POLÍTICA
Petro se va contra “la oligarquía” e insulta al Congreso, que debe avalar su consulta popular. Detalles desconocidos de lo que viene
El presidente se la juega por poner al pueblo en contra de los senadores, a quienes llamó vendidos, codiciosos y serviles a los ricos. Pero es en la plenaria donde se juega el primer ‘round’ de su apuesta. Con su discurso de división de clases polarizará aún más al país, pero tiene mucho para ganar.


La despachada de Gustavo Petro contra el Congreso de la República no tiene antecedentes recientes en el país. Con la Plaza de Bolívar llena, y en el culmen de las marchas del 18 de marzo, el primer mandatario recitó una retahíla de insultos contra los congresistas que hundieron la reforma laboral y los que ahora tendrán que darle el aval a su codiciada consulta popular.
Si no fuera porque Petro tiene al país acostumbrado a sus discursos altisonantes, los adjetivos que usó contra los parlamentarios serían hoy una de las noticias más estruendosas de la política. El presidente comenzó comparándolos con los “pastores traicioneros y vendidos” que escupieron sobre “Jesús, el carpintero”, pero luego se fue mucho más a fondo.
“Han traicionado al pueblo de Colombia... lo han hecho por la codicia y lo han hecho por el dinero. Se han arrodillado al rico, y a un dios falso que es el dios dinero... el corazón se lo vendieron a la codicia. No tienen sentimientos. Ellos no son seres humanos”, agregó.

Con sus palabras, Petro dejó clara una de las líneas de la estrategia política de la consulta popular: poner al Congreso contra el pueblo. El presidente repetirá una y otra vez la narrativa que anima el llamado a este mecanismo de participación y que, en últimas, se cimienta sobre la lucha de clases, una causa popular en un país lleno de desigualdades sociales. “El Congreso es sirviente del pueblo y no del gran capital y del dinero. La política no es servil, la política solo sirve para ser libre. El Congreso de Colombia le está dando la espalda al pueblo”, remató.
Lo más leído
Vea el programa El Debate y el discurso de Gustavo Petro:

En sus palabras, sobre los parlamentarios, el presidente dijo: “No quieren que la madre comunitaria tenga un sueldo, que las mujeres de Colombia tengan una pensión merecida, después de criar a sus hijos, de darnos la vida”.

Así de simple es la retórica. Si el Congreso se opone a la consulta popular, se opone al pueblo y a su sagrado derecho a no ser oprimido, a cientos de años de “resistencia”, a la lucha contra el esclavismo, al clamor de las comunidades afro y de las indígenas, a la clase obrera, la que madruga y, como dijo él, deja a su bebé dormido a las 5 de la mañana para coger un TransMilenio y, después de dos horas de camino, servirle el tinto a un vago, “hijo de papi y mami que cree que la vida consiste en ir a Miami”.
Con esa narración, Petro aseguró que no se rendirá en su consulta. “No nos arrodillamos. No besamos manos. Así la oligarquía colombiana se crea su propia mentira de que somos una aristocracia. Hoy son los mismos que le ordenan al Congreso frenar las reformas... El Congreso de Colombia le está dando la espalda al pueblo y cuando instituciones enteras no pueden comprender a su propio pueblo, no pueden comprender sus necesidades mínimas, no pueden comprender su deseo democrático de dignidad en la vida misma. Entonces no entienden a Colombia, entonces están en contra de la realidad misma, viven en una fantasía etérea y hay que sacarlos de ahí porque no nos sirven”, remató.
El presidente del Senado, Efraín Cepeda, entendió el mensaje de Petro. “Peligroso hablar de golpe de Estado. Golpe de Estado no es solo intentar tumbar al presidente, sino intentar tumbar a un Congreso legítimamente elegido”, dijo ante esa expresión amenazante de que al Congreso “hay que sacarlos”.
“El desprecio y odio del presidente Petro hacia el Congreso puede desencadenar una guerra: en su discurso nos ha llamado satanás, animales, esclavistas, tiranos, explotadores, traidores, vendidos. Presidente, no les tenemos miedo a sus amenazas y tampoco vamos a flaquear”, expresó con preocupación el representante Julio César Triana, vocero de Cambio Radical.
“Me preocupa mucho los llamamientos a violencia que hace el Gobierno. Ellos utilizan mentiras, ataques, y me parece que están buscando crear violencia contra los opositores”, afirmó la senadora Paloma Valencia. “Petro, en su verborrea irresponsable, lanza amenazas contra el Congreso, intentando intimidar a una rama del poder público. No lo permitiremos. Colombia es una democracia, no una dictadura. Aquí el peligro más grande para la democracia se llama Gustavo Petro”, agregó María Fernanda Cabal.
Petro, además, invocó de nuevo a Gabriel García Márquez para inspirar a las masas. “Los pueblos de Macondo se salvan cuando caen las mariposas amarillas. Aquí tienen que volar mariposas amarillas por todos los rincones de la patria. Llegó el momento de acabar con cien años de soledad. Las estirpes de la tierra condenadas tienen una segunda oportunidad y esta es nuestra segunda oportunidad”, dijo.
Plaza de Bolivar llena y la séptima repleta. El pueblo ha sido convocado, espero que los representantes del pueblo en el Congreso, cumplan su deber.
— Gustavo Petro (@petrogustavo) March 18, 2025
Como ordena la constitución le corresponde al pueblo decidir pic.twitter.com/pMRfM3YARz
Su ataque al Congreso tiene una razón de ser más allá de la reforma laboral. Por un lado, Petro ha esgrimido que vive un “bloqueo institucional”. Esa es la justificación principal de la consulta popular. El primer mandatario olvida en su discurso que el Congreso sí le ha aprobado reformas muy importantes, como la Ley de orden público que llevó a la llamada Ley de paz total, la reforma al régimen de pensiones, el acto legislativo sobre la jurisdicción agraria. Y no mencionó otras que le tumbaron, como la reforma tributaria, cuya bandera jamás ondearía en las calles por impopular. Y ni siquiera nombró la de la salud, que abriría un enorme debate en medio de la crisis tan profunda que vive el sistema y que ha afectado a miles de pacientes.

