Crítica de libros

Leila Guerriero edita 12 historias sobre Cuba

'Cuba en la encrucijada: 12 perspectivas sobre la continuidad y el cambio' es un retrato profundamente intimista y conmovedor del pueblo de la isla.

Revista Arcadia
21 de marzo de 2018

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En Cuba el tiempo corre sin prisa, en Cuba todo tiene dos caras, Cuba es una dicotomía omnipresente y una contradicción constante. Con la misma convicción, algunos la llaman paraíso mientras otros la consideran un infierno. Por eso no resulta incongruente que este libro de 12 ensayos sobre la experiencia cubana comience en Miami, ni que los textos discurran entre el desconsuelo, la resignación, la alegría y la esperanza.

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La editora, la periodista argentina Leila Guerriero, materializó la idea de la colombiana Andrea Montejo y la española Paula Canales, de la agencia literaria Indent, para compilar Cuba en la encrucijada. Encargaron las 12 historias a un grupo disímil de autores, la mitad cubanos y la mitad no, unidos por el común denominador de tener una mirada muy personal a la isla.

Pero no le crea al subtítulo: en este libro no hay análisis político, ni hipótesis sobre quién recibirá la antorcha, ni si el comunismo permanecerá. Apenas aparece un intento en alguno de los textos. En algunos aparecen como telón de fondo la visita del papa Francisco a La Habana en septiembre de 2015, la del presidente Barack Obama en marzo de 2016 y el concierto de The Rolling Stones. Pero los autores apenas alcanzan a considerar la llegada de Donald Trump al poder y sus posibles efectos sobre la vida (y las ilusiones) de los cubanos.

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Carlos Manuel Álvarez relata su primer viaje a Miami para visitar a su padre, emigrado año y medio antes. No solo le impresionan las autopistas y los malls, sino verlo a él, un médico reputado en la isla, ganarse la vida tumbando cocos. Su historia, y la de un beisbolista que desertó para jugar en Estados Unidos –solo para caer en la melancolía–, se intercalan en la desilusión, el exilio y el retorno posible pero no deseado.

Wendy Guerra recuerda que la revolución le pasó una fuerte factura a la estética de las cubanas, para quienes vestirse bien se convirtió en una señal de desafecto por el proceso. Pero muestra que, al mismo tiempo, ellas se volcaron al trabajo revolucionario, dejaron en segundo plano su rol hogareño, porque “incontables leyes garantizan la igualdad de la mujer”. Aunque al mismo tiempo las cubanas prácticamente no existen en los altos niveles del poder, dominados por el “machismo-leninismo”.

Leonardo Padura cuenta que siempre quiso ser pelotero, pero que su pasión no logró suplir su falta de condiciones. Relata cómo el béisbol, la quinta esencia norteamericana, se convirtió desde finales del siglo XIX en el símbolo del cubanismo independentista antiespañol. Y se lamenta porque esa afición parece en retroceso en Cuba, nuevamente por razones políticas: el gobierno no quiere que los cubanos gocen con los éxitos de sus desertores en las Grandes Ligas. Mira entonces con nostalgia cómo proliferan en La Habana las camisetas del Real Madrid o del Barcelona, mientras ya casi nadie viste traje de beisbolista.

Y así, los también cubanos Iván de la Nuez, Vladimir Cruz y Abraham Jiménez Enoa, el chileno Patricio Fernández, la colombiana Patricia Engel, el español Mauricio Vicent, el mexicano Rubén Gallo y los estadounidenses Francisco Goldman y Jon Lee Anderson completan este mosaico de un país oficialmente ateo pero entregado a la santería, donde rige el comunismo pero “todo lo que se mueve puede ser un taxi, y todo lo estático puede ser un alquiler”; donde la necesidad de “resolver” ha conducido a la prostitución, donde hasta los viejos revolucionarios tienen nietos en Miami. Un país que de tanto esperar la utopía imposible conquistó el tiempo.

El resultado es un libro profundamente intimista y conmovedor, en el que cada autor cuenta vivencias y perspectivas que desde su minucioso detalle permiten colegir un panorama general que sobrepasa los estereotipos. No, la Cuba de estas páginas no es ni paraíso ni infierno. Es el hogar de un pueblo que a pesar de sus dificultades sigue siendo orgulloso, un pueblo que ahora, a un paso de que Raúl Castro deje por fin el poder, se enfrenta a un panorama incierto.

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