Exposición

Un retrato de Ruvén Afanador

Durante 18 años el fotógrafo colombiano más reconocido en el mundo no viajó a Colombia. Hace unos años volvió para acercarse a sus raíces y comprender que en cada una de sus fotos vive su latinidad. Esta vez, regresó a Bogotá para inaugurar la exposición ‘Yo seré tu espejo’ y anunciar que estará una o dos veces por año en el país para ser profesor de fotografía.

Juliana Rojas Hdz
4 de marzo de 2016
Foto: ©Camilo Espitia

Sucede. Es el verbo en todas sus conjugaciones incrustado en el discurso de Ruvén Afanador, aunque seguramente él mismo no es consciente de ello. Lo repite con frecuencia en sus respuestas, como si fuera un mantra interiorizado que le ha dado el impulso para construir una carrera como uno de los fotógrafos más reconocidos del mundo. “Algún día sucedería que me llamarían para hacerle una foto a García Márquez (…) Planto semillas para que las fotos que quiero hacerles a determinados personajes simplemente sucedan (…) Si uno quiere algo con todas las fuerzas, se prepara para eso y sucede (…) Una buena sesión de fotos tiene que suceder. Si no va por buen camino, es el fotógrafo quien debe darle el giro para que todo suceda”.

Como sucedió cuando encontró a la persona correcta en una agencia de Nueva York que le abrió las puertas del mundo de la moda y las revistas, después de conocer el portafolio que había construido durante sus estudios en Milán. La época más difícil que ha pasado en su carrera, pues tenía poco dinero y desconocía el idioma, según recordó en medio de un auditorio abarrotado de estudiantes en la Universidad Jorge Tadeo Lozano, en Bogotá. Allí llegó Afanador para inaugurar su exposición ‘Yo seré tu espejo: 80 retratos”, donde más que un fotógrafo parecía un rockstar asediado por fanáticos, quienes durante dos horas le preguntaron en esencia y de maneras diversas cuáles eran sus claves para alcanzar el éxito.

Y en este caso, el éxito se puede entender no solo como que las grandes figuras del espectáculo y la política mundial hayan pasado por su lente para las portadas de las revistas más influyentes, sino por la posibilidad que tiene de ponerle su estilo a esos retratos, sin impedimentos ni yugos editoriales. Lo dejan ser y usar ese sello personal que convierte sus imágenes, muchas de ellas en blanco y negro, en performance, analogías de pinturas o, simplemente, en obras de arte.

Ese amor por el blanco y negro ocurrió sin planearlo cuando apenas era un niño en Bucaramanga y su padre lo llevó junto con su mamá y hermanas a hacerse un retrato familiar. Mientras preparaban todo, él se quedó absorto viendo a una mujer retocando la piel de los fotografiados directamente en el negativo. “Me pareció increíble que eso se pudiera hacer, quedé encantado con esa imagen. El retoque ha existido desde siempre, no solamente hoy con Photoshop, un recurso al que no entiendo por qué le arman tanta polémica. No concibo ninguna de mis fotos sin usarlo, porque si no, no estarían terminadas, es parte del proceso, completa el lenguaje del fotógrafo, tanto como el maquillaje, el vestuario o los accesorios”.

La exposición, abierta hasta el 8 de abril, está compuesta por 22 fotografías de la colección que presentó en el 2011 en el Museo de Arte Moderno de Bogotá y que la Universidad quiso sacar del archivo para llevarlas a recorrer Bogotá. Son quizás sus mejores retratos si tuviera que escoger entre su obra. Björk, Quentin Tarantino, Monica Bellucci, Antonio Banderas, Cate Blanchett, la princesa de Alba, Al Pacino, entre otros. ¿La más difícil de fotografiar? “Courtney Love”. ¿Una foto que le haya intimidado hacer? “La de García Márquez”. ¿A quién quisiera ahora retratar? “A Adele, ¡qué mujer!”.

Fotografía: ©Camilo Espitia

Y son las mujeres su principal inspiración. Dice que es culpa de las mujeres de su familia, de su infancia en Santander. Lo reconoce cuando recuerda que las reinas se convirtieron casi en sus fetiches, pues pasaba tiempo observando los detalles de su vestuario, el maquillaje, su cuerpo en pasarela. Y eso le quedó para hacer hoy esos retratos que traslucen la esencia del personaje. Se acerca a ellos, les habla, aprovecha los secretos y detalles que su equipo de producción ha conocido durante la preparación para la sesión, que le permiten romper el hielo y lograr lo que desea.

“Me aguanto casi todo con tal de obtener la foto”. Casi todo puede ser la hiperactividad desenfrenada de Courtney Love o que Gabo no le haya aceptado las dos primeras propuestas de retratos por considerarlas demasiado teatrales, o que el equipo de Björk y el suyo hayan trabajado en una especie de ring de boxeo cordial donde venía una propuesta e iba otra, hasta encontrar el equilibrio. Un equilibrio que parece salido de la magia, del encanto de un hombre tan dulce como tímido que rompe sus propios miedos para encontrarse cara a cara con las estrellas más asediadas del mundo, a quienes trae a la intimidad de su estudio y desviste física o espiritualmente para encontrar ese secreto guardado al interior de cada uno, que solo pueden revelar sus fotos.

¿Cómo supera sus miedos?

"No los supero. Vivo con ellos. Los disfruto, porque me generan la adrenalina para cada sesión".

Son miedos que no lo hicieron sentirse inferior cuando tocó puertas en Nueva York, cuando le escribió a fotógrafos para ofrecerse como asistente y ninguno le respondió. “A la gente no le importa de dónde seas, sino cuán bueno es tu trabajo. A mí ser colombiano no me ha cerrado puertas, jamás llegué pensando que por ser inmigrante no me iban a aceptar. Eso me lo enseñaron mis papás y quizás esa actitud es la que ha sorprendido a muchos, que siempre me halagan cuando les digo de dónde soy”.

Imagen tomada del Instagram @ruvenafanador

Ruvén no para de tomar fotos. No carga su cámara a todas partes. Para eso tiene su teléfono y tampoco se opone a la masificación de la imagen con los recursos digitales de hoy. “Todo tiene su encanto. Las cámaras análogas lo tuvieron en su época, que hoy todos podamos registrar lo que sucede también es fascinante”.

Porque, aunque las cámaras digitales pululen, la creatividad, el concepto y el buen ojo no lo da un lente. “La foto debe tener la esencia del fotógrafo y que este sienta que en esa foto se hizo todo lo que se pudo hacer con esa persona. Con esa receta puede haber una muy buena la foto. Debe suceder”.

** Yo seré tu espejo Museo de Artes Visuales de la Universidad Jorge Tadeo Lozano de Bogotá - Desde el 3 de marzo al 8 de abril. La exposición estará en la Universidad Central y el Gimnasio Moderno.