Psicología

Cómo ayudar a una persona que está siendo acosada sexualmente

Compañía y confianza son algunos de los elementos que puede ofrecer alguien cuando una víctima de acoso denuncia un caso. Psicólogos y expertos en género, dan consejos sobre cómo afrontar el tema si un ser querido atraviesa por esa situación.

7 de marzo de 2019
La forma más fácil de saber si se cruzó la raya entre un posible coqueteo y el acoso, es cuando la persona expresa un límite claro, inequívoco y este no sirve de nada. | Foto: Istock

En Colombia y el mundo el acoso sexual es un tema de todos los días, pero al que muchas veces no se le da la importancia necesaria. Y la polémica más reciente, que surgió por las dos integrantes de la selección Colombia sub-17 que presentaron denuncias por acoso sexual y laboral, lo demostró. En un principio, la Federación Colombiana de Fútbol guardó silencio ante las denuncias, y hasta hace muy poco, jugadores como James Rodríguez o Radamel Falcao salieron a rechazar públicamente cualquier tipo de acoso cometido en contra de sus compañeras.

Los expertos definen el acoso como “una excesiva insistencia, no deseada, de una persona sobre otra”

Aunque la situación es un caso entre mil, y es diferente a muchos por el contexto y la visibilidad, en términos generales, se podría decir que evidencia los problemas más frecuentes con el tema: la poca sensibilidad que existe al abordarlo y el miedo de las víctimas a no ser escuchadas, comprendidas o creídas, que en últimas terminan imposibilitando que la gente se atreva a denunciar más.

Pero el acoso sexual no es un tema de poca monta. Los expertos lo definen como “una excesiva insistencia, no deseada, de una persona sobre otra”, dice Tatiana Barreto, psicóloga y experta en ética de la Clínica de la Universidad de La Sabana. Pero a esto se suman otros factores que pueden ayudar a identificarla. Por ejemplo, que el acosador tenga un grado de superioridad, o la persona acosada tenga una dependencia laboral o económica de este. “Ahí es todavía más grave porque genera una reacción de miedo a tener represalias”, dice Myriam Jiménez, antropóloga de la Universidad Nacional y experta en temas de género.

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La forma más fácil de saber si se cruzó la raya entre un posible coqueteo y el acoso, es cuando la persona expresa un límite claro, inequívoco y este no sirve de nada. El problema es que una denuncia minimizada o mal llevada, puede llegar a truncar desde la autoestima hasta el proyecto de vida de una persona. E incluso tener repercusiones a largo plazo en la salud emocional y mental de la víctima. Por eso, los expertos coinciden en que el acompañamiento es fundamental. De acuerdo con Barreto, sentir que no hay salida “baja la autoestima, coarta la capacidad de tomar decisiones propias, y dependiendo del contexto, puede ocasionar un decremento en la capacidad intelectual, académica, laboral o familiar”.

Jiménez afirma que el apoyo de terceros es fundamental, pues puede ayudar a la víctima a sobrellevar con más calma la situación y “establecer una hoja de ruta sobre cómo actuar”. Por su parte, Adriana Rincón, abogada integrante de la Red Nacional de Mujeres, dice que la mejor forma de ayudar a una persona que está siendo acosada sexualmente es la compañía, pues muchos de los procesos de denuncia o sanación de las víctimas se fundamentan en sus redes de apoyo. En ese sentido, en la medida en que las personas no se sientan solas podrán avanzar más rápido en su proceso y restablecer tanto sus derechos como su vida normal.  

Estos son algunos consejos de las tres expertas para afrontar mejor la situación en caso de que un amigo o ser querido esté pasando por una situación similar:

  1. Crear un ambiente seguro:  para empezar, hay que tener claro que lo primero que debe hacer una persona que cree ser víctima de acoso sexual, es comunicarlo. “Ante una autoridad, organización, familia, pero lo importante es buscar un soporte”, dice la antropóloga Jiménez.  Lo segundo a tener en cuenta es que hablar del acoso no es fácil, pues el miedo y la vergüenza pueden ser muy grandes. Por eso, dice la abogada Rincón, la mejor forma de ayudar a alguien que atraviesa por la situación “es crear ambientes de confianza”. Esto consiste en demostrarle a la persona que está ahí para escuchar y no juzgar, pero “sobre todo para no cargar el peso de la culpa sobre la víctima”, agrega Jiménez. De acuerdo con Rincón, a las víctimas también se les facilita mucho más hablar con personas que no hagan comentarios sexistas, gente que les produzca confianza, porque saben que no las van a hacer sentir culpables.

