Opinión
Una Latinoamérica rezagada e improductiva
Colombia es el país de Latinoamérica que más ha avanzado en equidad en el acceso a la salud en los últimos 30 años.
Las principales conclusiones del foro del Banco de Desarrollo de América Latina y el Caribe (CAF) apuntan a que el continente enfrenta profundos retos a largo plazo. Muy interesante la intervención de Olivia White —en este “Davos Latino”— frente a la relación entre demografía y economía sobre el crecimiento y el futuro de la región.
El crecimiento de la productividad por trabajador en la región ha sido bajísima durante los últimos 25 años: del 0,6 %, comparada con 7,9 % de China; 2,7 % de los países de Europa Oriental o 1,4 % de Norteamérica. La región no agrega valor en la producción y, en consecuencia, su competitividad para el largo plazo presagia un estancamiento.
La acelerada transición demográfica es un factor crítico. En los últimos años, el envejecimiento ha estado tocando la puerta de Latinoamérica. La tendencia se aceleró durante la pandemia y se ha pronunciado en los siguientes años. La carga de la tasa de dependencia de los nuevos jubilados sobre poblaciones jóvenes aumenta. En las próximas dos décadas se equiparará a los países desarrollados: Colombia, con Chile y Brasil, parecen liderar la tendencia.
La inversión doméstica se mantiene estancada. La inversión extranjera ha sido el gran motor de la región, con flujos positivos del 37 %, en los últimos nueve años. En el escenario de una economía china menos dinámica y los vientos proteccionistas, con crecimiento en aranceles para entrar productos a Estados Unidos, las proyecciones parecen muy preocupantes.
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Hay peores noticias para Colombia. Es el país más rezagado en inversión extranjera, con una pérdida de la dinámica en los últimos dos años. Las políticas hostiles hacia el sector privado parecen estar pasando factura. La inversión extranjera decreció 0,3 % en los pasados dos años. Dada la reciente crisis política con nuestro mayor socio comercial, el país está en alto riesgo de perder el atractivo para la inversión, afectando nuestra productividad, competitividad y los flujos de recursos que permiten crecer en el empleo y reducir la brecha de pobreza.
Latinoamérica envejece sin una expectativa de reemplazo demográfico ni mayores flujos migratorios. Por lo tanto, para expandir la productividad se debe correr la frontera de edad productiva de los trabajadores, ampliándola a lo largo de la quinta década en las mujeres y la sexta década para ambos sexos. Decisión que aplazamos, en Colombia, en la reforma laboral.
Pero también es urgente invertir en salud. Vivimos más, pero no necesariamente más saludables. Durante las últimas seis décadas se aumentó la expectativa de vida en 19 años a nivel global. Creció de 54 a 73 años. Sin embargo, la proporción de esa expectativa —que se vive en buenas condiciones de salud- se ha mantenido inalterable en el 50 % de los años de vida de las personas. Esta situación afecta de manera importante a la población latinoamericana, donde el acceso a los servicios y tecnologías de salud es muy limitado.
Y no invertimos en salud. Durante los últimos 20 años, solamente Colombia, Argentina, Uruguay y Chile aumentaron de manera relevante la inversión del gobierno en salud por encima del 5 % del Producto Interno Bruto (PIB). Por su parte, Brasil y Perú se estancaron en ese crecimiento e incluso algunos países han reducido el gasto como México.
Un estudio realizado por el Instituto Wifor, en ocho países, evidenció las pérdidas de productividad generadas por la enfermedad, considerando las siete enfermedades más prevalentes en la región. Las pérdidas de productividad ocasionadas por un envejecimiento no saludable suman el 3,9 % del PIB. Tan solo la carga de la diabetes desatendida implica el 1 % del PIB en esos países.
Colombia es el país de Latinoamérica que más ha avanzado en equidad en el acceso a la salud en los últimos 30 años. Esto se refleja en el bajo gasto de bolsillo que los colombianos debemos hacer para preservar nuestra salud. Esa ventaja de nuestra sociedad está —por primera vez— en alto riesgo como consecuencia de esa crisis inducida a nuestro sistema sanitario. Las consecuencias a futuro en materia de pérdida de productividad, debido a la crisis sanitaria, son enormes.