Columna de opinión Marc Eichmann

Opinión

Si no es bonito, es Bonilla

Con el fin de intermediar el dinero de la Nación, Gustavo estructuró su estrategia en cinco pilares: los tributos, el dinero de la salud, el de la educación, el pensional y el endeudamiento.

Marc Eichmann
3 de diciembre de 2024

No hace falta escándalo adicional para entender cuál es y siempre fue el plan del Gobierno Petro. Independientemente de su discurso social y su postura ante problemas ajenos al colombiano de a pie, que busca cómo comer y cómo darles a sus hijos un futuro mejor, su objetivo ha sido uno solo y ha sido claro: perpetuarse en persona propia o ajena en el poder.

De nada vale que desvíe la atención con cómo llevar el virus de la vida más allá de las estrellas, el cambio climático o la guerra entre Israel y el grupo terrorista Hamás; hoy queda claro que sus preocupaciones son personales y no de grandes ideales. No valió el deterioro de la atención en salud de los colombianos, ni dejar sin financiación para educación a miles de estudiantes de estratos bajos, ni negarle una pensión digna a aquellos que no cumplen con 750 semanas de cotización, ni que las tarifas de gas natural se suban un 30 %; ninguno de estos temas tuvo peso suficiente para modificar su estrategia.

Petro entendió muy rápidamente que para lograr su objetivo necesitaba intermediar la mayor cantidad de plata posible, en un país en el que la mayoría de la población no ha sentido directamente el apoyo estatal como Colombia. Ilustrativo es que, en vez de subsidios al ACPM, que no se ven como obra de su gobierno, le subió al diésel para permitir que, en el nombre de su gobierno, se repartan subsidios, que estos sí le suman a su popularidad.

Con el fin de intermediar el dinero de la Nación, Gustavo estructuró su estrategia en cinco pilares: los tributos, el dinero de la salud, el de la educación, el pensional y el endeudamiento. Los dineros que la sociedad como un todo ha invertido en esos sectores, con una visión público-privada, debían —como objetivo— ser manejados por su gobierno.

El alfil de Petro en esta labor ha sido su ministro de Hacienda, Ricardo Bonilla, hoy expuesto a escándalos sin precedentes de soborno a congresistas con dinero público, para aprobar las reformas que le permiten al gobierno tomar control del dinero. Por él pasan todos los caminos que llevan a Roma y la aprobación fraudulenta de los proyectos de ley.

Del lado de los ingresos, el gobierno pasó una reforma tributaria donde le saca a los colombianos cada vez más dinero para manejarlo él a través de sus ejecutores del gasto, por ejemplo, el Ministerio de la Igualdad o el Departamento de Prosperidad Social. Así, a lo ancho de su gobierno, aumentó el gasto de funcionamiento un 20 % cada año, cuando la economía crece un paupérrimo 2 %. Con ese crecimiento inane de la economía, sus fuentes de fondos como gobierno se alimentaron de los ahorros de los colombianos que está incautando por diferentes mecanismos.

Con todo esto, Bonilla sigue insistiendo en otra reforma tributaria, que para confundir denomina ley de financiamiento, en la cual engaña a aquellos trabajadores independientes que creyeron en el régimen simple de tributación y serán llevados a la complejidad de un sistema tributario complejo e ineficiente. Primero, con la promesa vacía del régimen simple, lleva a los contribuyentes al matadero, para que una vez que estén vigilados por la Dian, cambiarles la figura y shu shu shu, sacrificarlos.

En el sector salud, su toma ilegal de las EPS, basada en la demora de los giros que les hace el ministerio de Hacienda dirigido por Bonilla, generó que los servicios médicos a los colombianos hayan caído alrededor del 30 %, lo cual es absurdo justificar, como lo hizo el presidente, en que los colombianos se enferman menos. Las EPS, en su efecto dominó de ineficiencia bajo el modelo Petro, irán quebrando selectivamente a las IPS privadas, siendo el paganini final: el colombiano de a pie.

Qué decir del sector educación, donde la extinción del Icetex está dejando sin la posibilidad de estudiar a más de 200 mil colombianos. 200 mil sueños truncados, 200 mil familias que pierden las apuestas de darle una oportunidad a sus hijos.

La reforma pensional pasa por la misma estrategia. ¿Cómo se le explica a un joven que si no completa sus semanas de cotización se jubilará con menos de 250 mil pesos mensuales porque tiene que financiar las pensiones de la vejez de hoy? ¿Acaso la responsabilidad de la vejez está exclusivamente en las generaciones más jóvenes? Por último, Bonilla ha articulado los esfuerzos para financiar el incremento de gasto con más endeudamiento que, según Benavides, su exasesora de cabecera, requirió de mordidas para su aprobación.

Bonilla será recordado como el funcionario que, siguiendo las órdenes de su jefe, le sacó el dinero de su bolsillo a los colombianos para que sirva al propósito de los políticos y en específico del Pacto Histórico. Por generaciones, cuando no alcance la plata para cerrar del mes, nos acordaremos de él.

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