  2. Saber escuchar: Si la persona se ha atrevido a hablar, significa que hay confianza. Por eso, no basta con oír, sino que se requiere saber escuchar atentamente a lo que dicen. Esto significa, según Jiménez, “no interrumpir y no decir palabras como: no te preocupes, no te angusties o no es grave”, pues eso le resta importancia a la valentía de la persona. Además, aconseja dejarla relatar el hecho largo y tendido, pues esto le dará tiempo al que escucha para analizar con más calma la situación.
  1. Hacer las preguntas acertadas: Es importante tener claridad sobre lo que ocurrió y para eso se requieren preguntas. “Pero preguntas que no pongan en duda el testimonio del otro”, dice la psicóloga Barreto. ¿No será que te lo imaginas?” “¿Lo estás agrandando?” ¿No estás mal interpretado?, son formas muy agresivas, dice la experta. Hay que abstenerse de eso, porque las personas tienen pudor en temas como la sexualidad. “Y si hay duda, o la persona es demasiado intrusiva, llenará a la persona de vergüenza y desviará el tema de lo realmente importante”. Por eso, lo más indicado es hacer preguntas concretas, que apunten a aclarar lo que realmente pasó. Barreto aconseja indagar si la víctima ya habló del tema con el acosador o manifestó la incomodidad, pues puede suceder que, ante el llamado de atención, “el acosador pare en el primer momento”.

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  1. Evaluar la situación: Luego de haber escuchado sin interrumpir y haber aclarado las dudas, es importante ayudar a definir el tipo de acoso. “Orientar, pues hay algunas personas que por su inocencia terminan aceptando situaciones que no son normales”, dice Jiménez. Pero también pueden existir casos en los que, “una persona esté confundiendo las acciones de otra”, dice Barreto. Con ello las expertas se refieren a que hay que evaluar bien, por ejemplo, si el hecho de que un jefe pida quedarse hasta tarde, o trabajar fines de semana cuando hay menos gente, obedece a segundas intenciones o no. Pero llamar con insistencia o escribir a horas no adecuadas con mensajes obscenos, son hechos que sí demuestran una situación anormal. Aquí el punto no es juzgar si es una exageración o no, sino evaluar con juicio qué situaciones concretas de la relación con el otro califican dentro del acoso y cuáles no, para no dar lugar a puntos negros si más adelante hay denuncia.
  1. Definir la mejor alternativa: Luego de disipar las dudas, las expertas coinciden en que hay que analizar cuáles son las alternativas más convenientes según el caso. Si hasta ahora está empezando el acoso, por ejemplo, la mejor opción sería enfrentar a la persona verbalmente y pararla. Pero “cuando continúa avanzado a pesar de poner un límite, toca a la persona, la agarra, insiste verbalmente, es imprescindible dar el otro paso: hablar, denunciar y si la cosa lo amerita, hacer una denuncia formal”, explica Jiménez. Esto se haría ante una comisaría de familia o la Fiscalía.  Barreto afirma que hay que dejar de verle el lado negativo a denunciar, pues eso ayuda a sacar esas acciones de la oscuridad en la que suceden para construir un rechazo social generalizado. “Lo indebido es que se minimice, como pasó con el caso de las futbolistas”, afirma. El acosador debe entender que “tiene una carencia afectiva que le hace creer que por imposición puede obtener lo que solo por decisión debería tener derecho”, agrega.
  1. Ser un apoyo a largo plazo: más allá del acompañamiento en el proceso de denuncia y de enfrentar al acosador, es importante que las personas tengan en cuenta que este tipo de experiencias pueden tener consecuencias a largo plazo en el estado emocional de las personas. “Algunas veces menoscaban la integridad y la intimidad. Y las víctimas pueden llegar a aislarse, retraerse, volverse personas muy prevenidas”, dice Rincón. Otro elemento es que pierdan confianza en sí mismas porque sienten que no pudieron parar las amenazas. Si la persona no recibe apoyo del entorno cuando lo busca en el momento o a largo plazo, “pierde confianza en el sistema o la red de apoyo y lo más probable es que puedan volver a caer en este tipo de situaciones”, explica Barreto. Por eso, lo mejor es brindar un acompañamiento constante y mostrarles que habrá vida más allá de esta dura experiencia.