Exposición

“Es imposible pintar el cuadro soñado”

Fernando de Szyszlo, el pintor vivo más importante de Perú, inaugura una nueva exposición en la galería Sextante en Bogotá el tres de noviembre a las siete de la noche. Hablamos con él sobre su obra.

Sergio Rodríguez
3 de noviembre de 2016
Fernando de Szyszlo nació en Lima el 5 de julio de 1925. Foto: Álvaro Tavera.

¿Cómo fue coordinar esta exposición?

Esta muestra hace tiempo que se la había prometido a Sextante y debió tener lugar el año pasado, pero se complicó porque me enfermé y felizmente aún estoy vivo para poder hacerla. Estoy contento porque esta es, un poco, mi casa. Acá he hecho la mayor parte de mis grabados y siempre he creído que este es uno los mejores talleres de grabado que se pueden encontrar en el mundo.

Usted ha dicho que la pintura, como el sexo y el amor, ha perdido el sentido...

Perdió el sentido para las nuevas generaciones. Yo pertenezco a una en que bailábamos apretados, en la que la mujer era algo sagrado y distante, hacíamos el amor con unas mujeres y nos enamorábamos de otras. Es un concepto completamente distinto, anticuado. Encuentro que lo que se hace hoy es muy banal y he criticado mucho a los pintores, pero me he dado cuenta que es culpa de la época en la que vivimos. Todo se ha banalizado: el sexo se ha vuelto una gimnasia intrascendente, el amor es una cosa de la que se habla muy poco. Ya no se ven suicidios por amor. Cuando vivía en París a finales de los años cuarenta, era algo cotidiano. Eso ya no existe.


Foto: Álvaro Tavera.

¿Cuál es el lenguaje de su pintura?

Mi pintura no ha cambiado pero yo he cambiado en la manera de verla. Cuando llegué a París y vi lo que se hacía, en el año 49, fue un shock y produjo un cambio importantísimo en mi pintura. Ahora me he dado cuenta de que mi pintura no es abstracta y nunca lo fue. Siempre se refirió a cosas, a seres. También me di cuenta de que siempre he sido un discípulo del surrealismo en materia de teoría del arte. Me parece que lo más cercano a la producción artística lo que los surrealistas pensaron. Y la pintura surrealista me divierte pero no es mi pasión, salvo Miró y Klee, pero Dalí y todos esos no me gustan. Me he dado cuenta que mi pintura es surrealista a estas alturas y yo que creí que era abstracta.

Hace mucho me di cuenta que lo que me interesa es el contenido que sale del fondo del inconsciente. Me interesa jugar con eso que los surrealistas y los jungianos dicen, que hay unos denominadores comunes entre el inconsciente personal y el colectivo, y eso es lo que nos hace comprender la música y la pintura. No hay nada que comprender en el fondo. Hay que sentir. Se comprende la matemática, el arte no. El arte va directamente a las emociones. Siempre repito esta anécdota de Matisse:

Una señora le pregunta:

- Maestro, no entiendo su pintura.

- Señora, ¿a usted le gustan las ostras?, le responde el pintor.

- Claro que sí.

- ¿Entiende usted a las ostras?

¿Cuál es la cercanía entre su pintura y la poesía?

Le diría que si hubiera sido leal a mis intereses de adolescente habría sido escritor. Lo que he sido siempre es lector de poesía, también de novela, pero sobre todo de poesía. Además de esa sensibilidad que tenía, sufría de asma y faltaba mucho al colegio entonces leía bastante. Cuando lo presionan a uno, al salir del colegio, me di cuenta que  tenía facilidad para las matemáticas. Puedo ser un arquitecto, me dije. Entré a la universidad y al año y medio de estudiar arquitectura me di cuenta que mi dibujo era de una torpeza ejemplar, tenía que aprender a dibujar y me matriculé en un curso nocturno de dibujo en la Universidad Católica. Ese día entendí qué quería hacer el resto de mi vida.

En una entrevista usted citó a Braque: "la ciencia ha sido hecha para calmarnos y el arte para atormentarnos". ¿Su pintura atormenta?

Transmite la angustia que tengo. No es un parto sin dolor, es pesado y solo hay un momento, a la mitad, que uno tienen la ilusión de que ya lo va a coger y en ese mismo momento se comienza a ir. La pintura es el homicidio de un sueño. Y uno al tratar de fijar ese sueño lo mata. Después he comprendido que el desafío no era conseguir ese cuadro soñado, el desafío era perseguirlo. Es inefable, inalcanzable. El desafío es intentar ser leal a buscar cogerlo.

Entonces, ¿qué lo angustia?

Dejar de vivir. No la muerte. La muerte es natural, pero dejar esto. Esto me gusta mucho y me da pena dejarlo.

También ha dicho que el arte abstracto es el corazón de la pintura...

Claro, sin duda, porque usted está enfrentado con los elementos de la pintura. Es como comparar una ópera de Mozart con una sonata de Mozart. En la ópera se sigue clandestinamente la música, en una sonata se está enfrentado a leer qué es lo que Mozart le quiere decir puramente con sonido y no es que no quiera decirle nada, le dice mucho, pero tiene que aprender a leerlo.

¿Cree que la gente ha aprendido a leer sus cuadros?

Muchas personas. Rilke decía que la fama es la suma de incomprensiones que se acumulan alrededor de un nombre nuevo. Hay gente que siente mi pintura. Hace unos 15 o 20 años hice una exposición en Nueva Delhi y en un periódico salió un artículo muy pequeño pero me di cuenta que esa persona sabía perfectamente lo que quería decir. Así me ha pasado también con un texto de Juan Gustavo Cobo Borda y no podía concebir que se hubiese dado cuenta de todo lo que quería decir y le escribí una carta: ‘tú has descrito el cuadro que yo quisiera pintar y no el que he pintado‘.


Foto: Álvaro Tavera.

¿Qué dificultades tiene a la hora de componer un cuadro?

Sentir que la idea no se muera tan pronto, mantenerla viva el mayor tiempo posible y hay que contar también con el azar, con lo que puede descubrir al tratar de hacerlo, pero sobre todo es una aventura. Nunca sabe uno que va a resultar. A veces un cuadro que cuesta mucho trabajo no es el más logrado y otros que salen de golpe hablan más. Es un juego de azar.

A sus 91 años, ¿ya logró ese cuadro que siempre ha querido pintar?

Me falta hacerlo y veo que es imposible. No lo voy a alcanzar. El desafío es tener la idea de que puedo alcanzarlo. Los galgos nunca alcanzan la liebre, la aventura es perseguirla.

Nota: La galería Sextante está ubicada en la carrera 14 # 75-35 y la muestra es la última de la galería y estará hasta finales de diciembre.