieron el primer tapiz que se llama Desplazamiento. "Fue recordar, revivir lo que nos había pasado, pero empezar a poseer nuestra historia. Y a partir de este primer tapiz decidimos contar todas las historias que habíamos vivido, al inicio no fue fácil pero le damos gracias a Dios por darnos la fuerza en medio de esa oscuridad en la que estábamos".

Marta Posso cuenta: "sentíamos un odio intenso. Para nosotros todos eran culpables. Veíamos a los uniformados y sentíamos mucha rabia. Veíamos a la gente de Mampuján y sentíamos rabia, porque allí escogieron 7 personas para que fueran guías para los paramilitares, sentíamos que también eran culpables".

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Dos años después de la masacre, nace el hijo de Rafael Posso, lo tenían al margen de todo lo que pasaba. A los 8 años el niño le dijo: "‘papi, yo quisiera tener al frente a quien mató a mi abuelito y a mis dos tíos para matarlo a puños‘. Yo pensé en matar - sigue Posso- esos valores y principios con los que nos criaron se van con las víctimas. Pensé en empuñar un arma, porque un supuesto amigo participó en la masacre y pasaba todos los días por mi casa. No dormía por pensar en buscar la forma para matarlo. Después, los victimarios decían que no hubo tortura. ¿Acaso cortarle el tendón de Aquiles de una persona, partirle el cuello en dos, la cara, degollarlos, colgarlos en el árbol de tamarindo -que teníamos como encuentro para sacar los productos de María La Baja, Mampuján y Las Brisas- y cortarles las piernas y degollarlos en el mismo árbol mataron a palos al Rey del ñame -del festival del ñame que se hace en San Cayetano-...eso no es tortura?

Años más tarde me invitaron a una misa de reconciliación, me reuní con los victimarios y hablamos, ellos expresaron el porqué se habían metido a esa vida, les habían matado a un hermano, les habían secuestrado al papá... les habían hecho lo mismo que a mí. No solo hubo un saludo, hubo un abrazo entre el victimario y yo. Cuando uno tiene odio piensa que al perdonar va a beneficiar al victimario, pero es todo lo contrario, uno vuelve a nacer. Nos dimos la oportunidad de romper la cadena de odio, el eslabón de la violencia. Le apostamos al proceso de paz porque es realmente lo que sentimos, para nosotros lo más grande esto que viene".

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La masacre de Las Brisas y Mampuján ocurrió hace 16 años. En 2005 las A.U.C. se desmovilizaron tras un proceso de paz, polémico para muchos, y se buscó reparar a las víctimas y conocer la verdad sobre estas y otras masacres. Hoy las víctimas no guardan odio en sus corazones, y como dice Rafael Posso: "La esperanza que tenemos, lo que queremos decirle a ustedes, es que otras personas no tengan que vivir lo que nosotros, que no se derrame una gota de sangre. Yo quisiera, y es mi sueño, que así que como se pudo salvar a mi hijo, podamos salvar a Colombia".