Por el otro lado, el primer mandatario sabe que se la juega ahora toda en la plenaria del Senado y que, si quiere que pase la consulta, al Gobierno no le queda de otra que arrinconar a la clase política. ¿Qué senador se atreverá a frenar la decisión del pueblo? El debate que se viene en ese recinto es uno de los más apasionantes que se ha vivido en términos de lo que significa la participación ciudadana.
El telón de fondo, por supuesto, es el 2026, pero nadie lo dirá. El Pacto Histórico saldrá fortalecido en cualquier escenario, si gana, porque llegará con un capital enorme para su candidato. Con más de seis millones de votos ya pone un candidato en segunda vuelta y con los 13 que requiere el umbral podría incluso atreverse a soñar con ganar en primera.
Los senadores saben que todo eso está en juego, pero el debate allá no podrá ser ese. Al Congreso, solo le corresponde darle el aval, si o no, a la consulta. En entrevista con SEMANA, el ministro del Trabajo, Antonio Sanguino, anunció que el Gobierno ya tiene claro que presentará un texto sencillo que no sobrepasará las diez preguntas porque, según él, la idea no es entregarle al votante un cuestionario del Icfes. También dijo que, en el entre tanto, el Gobierno sacará una serie de decretos (que podrían ser nueve) para ir sacando los temas que se puedan de la reforma.
El Senado recibirá ese cuestionario, pero no podrá debatir sobre su contenido. Como explicó a SEMANA, la exsecretaria de la Corte Constitucional, Martha Sáchica, “la facultad para convocar una consulta popular nacional es exclusiva del presidente de la República. Es una consulta previa a una decisión que piensa adoptar, para obtener el respaldo mayoritario de la ciudadanía. El Senado, que es órgano Legislativo, no Ejecutivo, no tiene esa atribución. La única competencia que ostenta es la de dar su concepto sobre la conveniencia política, la oportunidad de hacer esa consulta en los mismos términos que la formula el presidente, no en los que considere el Senado”.
Si el presidente Petro no logra las mayorías que necesita en el Congreso, se abre un vacío jurídico que deja en evidencia Sáchica y que respaldan otros constitucionalistas como Juan Manuel Charry. La ley dice que la consulta popular debe contar un aval previo favorable, pero no dice qué pasa si es desfavorable. “Hay un vacío y en este vacío tendremos todas las interpretaciones”, reconoce Charry.

Pero si el presidente sí lo logra, en las tres semanas que la ley prevé para ese trámite, se deberá llamar a elecciones en los tres meses siguientes. Así las cosas, el Gobierno espera que las elecciones sean en julio. De aquí a julio, lo que el país vio este martes se repetirá muchas veces.